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Por: Jorge Guebely
Colombia, sólidamente clasista, dominada por una minoría caníbal, corrupta y contaminada por el narcotráfico. Mentalmente sumida en la pre-modernidad. De espíritu colonial y autoritarismo irracional sin ningún sentido humano.
Nada les cambia la moral monárquica a los aristócratas tercermundistas. Ni la revolución francesa, ni las cuatro revoluciones industriales acaecidas en el mundo occidental. Persisten en pensar y actuar como señores de la gleba, como terratenientes momificados. Creen merecer todos los privilegios sin importar la enorme tragedia de los otros.
Clasistas sus gobiernos. Sus presidentes surgen de las pocas familias presidenciables igual que sus ministros y embajadores. Nunca de la humildad económica, a excepción de Marco Fidel Suárez, solitario ejemplo para glorificar la dictadura clasista
Clasista su educación. Sus miembros se educan en prestigiosas instituciones privadas: Andes, Javeriana, Sergio Arboleda o en el exterior, mientras asfixian la educación pública, las de los pobres.
Clasista su ejército poblado de soldados pobres, 92%. Jóvenes que enfrentan guerrilleros y demás enemigos del Estado. Los que nada tienen, excepto sus vidas que la ofrecen para defender las propiedades de los que tienen casi todo. Jóvenes campesinos, 50% de los soldados, quienes luchan a favor de quienes les despojan la tierra. Clasismo perverso, mezquino, inhumano.
Clasista la policía. Abajo: los policías, la mayoría, los pobres, los que exponen sus vidas, movidos por un salario miserable, por un discurso patriótico y maquiavélico. Arriba, la minoría, los ricos, los generales, los que mandan. Los que aman las guerras porque nunca mueren sus hijos.
Clasistas debieran entonces ser también las elecciones. Los ricos votando por los candidatos de los ricos, los tradicionales. Los pobres votando por los candidatos de los pobres, los de oposición. Poco importa si es electorera y pendenciera. Tan caníbal como los otros. Aparecerán candidatos distintos y vendrán tiempos mejores.
Inteligente si José Félix Lafaurie, presidente de FEDEGAN, vota por María Fernanda Cabal. Es su esposa, representa cabalmente los terratenientes. Inteligente si banqueros y grandes empresarios votan por el que diga Uribe. Defienden correctamente sus patrimonios y privilegios. Voto clasista.
Estúpido si un pobre vota por los candidatos de las elites. Vota por el peor de sus verdugos, por más miserias y hambrunas, por la podredumbre nacional y el narcotráfico elitista, por más desaparecidos y falsos positivos. Vota por el irrespeto a su propia dignidad humana.
“…la democracia, tal como ha sido ejercida hasta ahora, nos ha llevado a este triste destino”, afirmaba Juan Bautista Alberdi. Por supuesto, la democracia de las elites. Aún no hemos construido históricamente la democracia ciudadana.
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