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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez
Aceptamos la invitación que nos hizo la fundación Brisas de Paz, para conocer de cerca las maravillas el lado hermoso y fascinante que presenta y ha presentado el embalse del Guájaro, y vivir con una intensidad gradual toda la ancestralidad y los rituales de rigor que utilizan sus pescadores en cada faena. El epicentro fue el municipio de Repelón y sus corregimientos Villa Rosa y Rotinet, fueron varios días conociendo sus anécdotas e historias contadas por los propios pescadores, disfrutando de la brisa del embalse, de su majestuosidad, del calor sofocante, de la amabilidad de la gente del sur del departamento del Atlántico y de los saberes y sabores, que caracterizan a este trópico caribe.
¡Si se quiere conocer historias, se debe ir a la fuente, a las comunidades!
Entre cuento, charlas y fotos de los rostros curtidos por los rayos del sol y las miles de faenas de pesca, los pescadores jóvenes y viejos, todos comenzaron a expresar sus inconformidades, sus desilusiones y remontarse al pasado cuando tenían abundancia de comida, la Mojarra Lora, la que ellos llaman la mamá del embalse.
“En el embalse, no hay mojarra, aquí ya no logramos pescar nada, nos estamos muriendo de hambre” clamor de muchos pescadores que hablaron.
La Tilapia o Mojarra Lora, era según todos los pescadores artesanales que entrevistamos, el máximo sustento de más de 3795 familias, comprendidas en los municipios de Sabanalarga, Repelón, Manatí y Luruaco, “tuvimos que agremiarnos en Federación de pescadores, para defender el derecho al trabajo de las 45 organizaciones de pescadores. En el 2008, se prohíbe el repoblamiento de la mojarra, mediante acto resolutivo 0848 del Ministerio del Medio Ambiente, dejando como saldo la hambruna total en los pescadores y en la población” afirma Arcadio Pérez, presidente de la Federación.
Nos pareció bien curioso que los pescadores reclaman, que no se les tienen en cuenta su conocimiento ancestral y su sabiduría con relación al arte de la pesca. El bocachico, la lisa y otras especies, no se quedan en la ciénaga, se van a desfogar al río y no regresan, mientras que la tilapia, se queda en el embalse, y se reproduce en las profundidades de las misma. Lo que hace que siempre abunden en el cuerpo de agua.
Logramos presenciar la practica del corral, una faena de pesca, que involucra, 15 canoas con 30 pescadores, los cuales al tiempo abren sus atarrayas al agua; en otros tiempos según muchos de ellos, era algo maravilloso, con resultados increíbles; hoy, por el contrario, metieron tres veces sus atarrayas y solo lograron sacar unas cuantas mojarritas amarillas muy pequeñas y 5 rayas, que, para los pescadores, son un gran enemigo para ellos, ya que se convierte en peligro para sus vidas.
Ver el amanecer en el embalse del Guájaro, disfrutar de las distintas aves, contemplar la flora y divisar la inmensidad de este lugar es sencillamente un placer y un regalo para el alma; pero queda el sin sabor, al escuchar a los protagonistas, quejarse porque muchos están acabando con la ciénaga, la sedimentación, la contaminación, el calentamiento global, las malas prácticas de pesca como los chinchorreros, el robo de las ciénaga, y una mala postura para la siembra de alevinos, están haciendo que se note la tristeza y el hambre en la zona.
Los pescadores le hacen el llamado, a los políticos costeños de esta parte de Colombia, para que les ayuden a resolver muchos de los problemas como lograr derogar la resolución 0848.
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