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Por: Jorge Guebely
Se pierde la oposición en los vericuetos del poder conservador, ancestral y autoritario. Ignora que hace parte de ese poder; diseñada para hacer oposición, fingir democracia y legitimar su vigencia.
Se comporta políticamente como los políticos oficiales: electorera, enamorada de cargos públicos, ilusionada con la presidencia de la república. ¡Nada distinto a la tradición! Aman el caudillismo, relumbran sus nombres, banderean sus programas personales, pero muy parcos en el proyecto de un Estado distinto, más humano, inclusivo, verdaderamente trascendental
Ignora que los burócratas del Estado solo son eso: burócratas, no son el poder. No gobernará la oposición aun ganando la presidencia. El poder está en otra parte, en las elites económicas, nacionales e internacionales. Ignora la conversión del antiguo funcionario estatal en político profesional, realidad surgida en la revolución francesa con el advenimiento de las Repúblicas. Los mayordomos del rey se convirtieron presidentes de los Estados republicanos, en políticos del capitalista, profesionales de la administración pública.
Ignora la profunda internalización del poder tradicional en el subconsciente colectivo. No importa la mediocridad del gobierno Duque, ni sus injusticias, ni sus incapacidades, la internalización del modelo garantiza su perpetuación. Poco importan los evidentes crímenes de Estado, las permanentes masacres, los asesinatos de líderes sociales -ahora maquillados con los datos provenientes de la Fiscalía-, el domesticado ciudadano aceptará cualquier justificación con tal de no destruir su creencia.
Ignora que, como en el Salmo, muchos colombianos tienen ojos, pero no ven; tienen oídos, pero no oyen. Los enceguece el poder internalizado. No ven la corrupción de sus elegidos, tampoco su connivencia con paramilitares, ni sus cercanías con narcotraficantes, ni sus ambiciones dictatoriales. La ideología -como cualquier ideología- les opaca el dolor del hambre, de la miseria, de la desigualdad. No ven la decadencia, la destrucción del tejido social, la pérdida de humanismo. Sólo tienen oídos para escuchar los cantos de sirena, los argumentos veleidosos y falaces de sus líderes.
“Acaso, nuestra dificultad para encontrar las formas de luchas adecuadas, ¿no proviene de que ignoramos todavía en qué consiste el poder?”, se preguntaba Michel Foucault. Pregunta que devela la necesidad de una oposición distinta, consciente de la magnitud del poder. Una oposición con un modelo distinto de Estado, que promueva más el crecimiento humano y menos la acumulación desaforada de las elites. Oposición educadora que aspire menos a la presidencia y más a educar a un pueblo sumido en la desinformación, la desigualdad y el terror. Terrenos fértiles del modelo ancestral, conservador, autoritario, del actual Estado colombiano
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. jguebelyo@gmail.com