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Por: Roque Ortega Murillo

Aprendí de mis abuelas Geo y María, los mágicos secretos curativos de las plantas medicinales cuyas propiedades curativas han sido recibidas, corroboradas y utilizadas por la humanidad desde hace millones de años. De Betty, la inolvidable vecina que vi en varias ocasiones  tratando a un montón de niños diagnosticados con mal de ojo, recuerdo que tomaba algunas “hierbitas”, y que, junto con un rezo, lograba, como por arte de magia, sanar a los infantes milagrosamente.

Antes que apareciera la medicina moderna, escasamente hace trecientos años, esta humanidad que lleva aproximadamente 10 mil años, había utilizado las plantas medicinales como la manera de tratar diferentes enfermedades. Gracias a la utilización de las plantas y hierbas por distintas culturas como la egipcia, la mesopotámica, la china, la hindú y la americana, han llevado en sus hombros la responsabilidad de mejorar la salud de sus poblaciones, pero hoy día, el desarrollo científico de occidente mira con desprecio el uso de las mismas plantas que han hecho posible el mantenimiento de la salud y que han contribuido al desarrollo de la humanidad.

Desde tiempos inmemorables el hombre y la mujer han buscado en las plantas la cura de muchas enfermedades no sólo para cicatrizar heridas sino para equilibrar el estado de ánimo. El hombre de Neanderthal usó las hierbas curativas como el malvisco, la milenrama, y el senencio. Igualmente, como también las culturas asiáticas desde sus albores han investigado sobre la fitoterapia, por ejemplo, en China, el emperador Shen Nog, creó el herbario más antiguo conocido, de unos cinco mil años de antigüedad, en donde logró recolectar más de mil plantas medicinales. Así mismo, India desarrollo la ayurvédica. Estos dos países, desde la antigüedad, hicieron tratamientos para el asma y refriados comunes con cannabis. Actualmente hay un boom de la utilización de la marihuana con fines medicinales, esos usos los conocían muy bien los pueblos milenarios. 

La cultura mesopotámica también dejó su legado en el uso de las plantas medicinales. Aún se conservan documentos en donde aparecen registradas más de 250 especies de distintas hierbas como la belladona, el cáñamo, el azafrán, el tomillo, el regaliz, la mirra, la adormidera, el ajo, la cebolla y el beleño. En una cueva en Perú hallaron sacos de coca de cinco mil años de antigüedad y en hallazgos recientes en Coahuila, México, restos de plantas medicinales de unos ocho mil años de antigüedad.

Hay un famoso fármaco conocido mundialmente como la aspirina o ácido salicílico que, en el año 1997, cumplió cien años, desde que se sintetizó aislando extractos de la corteza del sauce blanco. Esta corteza ha sido utilizada desde la antigüedad para tratar la fiebre y los dolores en general, teniendo constancia de su uso en los tiempos de Hipócrates. Al año se consumen aproximadamente 100.000 millones de tabletas.

¿Qué será lo que tienen las plantas medicinales? Sin duda, un cúmulo inabordable de sustancias que actúan como desinflamatorias, antisépticos, emolientes, antibióticos, expectorantes, balsámicos, digestivos, cicatrizantes, analgésicos, depurativos   y otras propiedades que han servido para tratar a millones de seres enamorados de este tipo de tratamientos. El uso de las pantas medicinales es una práctica común alrededor del mundo; de acuerdo con estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 80 por ciento de los países de la población de los países en vía de desarrollo y que, por supuesto carecen de una cobertura de asistencia médica, recurren a las plantas como único recurso para curar sus enfermedades.

Sin desdeñar los aportes invaluables de la medicina moderna, no debemos olvidar en este momento en el que somos azotados por el COVID-19, el uso de las plantas medicinales que indudablemente servirán de ayuda para no sólo tratar los síntomas sino para reducir la letalidad correspondiente, tal como lo viene pasando en China, con una población de aproximadamente 1.300 millones de habitantes.

