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Por: Jorge Guebely

La polarización colombiana camufla una verdadera lucha de clases sociales. Encierra diferentes confrontaciones entre unas minorías privilegiadas y excluyentes contra unas mayorías excluidas y cada vez más pobres. Evidencia que su democracia no sólo es imperfecta, sino que es una perfecta plutocracia.

Minorías colombianas que aún se consideras aristócratas del Nuevo Mundo. Creen merecer todos los privilegios económicos, políticos y culturales. Mientras la plebe, el resto de colombianos, amerita todos los vejámenes posibles, todos los dolores posibles, todas las miserias posibles Minorías que persisten en el anacronismo, en conservar valores de la pre-modernidad. No entienden que hace dos siglos superamos el siglo XVIII.

Tampoco entienden que las dinastías aristocráticas sobrevivientes giraron hacia la democracia: Inglaterra, España…, no al absolutismo de Luis XIV: “El estado soy yo”. Dinastías que hoy confían más en las instituciones y menos en los individuos.


Por sus intereses clasistas, han convertido a Álvaro Uribe en súper héroe nacional. Las salvó de la sanguinaria guerrilla de las FARC, de los secuestros, de las pescas milagrosas, de perder sus privilegios.
Pero no les importó ni les importa el precio: matanza de tantos inocentes populares, 10 mil falsos positivos, sindicalistas y líderes sociales asesinados. Tampoco le importó o importa el contubernio del Ejército Nacional con los paramilitares para perpetrar pavorosas masacres.

Prefieren seguir promoviendo nuevos grupos paramilitares, ejércitos bastardos del Estado, para aterrorizar y aniquilar poblaciones inermes. Hicieron de Uribe un héroe de las elites, pero un genocida para el pueblo raso de Colombia.

Sus políticos ejercen la doble moral. Pregonan públicamente lo contrario de lo que practican en privado. Hablan de paz, pero agitan las guerras. Dicen gobernar para todos y sólo gobiernan para la elite, la auténtica plutocracia. Defienden la democracia, pero actúan con espíritu dictatorial. Rechazan la lucha de clase, pero desprecian a los colombianos pobres, a los afrodescendientes, a los indígenas, a los líderes sociales…

Políticos y burócratas con anhelos fascistas. Usan la fuerza bruta para solucionar los problemas del país, no las soluciones sociales. Usan grupos de choques para neutralizar opositores y calumnias para desprestigiar contendores. Deslegitiman instituciones del Estado para debilitarlas, desprestigiarlas, hasta convertirlas en inservibles. Momento propicio para el surgimiento de un redentor, un salvador, un hombre fuerte, un dictador.

Camino recorrido por Mussolini en Italia y Hitler en Alemania. Vieja estrategia del fascismo moderno Estrategia únicamente neutralizable con más democracia, con la promoción de una auténtica democracia. Pues “No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia y solidaridad”, según Juan Pablo II.

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