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Jorge Guebely
Ningún dios -de los tantos que pululan en el universo- crearía una especie dividida en clases sociales. ¡Mayúscula infamias!, ¡portentosa estupidez!, unos más privilegiados que otros. Ninguno crearía una flor superior a otra, la rosa no es mejor que el girasol. Tampoco disminuiría la importancia de la diminuta abeja ante la del enorme elefante. No construiría altos y bajos relieves en la naturaleza. Todos iguales en su estatus original, todos iguales en la diferencia, auténtica democracia de corte divino.
Sólo el ser humano torció la creación divina, creó la división de clase, la diferencia por estatus económico. Sólo él logró desnaturalizarse, corromperse, envilecerse y envilecer todo lo que conquista. El más grande depredador de sí mismo. “Lobo para el hombre”, según Thomas Hobbes. Donde los ricos pisotean a los pobres; los poderosos, a los débiles; los tramposos, a los honestos; los corruptos a los correctos.
Maquinaria clasista, torció al demócrata coronavirus. Criatura diseñada para contaminar a pobres y ricos, llevar a la tumba al potentado y al miserable Sin importar la bandera política o religiosa. Sin tener en cuenta si era el ministro Holmes Trujillo o el sindicalista Roberto Gómez. Lo torcieron, lo convirtieron en cómplice para acabar con pobres, negros e indígenas. Para arruinar aún más a los habitantes del hambre, de la mala salud, del empleo informal, del desempleo, de la miseria habitacional… Abundan los pobres muertos pobres, escasean los ricos muertos ricos. Verdadero fracaso moral, lo previó la OMS. Hoy, los países ricos se llevan el 75% de las primeras vacunas. Los pobres se quedan con el remanente, las sobras.
Gobierno Duque, gobierno clasista, gobierno pro-elite económica. Convirtió al coronavirus en aliado, en pretexto para favorecer a los potentados y despreciar aún más a los débiles. Por eso, no hubo campaña de salud, sino programa de televisión. Tampoco renta básica para los excluidos, sino fortalecimiento a los banqueros. Inútil esperar vacunación masiva para este año, entregará más de un billón de pesos a las EPS, organismos ineficientes y corruptos.
Pagamos caro la costumbre al maltrato clasista, a la aceptación sumisa de la miseria para los pobres y la abundancia para los ricos. Enfermedad mental, semeja a la del esclavo acostumbrado a los azotes del amo. Pagamos caro la ignorancia de no entender la vida, ni la dignidad divina de todo ser humano. Y pagaremos caro hasta entender la división de clase como obra de mentes torcidas, de astutos especímenes que se alimentan con la muerte espiritual y material de los pobres
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