Actualmente los diferentes tratamientos que viene aplicando la medicina moderna para el CORONAVIUS son de carácter experimental, es decir, medicamentos que ya han sido utilizados para tratar otras enfermedades, de tal manera que la modernidad científica no tiene una respuesta asertiva para curar el virus que tiene al planeta de rodillas. La única esperanza de occidente está centrada en la aparición de una vacuna, a la que, según los cálculos, todavía le falta mucho para poder ser aplicada efectiva y aplicable.

Mientras el mundo occidental vive en una carrera contra el tiempo, buscando desesperadamente la vacuna milagrosa que cure el COVID-19, el gobierno chino ha recurrido a su medicina tradicional, así queda registrado en un documento recientemente publicado en donde aseguran que el 92% de los casos de COVID-19 en el país han sido atendidos con este tipo de medicina, especialmente las hierbas medicinales además de la acupuntura y el qi gong.

Sin embargo, los expertos occidentales no dan mucho crédito a los anuncios de los chinos, porque piensan que hacen faltan estudios científicos rigurosos para poder considerar como seguro estos tipos de remedios, es más, algunos los suponen peligrosos.

Por otra parte, estamos contemplando una guerra política entre las grandes potencias en la lucha por encontrar la vacuna para el COVID-19.  Compitiendo están EE: UU, Rusia, Reino Unido, Europa y China. Muy pronto veremos aflorar la mezquindad y la arrogancia cuando aparezca la vacuna. No primará el bien planetario sino sus intereses particulares para demostrarnos quienes son los poderosos y quienes nos van a salvar, ya veremos a qué costo. ¡Una cura politizada, como siempre!

En una pandemia como esta, creo, se debe hacer uso de todos los recursos que se tengan a la mano así no provengan de la certificación científica. La humanidad ha utilizado las plantas medicinales durante la misma evolución de este planeta, entonces ¿por qué pecar de soberbios descalificando prácticas milenarias? En vez de polemizar hay que buscar puentes y puntos de encuentro y mirar que están haciendo los vecinos de oriente quienes hasta el momento han manejado y controlado mejor la propagación del COVID-19.  El gobierno dice estar dispuesto a compartir las experiencias que se vienen desarrollando en China más sin embargo occidente desdeña tal posibilidad. Los únicos países que han aceptado su ayuda son los países africanos y otros países asiáticos.

Sí la oficialidad no promueve el uso de las plantas medicinales debemos usarlas sin pretender argumentar que con las “hierbitas” de las abuelas vayamos a curar el coronavirus.  Muchas personas se han curado de diferentes patologías con esta medicina que nos provee la naturaleza. Qué tal que estas hierbas nos hagan el milagro de fortalecer nuestro sistema inmune y al mismo tiempo que fortalecen nuestro estado ánimo que, sin duda, incide en las complicaciones que muchas personas padecen cuando han contraído el virus.

No es el momento para enfrentamientos culturales, políticos y económicos. Ante una pandemia que ha encontrado a los gobiernos “con los pantalones abajo”, con los sistemas de salud fallidos, sin ninguna prevención y pésima atención es momento de aunar en un esfuerzo planetario solidario para buscar una pronta solución a esta pandemia.

Entretanto, seguiré aplicando el legado que me dejaron mis abuelas de prevenir con “hierbas mágicas” como la infusión que me vengo tomando de llantén, canela y orégano, la que combino con la cocción del jengibre, la canela, el orégano, la cáscara de naranja madura y endulzo con miel de abeja. La seguiré tomando así el mundo científico diga que no y seguiré usando esa receta que nos dejó la “curandera” Celia Cruz: “Traigo yerba buena pa’ la garganta/ traigo krisimon pa’ la hinchazón/ traigo abre camino pa’ tu destino/ traigo ruda pa´ el que estornuda/ también traigo albahaca pa’ la gente flaca”.

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