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Por: Jennifer Rueda Martínez

Iniciare este tema diciendo que para mi concepto basado en la experiencia profesional existe dos tipos de causas. La interna y la externa, las cuales veremos a continuación.

Causas internas:

Hay personas que desde la infancia viven experiencias que deja como consecuencias traumas mentales los cuales también afectan sus emociones y aunque siempre aparecen para generar molestia, dolor, casi siempre la primera reacción es usar mecanismos de defensa como la negación para continuar como si todo estuviera bien, como si se pudiera seguir viviendo como si nada pasara, pero sabiendo que “eso” que no sabemos que es, ni cómo llamarlo está ahí más vivo que nunca y cada vez haciéndose más fuerte como un “moustrito” interior que de vez en cuando se duerme pero cuando despierta lo hace para causar estragos en nosotros mismos y en quienes nos rodean o bien pensando que somos autosuficientes que no necesitamos la ayuda de nadie, que solos podemos con eso y con todo.

Es que lo mental y lo emocional o lo trabajas para sanarlo o el mismo busca salida para hacerse notar, como diciéndote “hola, no olvides que estoy aquí, déjame salir o seguiré mortificando tu vida”, se exterioriza en forma de crisis sorprendiéndote un día cualquiera, aprovechando algún evento que lo desencadene ya sea en el interior en tus pensamientos, o en tu entorno familiar, académico, laboral, social o bien conduciendo tu carro para ir a cualquier lado o perturbando tu sueño en forma de insomnio.

Luego puede pasar que por fin sabes con certeza que necesitas ir al psicólogo. Sin embargo, un día tras otro vas buscando excusas para aplazar esta decisión (tiempo, dinero), supongamos que ya sacaste el tiempo y el dinero entonces miedo a dar el primer paso para concertar la primera cita, pero ya en este punto se suman causas externas que voy a mencionar a continuación.

Causas externas:

Ya cuando tienes el valor de programar una cita entonces te invade el miedo al “que dirán”, a ser juzgado por la implacable sociedad, a todos los prejuicios, mitos, tabú, estigmas que hay alrededor del tema, porque en materia de salud mental hay un atraso que aunque pasen los años todavía están estancados en la falsa creencia de relacionar y limitar lo amplio de la ciencia de la Psicología con “Locura” que es la palabra que utilizan para referirse a una persona que ha perdido la razón. Entonces que le digo a mi familia, que le digo a mi profesor o  a mi jefe para pedir permiso para la cita, en su lugar tal vez decides irte por el camino fácil y comentarle tu dilema a una amiga/o de confianza y este lo primero que hace es reírse en tu cara y o mirarte raro, o a tomarte del pelo con expresiones tales como; “vas a donde el psicoloco, o el loquero, o los psicólogos están más locos que todos, o vas a ir a que te laven el cerebro con su psicología barata(que entre otras cosas de barata no tiene nada en la inversión de tiempo y en dinero)” y eso inmediatamente influye de tal manera que en muchos casos lleva a tomar la decisión de desistir y simplemente sentarte a charlar con ese “amigo” que te va a dar unas palmaditas en la espalda para animarte a continuar con tu elefante a cuestas y ni hablar de lo ofensivo que es para alguien que le digas que busque ayuda psicológica, es como un insulto.

Así mismo, a las personas se les hace fácil hablar de enfermedades en cualquier parte del cuerpo y mencionan con seguridad el nombre de algún profesional o especialista sea dermatólogo, pediatra, neurólogo, ortopedista, entre otros…

Pero yo te pregunto, si se puede enfermar cualquier parte del cuerpo, un ojo, un oído, un brazo, una pierna, ¿porque no se puede enfermar la cabeza, el cerebro y todo lo que dentro de el contiene?, ¿acaso la cabeza no está pegada al cuerpo y por lo tanto sufrir lesiones? La respuesta es sí, y hay que darle toda la atención que requiere, es más está comprobado que muchos de los malestares físicos tienen su raíz en un problema mental o emocional no solucionado, lo que se conoce como somatización, pero lastimosamente tenemos la mala costumbre de solo atender nuestra salud cuando es algo que vemos que se está agravando porque nos tocamos y dolió o sangro, en el caso de lo mental y emocional es intangible, no lo podemos ver ni tocar pero si lo sentimos y lo vivimos ya cada uno sabe de qué manera.

