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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez

¡La culpa es de la gente, no joda¡

En esta capital de vida, la Barranquilla imparable, el mejor vividero del mundo, en estos últimos días, hemos escuchado apreciaciones muy marcadas como la citada al inicio de este párrafo. Se responsabiliza del aumento de casos por covid -19 en esta parte de Colombia a la propia gente, al no tener un verdadero autocuidado, por no respetar las normas y acatar los mandatos gubernamentales. Es posible que esa sea una de las razones del Imparable aumento de los contagios del virus en Barranquilla y el departamento del Atlántico. Cabe recordar, que estamos viviendo en una zona del país,  donde por años los mal llamados políticos, han hecho lo que han querido con la gente, le enseñaron a vivir en un mundo de fantasías y en una especie de cosmovisión de banalidades estériles (me importa un ‘culismo’ y el ‘valevergismo’), donde se logra escuchar que sale desde lo más profundo del ser:

  • ‘Este es el mejor vividero del mundo’
  • ‘Cógela suave’
  • ‘Donde come uno comen dos’
  • ‘Aquí no pasa nada’
  • ‘Eche loco relájate’
  • ‘Hoy es viernes y el cuerpo lo sabe’
  • ‘Jopo de calor vamos pa’ la  esnaqui por una fría’
  • ‘Que viva el carnaval’
  • ‘El que lo vive es quien lo goza’
  • ‘Hoy es jueves de J2’
  • ‘Primero la plata del ron’
  • ‘Pilas que hoy juega tu papá’
  • ‘Que viva Colombia hoy ganamos’

Y podemos ver que en los barrios la gente víctima del calor y el hacinamiento disfrutan de sus largas tertulias jugando domino, parques, dama, y muchos otros juegos de mesa. Todo lo anterior ha servido durante aproximadamente 40 años, para que los explotadores de conciencia logren manipular a la gente a sus anchas con un  sistema malévolo, nefasto y sin límites, avalado por el estamento, que ha conseguido confinar estructural y mentalmente a la población, con el fin que no haya sublevación y adormecer al pueblo en la crisis en la cual esta.

El que conoce las entrañas de los barrios en esta parte del país, sabe que la gran parte de la población, sale a rebuscarse todos los días en lo que sea, de 10 a 20 mil pesos, que le sirven para resolver el problema de comida y algunas cositas más. Cabe las preguntas:

¿Será que la gente respeta  normas de un día para otro y se someten a un confinamiento?

¿Será que las políticas sociales, psicosociales y económicas, elaboradas, preparadas y llevadas a las comunidades son las correctas?

¿Será que los entes gubernamentales si conocen con exactitud las comunidades y tienen un verdadero registro?

Esta pandemia nos deja una enseñanza: Que los entes gubernamentales deben ser eficientes, eficaces, servir a la gente, conocer los entornos y contextos, ser honestos, dejar de ser mezquinos y corruptos y lo más importante, implementar medidas y políticas inteligentes que beneficien a toda la población.