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Por: Jenniffer Rueda Martínez

Los juegos olímpicos que se realizan este año en Tokio, han dejado ver un espectáculo extraordinario, donde no solo hemos tenido la oportunidad de observar el gran talento y potencial de muchos deportistas destacados en todo el mundo, si no que nos ha sorprendido con historias que muestran abiertamente la humanidad de quienes compiten, en este caso me voy a referir a la noticia de la reconocida deportista Simone Biles de 24 años de edad, considerada la mejor gimnasta de la historia. La estrella estadounidense decidió no seguir participando en la competencia. Dijo que lo hacía porque quería concentrarse en su salud mental, afirmando que “Ya no confío tanto en mí misma”.

Pero este no ha sido el único caso, hace pocos meses, la tenista japonesa Naomi Osaka, tomó la decisión de retirarse del Abierto de Francia por la misma razón y el tenista británico Andy Murray anunció un retiro temporal de las canchas en enero de 2019 para concentrarse, también, en su cuidado mental.

Después de enterarnos de estos casos, la gran pregunta es ¿Cómo es posible que estos jóvenes deportistas que aparentemente se ven tan saludables, ganadores de exigentes competencias y exitosos lleguen a tomar estas decisiones tan radicales?

La respuesta a esta pregunta la tiene la OMS con su definición de salud: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.

Estamos acostumbrados a que todo lo externo, que se pueda ver y tocar, se debe ver bonito, porque, de la manera como nos vemos por fuera, es como vamos a ser socialmente valorados en cualquiera de las áreas del ser humano, aunque esto implique aparentar una realidad totalmente diferente a la que vives, sobre todo en estos tiempos en que están tan de moda los likes y la suma de seguidores.

Pero resulta que existe otra parte, esa que es intangible y que son componentes del complejo y maravilloso universo de la salud mental, como, por ejemplo; los pensamientos, las emociones, los sentimientos, entre otras cosas; como no se ven, entonces creemos que podemos pasar la vida haciéndonos los locos, ignorando todo, como si no existieran. Las personas pretenden de manera muy ilusa llevar una especie de vida paralela, como si externamente pudieras mantener una imagen que construyes para agradar o encajar en el mundo, mientras ocultas lo que en realidad eres, pero que solo quieres mantener en secreto para ti, porque contiene en sí mismo características que por su naturaleza chocan o repelen ante el concepto de “normalidad” que todos conocemos.

Sin embargo, aunque lo mental no salte a la vista de todos porque esta camuflado bajo el disfraz que escogemos mostrar a diario, esto es tan poderoso, que si no te responsabilizas de darle la atención y gestión que necesita, el mismo va a buscar la manera de salir y casi nunca de la mejor manera, ya que lo debes imaginar que este tema inicia como un pequeño moustrito al que creemos dormido, pero que sin darnos cuenta al pasar el tiempo está creciendo en tamaño y en fuerza, ya que se alimenta cada día de lo que descuidamos, y llega ese día cualquiera en que despierta porque ha alcanzado tal tamaño que ya no cabe dentro de ti y necesita buscar salida, ya no solo para perturbar tu vida interna, sino todo y todos los que te rodean, ese moustrito, se ha convertido en un gran demonio, que como todos es indispensable exorcizar.

El ámbito deportivo que debería ser modelo a seguir de salud, se está concentrando únicamente en el rendimiento físico, pretendiendo formar no personas, sino maquinas que consigan sus objetivos al precio que sea.

Estos casos mencionados, solo deja ver la negligencia que existe en cuanto a la falta de atención e importancia con la salud mental de los deportistas, sabiendo que si invierten en que un profesional de la psicología haga parte del selecto grupo de preparación, quien sea un acompañante constante en el proceso de principio a fin, tan importante como el preparador físico.

Aplaudo y felicito de pie, a los deportistas aquí mencionados y a todas las personas que se siguen atreviendo a hablar y defender su salud mental porque han descubierto que estar enfermo mentalmente pesa más que tener una medalla de oro colgando en el cuello.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, Psicóloga, Jenniffer Rueda Martínez