El ser humano evita a toda costa todo acontecimiento que sabe le va a causar dolor, le tenemos miedo a sufrir, nos horroriza  traer a la memoria y evocar eso que nos daña lo cual implica remover los escombros de ese momento del pasado que experimentamos como doloroso, es como revivirlo con la misma intensidad, el hecho de sincerarnos con un desconocido del cual tememos ser juzgados, señalados con el dedo índice, culpados, abrirnos y confiarle eso tan valioso, tan personal, tan íntimo, subestimando su nivel de profesionalismo.

De igual forma pasa que en la primera cita dentro de ese consultorio esperan encontrarse con un mago que sostenga en su mano una barita mágica y haga unos movimientos con ella mientras pronuncia unas raras palabras y ¡cataplum! Cambio repentino de la noche a la mañana o al chasquido de los dedos, porque nos gusta las cosas practicas con resultados inmediatos, como cuando nos duele la cabeza y tomamos una pastilla, y si, el milagro empezó a ocurrir desde el momento en que en un acto de humildad contigo mismo reconociste que necesitabas ayuda, que solo no podías, pero déjame y te explico así como ese trauma te ha acompañado toda tu vida o la mayor parte de ella, lo más seguro es que necesites un proceso que también se da solo a través del tiempo con el acompañamiento del psicólogo y tu iniciativa, tu disposición, tus ganas, tu motivación, tu responsabilidad, tu compromiso, tu reflexión, tus cambios.

También pasa que como nunca habían exteriorizado su situación con alguien llegan a la primera cita, se desahogan y llegan a sentir un leve alivio y creen que ya se curaron mágicamente y ya no deben continuar con la terapia, los tratamientos son para iniciarlos y terminarlos cuando el profesional da el alta, de lo contrario puede haber graves recaídas, cada una peor que la anterior. Los que logran culminar exitosamente su proceso y continúan una vida saludable, pero ya independiente de la ayuda terapeuta saben de lo que hablo, el alivio, la paz, la claridad, la comprensión de todo es como volver a nacer y ver las cosas de una manera diferente y se preguntan, ¿porque no hice esto antes?

Con relación al Covid-19 se ha dejado de lado a los Psicólogos, no se considera una necesidad primaria, sin embargo, actualmente muchas clínicas empezaron a implementar las videollamadas entre los pacientes en UCI con sus familiares, ya sea para alentarlos y motivarlos o para despedirse, esto nos dice mucho de la importancia de lo mental, emocional y afectivo entre los seres humanos.

Que es lo peor que te puede pasar, no intentarlo, el psicólogo te va a recibir en un espacio de tu total agrado, apropiado donde se asegure la privacidad, es un profesional cualificado con experiencia que estudio, se preparó y se trató en terapia para estar listo y brindar un buen servicio, debe haber un grado de confianza para que reine la verdad, sin hacer uso de la subjetiva medida de lo que para algunas personas puede ser bueno o malo, el psicólogo no es un Dios, ni un juez, es un ser humano que trabaja para otros seres humanos pero que tiene en sus conocimientos lo que tú necesitas para gozar de bienestar y calidad de vida.

Aunque todavía falta mucho camino por recorrer en materia de salud mental, afortunadamente los avances tecnológicos nos han ayudado a que la presencia del psicólogo en prensa, tv, redes sociales sea más habitual y así se normalice la participación activa y su importancia en la sociedad.

La mente es nuestro bien más preciado, pero se puede averiar y fallar, que peligro tener un conflicto en nuestra función más poderosa, dominante pero no infalible, ¡¡Cuídala!!

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor.  Jennifer Rueda Martínez, Psicóloga, @psicojennifferm