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Por: Roque Ortega Murillo

Un joven barranquillero profesional del diseño gráfico consultó recientemente a la Medicina Tradicional China, pues después de una gripe le apareció un dolor en la garganta que le impedía en algunas ocasiones tragar; además, diferentes estudios como radiografías y resonancias, entre otros, no arrojaban ninguna evidencia que justificara la presencia de dicho malestar. “¡Hay que remitir al psiquiatra, se está construyendo una película de vaqueros!” sentenció unos de los facultativos.

Indagando descubrimos que al joven diseñador le provoca profunda rabia la injusticia social y que ha vivido, en el desarrollo del paro nacional, con una fuerte ira contenida. Él manifiesta que cuando ve un policía en la calle le provoca “mentarle la madre” y gritarle: ¡Asesinos! pero se aguanta: “Me emputa el abuso desmedido de la fuerza contra los pelaos… ¿Cómo es posible que dejar tuerto a los muchachos, sea un deporte nacional?… Sufro esas muertes, como si se tratara de alguien cercano a mi o como si se tratara de mi propia muerte…”

Para la Medicina Tradicional China los impactos emocionales son el detonante de la aparición de la enfermedad, de manera que un temor, que es la antesala al miedo, puede provocar la aparición de un tumor, por ejemplo. Vemos como el susto paraliza las funciones orgánicas: el pánico que ha generado el miedo al el COVID-19 es un inmunosupresor brutal, provocando que nuestro sistema inmune pierda su capacidad de adaptabilidad al virus o a cualquier otro.

La cólera afecta directamente el hígado según esta antigua tradición de más de cinco mil años que en el 2010 fue declarada por la UNESCO, a la Acupuntura y Moxibustión particularmente, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Retomando el caso del joven se puede indicar que cuando esa rabia anteriormente mencionada no se expresa, puede provocar estragos, apareciendo incluso piedras en la vesícula biliar o desencadenando un accidente cerebro vascular.

A, Manuel, como se llama el joven, esa frustración e impotencia de no expresar esa rabia encerrada, le está provocando el dolor en la garganta, no es ninguna consecuencia de la psique alterada, no está loco. Como dice Carl Jung: “lo que no se expresa se convierte en destino”. Esas emociones que se guardan son como una bomba atómica que va explotando paulatinamente y son culpables del caos en el organismo.

Hace poco una mujer chef sufrió una parálisis facial debido a la rabia que tiene contra su jefe, un dictador en el restaurante, ella no lo soporta, lo quiere lanzar del segundo piso a la calle o meterlo en el horno donde cocinan las pizzas. Como no lo puede hacer se termina auto agrediendo; eso le provocó la parálisis.

La cólera es un sentimiento dañino y desafortunadamente la violencia es la forma de relacionarnos en este estilo de vida que nos han impuesto; competitivo, desleal, “de zancadilla” y guerrerista. Así que el que paga el pato es el pobre hígado, que, en un estado de salud equilibrado, es generoso, y bondadoso, semejante a un árbol, acogedor. Un dato importante a señalar es que, según la Medicina Tradicional China, la rabia está afectando al bazo-páncreas, de ahí el aumento de la diabetes. Una pandemia que está causando estragos en más de 500 millones de personas que la padecen y 1.5 millones de personas mueren al año por culpa de esta enfermedad según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Para la tradición oriental todos los órganos sienten, piensan, y cualquier emoción patológica afecta sus funciones, por ejemplo: el riñón se afecta con el miedo, el temor, el pánico y el exceso de responsabilidad. 

Teniendo en cuenta como esa rabia inexpresiva del joven diseñador le está afectando su garganta, nos imaginamos que, como él, hay millares de pelaos y gente mayor indignados por como este gobierno ha reprimido la protesta, pues la brutalidad policial, semejante a la de una dictadura es una vergüenza para cualquier país que pese a las nefastas cifras del exterminio de todo un partido político, cinco mil de sus militantes asesinados, o a los más de 6000 llamados “falsos positivos”, un país donde se asesina a más líderes defensores del medio ambiente en el mundo, o atreverse a ser defensor de derecho humanos es como colgarse una lápida en el cuello. Nuestra historia es sangrienta, tenemos una democracia totalmente excluyente y realmente antidemocrática, en donde a la oposición se le acribilla y se le colocan miles de obstáculos. Solo pueden gobernar unas castas privilegiadas. Sin duda, el hígado de tantas personas indignadas, de los que se acuestan sin comer, de los que a sus hijos le han sacado un ojo o en el peor de los casos los han asesinado, deben estar colapsando. Aquí nunca, y menos en este gobierno, se han respetado los derechos humanos. Solo se apoya a la llamada “gente de bien”, que sin escrúpulos saben crear grupos de autodefensas y con apoyo de las autoridades disparan al manifestante. Hasta hoy no hay un solo detenido por esos delitos. ¡Insólito! Todo esto despierta la ira colectiva.

COLOFÓN: debe ser uno de palo para no sentir rabia por el cinismo de este gobierno al ignorar el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y al declarar a la prensa que “nadie puede recomendarle a un país ser tolerante con actos criminales”.

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