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Por: Jenniffer Rueda Martínez

Como profesional de Psicología, no deja de inquietarme las consecuencias negativas tan profundamente significativas en la salud mental, que se están agravando e incrementando desde que inicio la pandemia, documentándome acerca del tema leía un documento de COLPSIC cuya información coincide con lo que quiero informarles.

Con el fin de mitigar el riesgo de contagio, el gobierno nacional adopto el confinamiento obligatorio.

Aunque la estrategia afecta la transmisión del virus, impacta diferentes áreas de la vida, en particular la interacción social, las actividades laborales, académicas y sociales, todo lo cual incide negativamente en la salud mental de las personas encontrando alta prevalencia de ansiedad y depresión, ira, miedo, tristeza, culpa, duelo e insomnio, estrés post traumático. Igualmente se ha visto impacto en fenómenos de exclusión social, estigmatización, violencia familiar y maltrato infantil.

Las escuelas se vieron obligadas a implementar la educación virtual, lo cual dificulta el acceso a la educación de los niños de las familias de bajos recursos, quienes carecen de internet y de equipos como celular, Tablet, computador, materiales de papelería y didácticos. Asociado a esto se encuentra el hecho que las familias se sometieron a una reorganización en su cotidianidad, donde tanto adultos, como niños tienen que cumplir sus deberes laborales y escolares respectivamente e incluso realizar turnos para el uso de la tecnología, además de ocuparse de las actividades del hogar. Deben replantearse las normas, reglas y limites dentro del hogar, delegar funciones para que todos se organicen y trabajen en equipo, la mayoría de los niños, adolescentes y hasta adultos se despiertan 5 minutos antes corriendo se lavan la cara para que los vean conectados, lo cual no les permite programarse para la actividad que van a desarrollar. Adicionalmente padres, adultos y profesores debieron adaptarse al uso de ayudas informáticas y digitales con el manejo de las plataformas, pasaron bruscamente de lo tradicional a los avances tecnológicos.

Se ha evidenciado la deserción escolar ya que hay menos probabilidad que niños y niñas en situación de vulnerabilidad continúen su proceso escolar, aún peor para niños, niñas y adolescentes en condición de discapacidad, embarazadas, madres solteras en pobreza extrema.

Así mismo, afecta a los niños en etapa preescolar cuyo aprendizaje depende de las interacciones directas a través del juego entre otras actividades donde hay que tener toda la atención sobre ellos, en el caso de las familias con varios hijos, con padres que trabajan se están enfrentando a un gran desafío.

Durante el confinamiento ha existido mayor vulnerabilidad para la adopción de reacciones agresivas y violentas en las interacciones cotidianas. Con ello muchas mujeres, niños, niñas y adolescentes han sido víctimas de violencia doméstica, negligencia y abuso, incluida la violencia emocional, física y sexual.

También hay consecuencias económicas, muchas familias han perdido su única o principal fuente de ingresos. Se ven en apuros para cubrir el costo de la vivienda, la comida, la salud.

Se ha encontrado una relación entre el estrés de los padres con el estrés y la ansiedad infantil. La salud mental de los padres es fundamental para la educación en el hogar y el bienestar del niño durante la pandemia, se recomienda desarrollar rutinas familiares que favorezcan la salud mental del grupo familiar.

Hay que mencionar que otra problemática es que el tema de la virtualidad ha desencadenado mayor contacto con las pantallas, ya no solo por gusto a las redes sociales sino por obligación para el cumplimiento de deberes escolares y laborales, lo cual está relacionado con problemas de sueño, atención, memoria, aprendizaje y depresión. Por esto se recomienda en la medida de lo posible limitar o reducir el tiempo de exposición a pantallas, especialmente antes o durante las horas de acostarse para minimizar los efectos dañinos en el sueño y el bienestar y se recomienda a las familias retirar los medios electrónicos (tv., videojuegos, pc, Tablet, celular) de las habitaciones. No reducir la comunicación a algo tecnológico, sobre todo que se convierte en otro factor de riesgo para los menores que están interactuando tanto con conocidos como con desconocidos. En su lugar redescubrir la importancia del tiempo en familia y si es posible el contacto seguro con un amigo.

Promover espacios de socialización, la comunicación y la interacción permanente a través del dialogo y el juego son fundamentales, desde allí se aprenden las principales normas sociales de convivencia. Los niños, niñas y adolescentes necesitan espacios en los que sean valorados, escuchados y se sientan importantes, esto incide en su desarrollo físico y psicosocial.

Crea oportunidades para la expresión libre y asertiva de los afectos y los sentimientos, tanto los experimentados en familia como en la escuela.

Familia y escuela deben estar coordinados para facilitar el dialogo, la expresión de emociones, para escuchar y ser escuchados en ambos espacios.

Exprese los propios sentimientos y emociones a los menores de forma asertiva, esta es la mejor estrategia para que los niños también aprendan a hacerlo. Demostrar que aun en momentos de agitación es posible convocar a la tranquilidad para resolver problemas o alcanzar retos propuestos es un excelente referente para enseñar la regulación emocional.

Promueva reuniones on-line en familia cuando el contacto presencial no sea posible o recomendado. En ellas promueva que los niños puedan hablar, ver e interactuar con familiares cercanos y lejanos.

Establezca espacios familiares para ver contenidos televisivos o de internet, así como escuchar espacios radiales, haciendo de ellos una oportunidad para comentar los mensajes que transmiten los medios, fortaleciendo así su sentido crítico en cualquier edad.

Promover espacios lúdicos, la salud mental se favorece con la recreación.

Cuando sea posible según el comportamiento del virus, hacer salidas empezando por una hora a la semana en espacios abiertos, guardando todos los protocolos de bioseguridad.

Estar atento a señales de malestar emocional de niños y adolescentes, ayudándoles a reconocer, entender, manejar y expresar sus emociones.

Recordar que estar saludable no es solo no estar contagiado, nos estamos saltando etapas y procesos fundamentales para la salud mental de las personas con consecuencias lamentables como el suicidio; sin salud mental, no hay salud.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, Jenniffer Rueda Martínez, Psicóloga