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Por: Jenniffer Rueda Martínez

Quiero iniciar este escrito confirmando que creo profundamente en Dios, el cual considero mi Padre celestial y dueño de mi vida, soy una humilde pecadora, sin embargo, todos los días trato de vivir de acuerdo a su santa voluntad; después de haber expresado esto paso a compartir lo siguiente.

Todavía conservo en mi mente esa época memorable de mi infancia en la que junto a mis hermanos mayores y demás niños de la cuadra esperábamos ansiosamente llegara la noche del 31 de octubre, con mucha alegría y entusiasmo durante el transcurso del día desempolvábamos los disfraces que habíamos guardado desde el año anterior, muchas veces había que improvisar con algo, un maquillaje, una careta o cualquier otra cosa porque ya habíamos crecido y no nos quedaba o algo se deterioraba en el antiguo atuendo, lo único importante era portar algo alusivo a la fecha y ni hablar de la famosa calabaza, la cual mi papa sin falta nos traía a cada uno de sus cuatro hijos en ese entonces.

Por fin llegaba la hora , tomábamos un baño, nos cambiábamos, tomábamos la calabaza y metíamos el bracito delgadito entre la cuerdita que la sostenía, salíamos a la calle y armábamos el combo de la cuadra, la mayoría de las veces acompañados por alguien mayor, como en mi caso de mis hermanos, razón por la cual mis padres se quedaban tranquilos en casa con la confianza de saber que sus hijos salían a una actividad recreativa y volvían sanos y salvos a compartirles de su alegría.

Volviendo al tema de la aventura, que emoción llegar a cada casa entonando el cantico que no importaba que tan coordinado y afinado fuera, pero salía del alma y que felicidad sentir una respuesta positiva, escuchar que alguien se acercaba abrir la puerta y ver a esa persona que con una sonrisa tierna traía entre sus manos una bolsa de dulces que había comprado especialmente pensando en cada uno de esos niños.

La competencia mas bonita era al final de la jornada ver quien había sido capaz de recolectar la mayor cantidad de dulces, la emoción de llegar a la casa y vaciar las calabazas ante nuestros padres para mostrarles nuestro logro de la noche era inigualable y ni te cuento el mejor momento de la noche empezar a devorar todos esos dulces como si la vida se fuera acabar ese día, si te daba dolor de barriga o no era un detalle agregado que le restabas importancia porque era mayor la satisfacción, es que este gran acontecimiento ocurría una vez al año, había que gozárselo a como dé lugar.

Entonces vengo hace varios años dándole vuelta al tema y preguntándome:

¿Dónde esta lo malo?, sí, porque es que en ningún momento ni a mí, ni a los que tuvieron la fortuna de vivir esta maravillosa época conmigo se nos dio por pensar en que algo de lo que hacíamos era para rendirle culto al diablo o como le quieras llamar a ese ser!!!, entonces porque de un momento a otro se le ocurrió a alguien, ¡Satanizar esta bonita practica!?

– “Ah, pero es que es una celebración de otro país”, Si, y es que si a los colombianos se nos ocurrieran cosas buenas no tendríamos que andar copiando a nadie de afuera.

-” Ah es que triqui, triqui Halloween quiere decir no sé qué cosa”, bueno cámbialo por “quiero paz, quiero amor, quiero dulces por favor”

– “Ah que hay sectas que tienen rituales donde sacrifican animales y niños”, ¿y es que el resto del año no?, bueno empieza a ser todos los días padre y madre responsable y no sueltes a tu hijo ni espabiles cuando estés con él o en esta nueva realidad no salgas y celebra en casa y aprovecha para realizar una actividad familiar diferente, educativa y creativa que los saque de la rutina y fortalezca las relaciones.

-“ Ah es que la Biblia dice…” me imagino que así como esperas cada mes de octubre para hablar del versículo que habla de la oscuridad porque es el que más fácil te queda predicar, también te sabes de memoria y practicas el que habla del amor al prójimo, el de ama a tus enemigos, el de perdona setenta veces siete, el de abandona todas tus riquezas y sígueme, el de colocar la otra mejilla, el de no mirar la paja en el ojo ajeno, entre otros tantos más.

Desde hace muchos años en la historia la niñez en el mundo y sobre todo en mi amada Colombia, viene sufriendo tantas injusticias, hambre, abandono, maltrato, abusos, violación de derechos, etc., entonces porque les robamos los pocos motivos que tienen para pasarla bien y sonreír.

Todo puede ser bueno o malo dependiendo la intención, el contenido, el objetivo y la interpretación que de eso se haga.

Soy de mente abierta y respetuosa con las diferencias, pero te quiero compartir que para mí el 31 de octubre es la celebración de los niños, donde aprovechan para colocarse el disfraz alusivo a su personaje favorito que con orientación de sus padres puede ser uno que los forme y tenga un significado positivo, no puedo dejar de disfrutar verlos vestidos de superhéroes y ver como sienten que poseen esos superpoderes para vencer el mal.

Entonces mi querido lector te invito a dejar de satanizar lo que no se hace con mala intención, a no ser que así sea enseñado y aprendido, porque ya de cosas malas esta lleno el mundo, este sábado 31 de octubre y todas las fiestas, quédate en casa, arma tu plan familiar y junto a ellos, píntate la cara, inventa un atuendo con los materiales que tengas, escucha música, baila, juega, preparen sus comidas favoritas y obvio que no falten los dulces y se feliz.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor  Jenniffer Rueda Martínez,psicóloga