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Por: Raúl Donado Osío

El COVID-19 ha provocado la mayor crisis mundial en la historia de la aviación comercial. A mediados de junio de 2020, el 90% de los pasajeros a nivel mundial se encontraban afectados por restricciones severas, como cierres de aeropuertos, prohibiciones de viajes o cierres de fronteras y, en el mejor de los casos pero cada día menos posible, a cuarentenas para pasajeros de llegada.

Colombia no es la excepción y la disyuntiva entre liberar el aparato productivo y levantar la cuarentena para que se reabran la industria y el comercio versus la de prevenir un pico inmanejable de enfermos graves que requieren de cuidados intensivos y contener con medidas radicales los contagios masivos de Covid siendo desafortunadamente la solución más efectiva el confinamiento o cuarentena de todos los ciudadanos, es una situación con soluciones divergentes que apuntan a que, en ninguno de los dos casos, el beneficio va a ser pleno y satisfactorios para todos los ciudadanos

No podemos negar que el Gobierno central ha sido cauteloso y ha tomado medidas con gradualidad y responsabilidad y, sí se han equivocado, ha sido porque absolutamente nadie estaba preparado para el impacto repentino de este coronavirus, y las evidencias son claras cuando vemos que países desarrollados han sufrido mucho con esta pandemia.

De hecho, y tratando de acercar a un punto intermedio las dos soluciones divergentes antes expuestas, el gobierno ya está programando la llamada CUARENTENA INTELIGENTE mediante la cual se empiezan a autorizar las reaperturas de algunas industrias y comercios, previo el cumplimiento de unos protocolos de bioseguridad preestablecidos y de unos controles continuos que mitiguen el riesgo de contagio tanto de empleados como de clientes.

Pero desafortunadamente los aeropuertos están siendo calificados como de alto riesgo de contaminación y el Gobierno los está dejando para una última fase pues parte de la base que lo último que se aprobará serán los eventos públicos masivos como partidos de futbol, conciertos, fiestas populares, reinados, congresos, festivales, congresos y asambleas concluyendo ligeramente que por esta razón no es tan urgente reiniciar las operaciones aéreas en Colombia.

Autorizar planes pilotos solo para aeropuertos de ciudades CERO COVID o de bajo índice de infectados es un error pues, esas ciudades son pequeñas, generan poco tráfico y no van a servir como referentes para efectuar mejoras o correcciones de ese plan piloto. El Gobierno debe pensar en autorizar la apertura de todos los aeropuertos del país lo antes posible. Cualquier equivocación se traduce en pérdidas económicas muy altas y, como decía Diomedes Díaz, “la demora nos perjudica” ya que diariamente la operación aérea en Colombia está perdiendo USD$10 millones y llegara un momento en que ninguna aerolínea ni aeropuerto podrá recuperarse ocasionado una debacle de marca mayor.

Analizando exclusivamente el sector aéreo, cifras como que Colombia tiene 68 aeropuertos comerciales que son operados por 40 aerolíneas (entre nacionales y extranjeras) que facturan USD$3.600 al año y generan 285.000 empleos, podemos dimensionar la gravedad de esta situación y la urgencia de reabrir las operaciones aéreas en Colombia.   Si a esto le sumamos que el sector hotelero (que se nutre del aéreo) genera en Colombia 115.000 empleos y facturaba al año (antes del COVID) 14,5 billones de pesos y adicionalmente le agregamos la generación de empleos del sector gastronómico podemos ver que el efecto dominó puede terminar afectando más de 500.000 empleos antes del cuarto trimestre de 2020.

Paralelamente el Gobierno debe pensar en algún mecanismo o subsidio para salvar la industria aeronáutica del país y dejar de atacar con argumentos mezquinos y discursos populistas que pregonan que las empresas no son colombianas y que el subsidio es para unos extranjeros, reclamos obtusos que no dimensionan la importancia de mantener a estas aerolíneas operando para proteger más de medio millón de empleos y para ayudar a reactivar los sectores hoteleros, turísticos y gastronómicos del país.

La proporción en la que un Estado subsidie a sus aerolíneas marcará la diferencia del futuro de estas. Los directivos de las aerolíneas ya se muestran preocupados por las diferencias en las ayudas públicas estatales y la falta de una visión integral podría distorsionar la competencia entre compañías durante y después de la recuperación.  Los tres grandes competidores aéreos de Centro y Suramérica son Avianca, Copa y LAN y, a diferencia de los colombianos y sin importarles si los dueños son nacionales o extranjeros, los chilenos y los panameños apoyan a sus aerolíneas y sus gobiernos ya se están sentando con los directivos para buscar soluciones que les permitan la supervivencia.

Se hace necesario que ATAC, COTELCO, ACODRES, AEROCIVIL  se junten para discutir la pronta reactivación de las operaciones aéreas y que adicionalmente y en el caso de los aeropuertos concesionados, sus concedentes (ANI, Aerocivil, Municipios) renegocien con los concesionarios nuevos términos y condiciones y otorguen periodos de gracias y reducción de algunas tasas para lograr la rentabilidad de estos aeropuertos y para que ellos a su vez puedan ofrecer los mismos beneficios a sus inquilinos motivándolos a que sigan arrendando espacios dentro de cada uno de los aeropuertos.

Las consecuencias del COVID-19 son de “PIERDE-PIERDE”  y ahora todos debemos estar llamados y dispuestos a sacrificar ingresos, a facilitar soluciones y a entender que, la única salida que tenemos para sobrevivir y no morir comercialmente en el camino, es la solidaridad y la conciencia social.  Pensemos como colombianos, pensemos en nuestros ciudadanos y busquemos acuerdos para que los aeropuertos se abran sin perder dinero y para que los concesionarios aeroportuarios y las aerolíneas puedan operar con algunas ayudas del Estado. 

Supeditar la reapertura de aeropuertos y la puesta en marcha de planes pilotos a que exista una vacuna o a que sean solo en ciudades NO COVID es un gran error. La responsabilidad y la obligación del Gobierno es la de encontrar los mecanismos y subsidios para reactivar inmediatamente el sector y nuestra responsabilidad y obligación como usuarios es la más fácil y es gratis, CUMPLIR A CABALIDAD CON LOS PROTOCOLOS DE BIOSEGURIDAD, tales como el lavado de manos, el distanciamiento, el uso de tapabocas, los cuidados requeridos y no convertirnos en la causa por la que un gobernante decida no reabrir o cerrar un aeropuerto.

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