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Por: Elverth Santos Romero
¡Quien lo creyera! solo fue tomar la iniciativa de escribir sobre las pandemias invisibles o más bien ignoradas o perfectamente ocultadas, para que varios de mis lectores me recordaran que había otras aun más ocultas, pero igual de dañinas para la sociedad ¡Gracias por refrescarme la memoria!
En este país se volvió costumbre en el sector público que los aspirantes, funcionarios o servidores públicos en ejercicio, al ser descubiertos en una actuación dolosa, dudosa o al menos indecorosa, para justificar su mala conducta o su mal proceder comienzan un desaforado camino de explicaciones y se olvidan de conservar su dignidad, su decoro, su honra, pretendiendo engañar al público que ya no les cree ninguna de sus explicaciones. Para colmo de los males, los elegimos o los nombramos en los cargos que aspiraban y pronto nos olvidamos del asunto.
Recientemente en la pasada campaña electoral a la Presidencia de la República de Colombia, uno de los candidatos escribió en su hoja de vida que había realizado un postgrado en una universidad norteamericana, y con orgullo la colgó en las páginas de internet; posteriormente, al ser descubierto, la borró de la hoja de vida y todo quedó como si nada hubiese pasado. El partido político le mantuvo su aval e increíblemente la gente lo eligió. Una de dos cosas debería haber sucedido: el partido negarle el aval por una falta ética o la gente haberlo sancionado moralmente no votando por él, sin embargo, sorprendentemente, fue elegido.
De igual manera, un Senador de la República que se presentaba en su hoja vida como bachiller, le tocó salir a las volandas a demostrar ante la Corte Suprema de Justicia, por denuncia presentada por un ciudadano, que sí lo era, pero no en la fecha indicada, sino posteriormente en una validación. El premio no se hizo esperar y fue elegido presidente del congreso.
Un Director del Instituto Nacional de concesiones fue sentenciado a ocho años de prisión por presentar documentos y títulos profesionales falsos al momento de su posesión.
Los casos de médicos que han engañado a sus pacientes por años exhibiendo diplomas de especializaciones que a la postre resultaron falsos, se defienden en los medios sin ningún recato tratando de minimizar su grave error o su conducta delictuosa.
Volviendo a nuestra amada tierra, un Honorable Concejal entregó entre los documentos requeridos para posesionarse como tal, diplomas y libreta militar falsos. Llevaba varios años tratando de defender lo indefendible, hasta que por fin fue sancionado por la procuraduría. A pesar de haber sido descubierto estuvo sesionando en el recinto del concejo durante cuatro años, posteriormente presentó su nombre para la reelección al mismo cargo de elección popular y el castigo que recibió fue ser elegido nuevamente.
Recientemente el Rector de la Universidad pública más importante del caribe colombiano, fue denunciado por estudiantes de acosarlas sexualmente, cosa repudiable dentro de una institución educativa de formación profesional para jóvenes del futuro. A pesar de que hubo audios de conversaciones de alto calibre sexual, la constante fue negarse y jamás pedir perdón al sinnúmero de actores implicados en la agresión.
En la misma institución acaba de descubrirse que un Vice-rector está vinculado al escándalo por un plagio en la publicación que hizo en una prestigiosa revista académica. También otros profesores de Universidades locales están involucrados en esta conducta dolosa o cuando menos indelicada. Ninguno, hasta ahora, se ha disculpado por estos graves hechos que constituyen un muy mal ejemplo para la comunidad Universitaria.
El caso más reciente se acaba de presentar en el concurso para la escogencia del Gerente del canal regional Telecaribe ¡Nuestro Canal!, donde uno de los aspirantes, precisamente la escogida, se le acusa de presuntamente haber incurrido en falsedad ideológica por aportar certificaciones ilegitimas para acreditar su experiencia en temas audiovisuales y otra áreas. Sin embargo, predomina la cultura aquí censurada, pues la apresurada ungida ha presentado tutelas para que se proceda a su posesión a como dé lugar, incurriendo en las prácticas comunes de los aquí mencionados. Esto llamó la atención de la Procuraduría, quién en un esfuerzo por demostrar resultados, abrió la investigación respectiva, sin que aún se sepa que pasará.
Casi terminando de escribir esta columna de opinión, nos enteramos que la señora interventora de Electricaribe delegada por la Superservicios, es hoy la representante legal del nuevo operador de energía. ¡Que Horror! y ahora comienzan las explicaciones de lo inexplicable.
Hemos hecho un relato de estas conductas en orden de jerarquías, es decir, de mayor a menor, sin la finalidad de estigmatizar a nadie. Es un tema para la reflexión en todos los niveles a fin de poder establecer cuál es la razón que nos asiste para optar por este comportamiento, donde a pesar de las evidencias de testimonios, documentos, audios y videos, mantenemos la negación de los hechos o de las conductas que se nos endilgan y la mayoría de las veces acudimos al viejo sofisma “-son persecuciones políticas-”.
Presumo que en el proceso de formación del individuo ha fallado la educación en principios y valores que conduzcan a un comportamiento moral y ético ejemplar. No sé si las fallas se producen en la educación familiar o en la escolar. Siempre tengo la esperanza de que quien cometa un error de esta magnitud, rápidamente salga a disculparse, pero pocas veces ocurre. Creería que todos los seres humanos tenemos un tanque de reserva espiritual, ético y moral para enfrentar estos casos. Me da miedo pensar que la consciencia colectiva de la sociedad tiene un nivel de podredumbre tal, que no le permite usar ese tanque de reserva. ¿O será que se nos agotó?
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor Abogado-Especialista en Gerencia de Empresas Comerciales, e-mail: elverthsantosr@hotmail.com