Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano
Por: Luis Carlos Lópmar
La pospandemia, los intereses electorales, la euforia y los reclamos sociales, los errores del Gobierno, la decadencia de los partidos y la nefasta rapiña de algunos ‘líderes’ se están combinando de tal forma que el año 2022 podría ser algo más que una catástrofe política para el país.
Si el Gobierno no sabe mostrar resultados y si las figuras moderadas de centro no se organizan, se juntan y dejan los egos de lado, vamos derecho al populismo de izquierda, que es peligroso, pero de lejos está mucho más orientado.
Y este llamado llega justo cuando el Gobierno comete el error imperdonable de poner sobre la mesa la discusión de una reforma tributaria. Aunque por las escasas cuentas del Estado, que salen golpeadas de la pandemia, una reforma fiscal parece inevitable. Los partidos, incluso los de la coalición de Gobierno, dijeron que no le caminan.
¡No se pueden resolver los problemas de cartera del Estado metiendo la mano al bolsillo roto de los ciudadanos! Es una indolencia incrementar la carga tributaria y no apuntar a otras salidas como perseguir la evasión, recortar la nómina del Estado y aplicar el principio de austeridad.
¿Por qué no abrirle paso a la propuesta del representante Gabriel Santos, de eliminar las consejerías presidenciales? que al final terminan haciendo las tareas de los Ministerios. ¿O qué tal esas 《gerencias locales para el covid》 con funciones de secretarías de salud?
En fin, todavía no se entiende porque el Gobierno lanzó la bomba de la reforma tributaria. En momentos de pulsos preelectorales, el Gobierno no puede darse el lujo de cometer errores, sencillamente porque se le sumaría a la falta de estrategia de los partidos y le abonarian el terreno a un desastre como el que viven ya algunos países latinoamericanos.
Miren detenidamente por unos minutos lo que está pasando políticamente. La Alianza Verde que le estaba dando forma a una coalición centro-izquierda moderada, empezó acercamientos con Gustavo Petro, lo que alejará y le quitará fuerza a candidatos como Sergio Fajardo y Camilo Romero.
La gran paradoja está en la figura de Ángela María Robledo, que partió cobijas con la Colombia Humana porque no se sentía cómoda al lado de Petro, muy a pesar de que fue su fórmula vicepresidencial. Llegó a participar en la alternativa de centro de los verdes y Petro le llegó por la otra punta. Pobre, trató de alejarse de él y terminó más cerca.
Por el lado de la centro-derecha, el caos y la confusión es peor. Mientras muchos insisten en promover el nombre de Tomás Uribe, quien una y mil veces ha dicho que no quiere lanzarse, desinflan posibilidades reales o con cuentas menos nublosas, como las de los exalcaldes Federico Gutiérrez y el sobrecalificado mediáticamente Alejandro Char.
Ellos que saben que tienen con qué, ya piensan en armar toldo aparte: una coalición donde incluso entraría Enrique Peñalosa, ¡qué Dios nos ampare!, para medirse en consulta y sacar candidato único. El problema es que solos tampoco les alcanza.
Y caemos en el punto, el único que está sumando es Petro. Ha sabido recoger lo que quedó del Polo Democrático, se está haciendo al apoyo de varios verdes y ya recogió a los hijos pródigos del Partido de la U, como el incoherente Armando Benedetti y el pastelero Roy Barreras.
Divide y vencerás, ese es el método maquiavélico que ha patentado Gustavo Francisco Petro Urrrego. Lo utilizó cuando ganó la alcaldía de Bogotá en 2011 y está repitiendo la tarea para las elecciones de 2022. Lo peor es que el camino está despejado porque del otro lado también repiten el error: se dejan llevar por el ego y candidaturas inviables.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. @luiscalopmar