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Por: Jorge Guebely

No sirve encerrarnos, enterrar la cabeza como el avestruz para no ver las políticas neoconservadoras del país. La concentración de riquezas entre ricos y la proliferación de miseria entre pobres. El vergonzoso incremento de la desigualdad. Política perversa, universal, neoliberal; origen de inmensos quebrantos a la humanidad, al planeta y a todas las especies, según el libro, “Daños colaterales. Desigualdades sociales en la era global”, de Zygmunt Bauman.

No sirve elegir políticos cínicos que ignoran el desastre nacional, promueven la indiferencia y prostituyen al votante. Verdaderos microbios que pudren la democracia. Políticos neoconservadores, liberales o conservadores- ultra-mezquinos, parteros de otra ignominia humana: la “infraclase”

“Infraclase” clase inclasificable. No pertenece a la clase alta, ni media, ni baja, por su exclusión del sistema económico. Subsiste sin ingresos, sin pertenencias. Parias en su propia patria.

Los “infraclases” proliferan en Colombia. Los peores damnificados en desastres sociales y naturales. Perdieron el empleo con la pandemia del covid y sus viviendas con el vendaval Iota en San Andrés. Pierden sus vidas en la guerra contra el narcotráfico y sus pequeñas propiedades en la confrontación guerrilla-paramilitares-Estado. Pierden el derecho a la alimentación con cada reforma tributaria. El racismo y machismo nacionales y la voracidad económica de los ricos, los invisibiliza. Existen sin ningún precio económico, ni ningún valor humano.

Desechos de la política neoconservadora, del uribismo y sus aláteres políticos. Indigentes que deambulan como monstruos diurnos, desempleados de la ciudad y el campo, padres de familia acorralados, niños derrotados por las hambrunas, campesinos desplazados, pequeños empresarios arruinados, jóvenes diplomados pidiendo primera oportunidad, estudiantes excluidos de instituciones educativas, líderes sociales asesinados, niñas que huyen de la prostitución y son alcanzadas, púberos en la distribución de drogas… Muchos obligados al puñal por un celular. No alcanza el estatus de obreros pues carecen de trabajo, tampoco como lumpen pues son personas decentes.

Políticas neoconservadoras que cultivan el miedo, el terror, el horror y sólo propone más violencia, más horror, más terror, más miedo. Armar a los ciudadanos de “bien”, poblar la ciudad con cámaras y drones, ordenar el uso de la fuerza bruta de la policía hasta el asesinato, estimular los bombardeos militares. Promueven guerras internas y externas; gastan enormes sumas en aviones de combate, en su buen negocio social, político y económico.

Imposible, repito, cegarse ante el huevo de la serpiente, enterrar la cabeza como el avestruz, no ver la incubación del enorme malestar humano, un futuro e impredecible levantamiento social. Ningún ser vivo permite que le borren la vida tan impunemente, tan alevosamente.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. jguebelyo@gmail.com