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Por: Jenniffer Rueda Martínez
“Antes de curar a alguien, pregúntale si esta dispuesto a renunciar a las cosas que lo enfermaron”. Hipócrates.
Inicio este articulo con la sabiduría de esta frase, la cual aplica para todas las ciencias de la salud, pero en este caso me voy a referir específicamente a la Psicología.
Cuando una persona identifica que tiene un problema de salud mental, después de haber intentado ignorarlo por toda su vida, llega a ese punto en que ya no puede mas y se ve obligada a buscar ayuda profesional, asiste a su primera cita de valoración psicológica y descarga todo aquello que considera le esta haciendo sentir mal desde hace mucho tiempo, creería yo que los psicólogos somos concebidos como seres con poderes sobrenaturales que después de escucharlos vamos a sacar la varita mágica que tenemos guardada en uno de los cajones de nuestro escritorio, con la que vamos hacer unos movimientos circulares a la vez que mencionamos unas palabras raras y ¡cataplum! listo asunto arreglado, y digo esto porque es increíble la cantidad de personas que abandonan sus procesos terapéuticos prefiriendo continuar con una vida infeliz antes que aplicar técnicas y métodos que los conducirán al cambio.
Siempre que inicio un proceso terapéutico con un paciente, desde la primera sesión me gusta ser clara con las reglas de juego, como son espacio, tiempo e inversión, pero también les informo que a partir de ese momento las cosas no deben ser igual, que hay que cambiar rutinas, hábitos, estilos de vida, hacer ejercicios de entrenamiento mental, realizar compromisos y colocarlos en práctica en el día a día, que siguen unos controles de supervisión para evaluar la evolución, entre muchas otras cosas dependiendo cada caso, y mientras voy haciendo el comunicado solo mueven la cabeza de arriba hacia abajo en señal de afirmación, luego dicen “doctora pero usted no me puede recetar algo para sentirme mejor” a lo que les respondo que “ya lo hice” y les explico que si con recetar se refieren a medicación con sustancias que surjan algún efecto inmediato tipo “pañito de agua tibia” donde se mantengan sedados y dopados la mayor parte del tiempo para huir de su realidad y además se vuelvan fármacos dependientes la respuesta es NO (aclaro que hay casos excepcionales en los que la medicación es indispensable); yo si receto, pero a través de las palabras, las orientaciones y las instrucciones que doy para lograr cambios definitivos que se van a dar en un proceso a través del tiempo y a la velocidad del tamaño de la responsabilidad y el compromiso del paciente, es decir que eso no es de gratis, sino por el contrario le toca trabajar.
Las personas quieren superar traumas, mejorar sus historias de vida, dejar de sufrir, salir de cuadros depresivos, de ansiedad o cualquier otro trastorno o patología sin hacer nada diferente a lo que vienen haciendo toda la vida, es obvio que si continuas con las mismas practicas te van a llevar a la obtención de los mismos resultados que lo tienen en este momento de la historia y en la condición en que están, no quieren vivir los procesos, le temen al cambio, prefieren confiar el viejo refrán “mas vale malo conocido que bueno por conocer”, se aferran al sufrimiento, se paralizan en el pasado repitiendo todos los días las mismas historias, no actúan sobre un nuevo presente que dará a luz un transformado futuro, y si, hay quienes lo intentan pero con la esperanza de resultados inmediatos, mi querido lector si tu has pasado años viendo de determinada manera teniendo pensamientos y practicas equivocadas, ¿en cuanto tiempo esperas que tu cerebro logre una nueva programación para una nueva vida?
Hemos sido programados como seres humanos dependientes a personas, cosas o situaciones, creemos que existe solo una manera correcta de vivir la vida y es tal vez la que viene ocurriendo de generación en generación en nuestro cuadrado familiar y que si todos se acostumbraron así es porque esa es la verdad absoluta aunque evidentemente las consecuencias sean atroces, nos acomodamos a lo malo aunque no seamos felices, normalizamos el sufrimiento, creemos que no hay nada mas allá diferente y mejor a lo que hasta ahora conocemos y si anhelamos un cambio entonces no estamos dispuestos a renunciar a lo que tanto nos ha hecho mal.
Son pocas las personas que se dan esa maravillosa oportunidad de transcender, que desarrollan responsabilidad, entrega, compromiso, sentido de pertenencia por su tratamiento, que viven su proceso “sin pausa, pero sin prisa” como dice la canción, y que cuando se logra el objetivo de la terapia pueden expresar con una amplia sonrisa “si yo hubiera sabido que esto se sentía así de bien lo hubiera hecho hace mucho antes” pero solo lo experimenta los que tienen la valentía de llegar hasta el final, donde el psicólogo les da de alta, para que continúen alimentando su proceso pero ya solos, porque ya aprendieron como hacerlo, porque el ser humano debe vivir en constante y permanente mejora y evolución hasta siempre.
Si estas dispuesto a cambiar para lograr bienestar y calidad de vida en todos los sentidos busca la ayuda profesional que está esperando dispuesta para ti, de lo contrario no hagas que tu psicólogo pierda el tiempo y tu no pierdas la plata y continúa sumergido en tu mal, de una vez por todas elige entre salud y enfermedad.
Finalizo con una frase del doctor Carlos Jaramillo que cita así:
“Todos queremos salud, pero no siempre empezamos por lo básico que es renunciar a las causas de mi enfermedad”.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, Jenniffer Rueda Martínez, Psicóloga