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Por: Arnulfo Valdivia Machuca
La escalinata multicolor es impresionante. Al pie de las alfardas, dos impecables cabezas de Kukulcán. Sobre el dintel de doble columna, el mascarón del dios solar K’inich Ajaw preside imponente el friso del templo de la pirámide maya que vigila el ingreso al parque.
Es inevitable admirar la belleza de Shenzhen. Sí, de Shenzhen. La Playa Maya se llama y es el parque acuático más grande del país, ubicado en la hoy tercera ciudad más rica de China y octava en el mundo.
En 1980 Shenzhen era un puerto con 30 mil pescadores, hoy su producto interno asciende a 430 mil millones de dólares. Si Shenzhen en vez de ciudad fuera un país sería la economía 28 del mundo, por encima de Austria, Irlanda, Argentina y, aunque no lo creas, de los Emiratos Árabes.
Ese es el poder de las ciudades. Nueva York, la ciudad más rica del mundo, tiene una economía de 1.75 trillones de dólares. Si también la supusiéramos un país, sería la economía número 9 de la tierra. Por sí sola, la ciudad es más rica que Canadá, Rusia, Brasil o Australia.
El futuro también es de las ciudades. Para 2050, 70% de la población global vivirá en ellas. Apenas en 1990 sólo 10 ciudades en el mundo tenían más de 10 millones de habitantes; hoy son 28. En 30 años tendremos 2.5 mil millones de personas más viviendo en áreas urbanas. Y es que, más allá de nuestro romanticismo bucólico, es innegable que se vive mejor en las ciudades.
La disponibilidad y calidad de los servicios básicos, los servicios médicos, la educación, el acceso a tecnología y las posibilidades económicas son infinitamente superiores en las ciudades. También lo son los retos: la criminalidad, el abuso de recursos energéticos, los conflictos sociales, las dificultades de movilidad y el daño medioambiental son complejidades connaturalmente urbanas; desafíos impresionantes que, no obstante, presentan oportunidades fabulosas como el desarrollo de soluciones inteligentes, la movilidad autónoma, más energía limpia y la prestación de servicios innovadores. Al final, lo cierto es que los paradigmas de desarrollo hacia dentro de los países e incluso hacia afuera deben entender esta realidad para atenderla y aprovecharla.
Tendría sentido que incluso las estrategias comerciales globales se dirigieran gradualmente desde y hacia las ciudades, pues conforme las ciudades se vuelven más ricas y relevantes, las naciones y las subregiones lo son menos. Y aunque el marco legal de toda actividad seguirá siendo nacional, la generación de riqueza hacia delante será inevitablemente local.
Por ello, prepárate para el nuevo mundo de las ciudades, pues en él habrás de operar en las décadas por venir. Si ya nos ganaron la Playa Maya en Shenzhen, ¿Qué tal que armamos la Discoteca Azteca en Nueva Delhi? Creo que empiezo a desvariar. Hasta aquí el consejo poblacional de tu Sala de Consejo semanal.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, Arnulfo Valdivia Machuca @arnulfovaldivia