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Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.
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“Yo nunca he querido escribir más que para reforzar EL DESEO DE VIVIR de mis lectores“. Fernando Savater, filósofo.
Decidí aplazar para otra ocasión el anunciado tema de sentencias penales y opiniones periodísticas. Para seguir abordando en ésta, como en la próxima, el tema de este largo, tedioso y lluvioso mes de Septiembre: del amor y de la amistad, asunto que es coctel que me seduce desde que leí aquellos versos de Neruda…” amo el amor de los marineros que besan y se va. En cada puerto un amor espera”(Farewell). Besan y se van como las brisas del río en las tardes de terraza en Jardines.
Decidí al leer, otra vez, a Savater recordando a su dama fallecida como todo un caballero andante. Otra especie de marinero. Leyendo “la peor parte, memorias de amor”(Ariel), libro dedicado por Fernando a contar los 35 años de vivir acompañado por Sara Torres, su mujer. Su lectora esencial. En la contraportada se lee: “…es un canto emocionado a la vida, una llamada a amar y disfrutar en todo momento con la persona que amas. A vivir. Porque en el libro está la pérdida, la ausencia, la muerte, el dolor, la enfermedad, pero también la lucha, el compromiso, el sexo, las risas, las bromas, las complicidades. Todo eso es la vida.”
Había venido seleccionando materiales e ideas para poder escribir otra reflexión sobre el amor y, por qué no, sobre la amistad… con mujeres. Es parte del método de redacción que practico: primero acumulo papel tras papel, los mastico como cualquier rumiante, soy semo-viente, desecho. De lo que queda en el colador metálico de la mente (corteza cerebral), escribo. No soy una pluma al viento. Nunca he escrito un twitter, pues cuando redacto un texto lo he rumiando como una vaca sin dueño, libre, que camina y come papel-basura en las calles de barrio donde no hay pasto ni verde ni fresco. Nunca he sido un escritor neutro, Sr. Embajador en Madrid. Las palabras, como las letras, no son neutras, existen libremente. Es el lector quien las elige.
Así que otra vez comparto con los lectores de telatiroplena.com una que otra recomendación para vivir bien en las costillas soñadas de una amada mujer amiga. Comienzo con un converso al amor por una buena mujer, el ex-parroco del espíritu santo, el man de la samaria, que se siente killero, Alberto Linero, también columnista. Alberto en una entrevista que concedió a la revista semanal del diario El Heraldo, GC gente caribe, en Agosto pasado, con motivo del lanzamiento del libro suyo: amar es ganarlo todo, bajo el titular: “Yo quiero poner de moda el amor“, a unos interrogantes, respondió:
Pregunta. ¿Por qué de felicidad?
Respuesta: “Porque me siento amado, valorado, reconocido, apoyado, complementado, porque siento que hay alguien a mi lado con quien construyo la vida, porque hay placer en toda su gama, desde el placer sexual, el físico que estalla en un orgasmo, el placer de sentirse en la mirada cómplice de la compañera que te dice– estoy contigo-, el poder leer una poesía juntos, soñar con el verso y ahogarnos en su mar profundo o cuando bailamos una canción de todo tipo, ella es más rockera y yo soy más de Diomedes Díaz y los Hermanos Zuleta. La vida está en todos esos detalles y la celebramos todos los días a pesar de las tragedias que hay como la pandemia”(negritas mías).
P. ¿Si la mayoría de las personas somos analfabetas en el amor, como usted lo expresa, cómo nos empezamos a educar para dejar este analfabetismo?
R. “Siendo conscientes de que somos analfabetas en el amor. El círculo de la enseñanza lo primero que te exige es que seas consciente de tu ignorancia (…). Yo recibí clases de trigonometría, de derivadas, de gramática, de sintaxis, de los sistemas filosóficos, yo nadé en las profundidades de los textos teológicos pero nadie me dio una clase de amor, no me enseñaron a amar ni a dejarme amar. Entonces la primera tarea es ser consciente de que de esa vaina no sabes nada y que tienes que empezar a aprender, y solo se aprende cuando uno es capaz de reflexionar sobre la cotidianidad, de hacer conciencia de los aportes que la vida a través de los otros, de la lectura, de las relaciones, te está haciendo“(negritas mías).
Estas declaraciones del prolijo escritor Linero me satisfacen, pues antes “nadaba” en otras profundidades no tan pedagógicas como las que expresa al disfrutar del amor generoso de una mujer buena, su pareja de vida buena. Entonces, eso me alegra, pues declara que el amor es un aprendizaje cotidiano. Que la vida buena es la erótica. Esa que nace de poetizar cada día la vida cotidiana. La que soñamos y la que sudamos en cada sol, en cada luna. Prometo leer el nuevo libro de Alberto, a quien conocí intelectualmente por mi compañero de Maestría, el padre Alberto chamorro, su pana en el programa de Telecaribe Los Alberto, recuerdo. Y acá diré mi lectura crítica. Me alegran estas declaraciones suyas porque coinciden con las mismas: necesitamos un curriculum emergente para implementar en la educación colombiana la catedra del amor, desde la educación de la niñez, como lo investigue, defendí y diserté en el Doctorado de Educación de la Universidad del Atlántico, donde existen todavía “docentes indecentes” que siguen creyendo que mejor hablar de amor es ser “alguien del otro equipo”. No hay derecho que esos señores sean “educadores” universitarios. Aprendan de Linero: amen a una mujer generosa y si es en un harem a lo Occidental “mucho más mejor”, como dijo el otro.
En el perfil del WhatsApp una dama amiga escribió esta frase: “La distancia es solo una unidad de medida física y el amor de eso no sabe“. Indague a quién la escribió. Callo. Presumo que a un amor ausente. Pero me intereso la cita por el alcance racional o de sabiduría que se le atribuye al amor que de distancia no sabe. No es tan cierto, pues se conocen amantes a la distancia. Aquellos que nacieron con el Internet, pero que existían por las cabinas de correo que Avianca tenía en el edificio, de arquitectura no protegida, en una de las esquinas del Paseo de Bolívar. Lo que ocurre, digo, es que los ardores y ansías de la pasión requieren el frescor de una piel desnuda. Y entonces, allí la distancia engendra otro amor, otra piel. La locura del animal que ama, tanto en la plaza como en la cama. Para saber de eso hay que estudiar roma, ciudad abierta, de Nerones y Cleopatras.
Por ello es bueno conocer las recomendaciones del revolucionario norteamericano Benjamín Franklin, escritas en 1745 (aún vigente), para un amigo del alma que urge de una amante. De esos ocho consejos de Benjamín, donde sugiere preferir mujeres maduras que a jóvenes, comparto, con rida, kestos dos:
1.”Porque mediante la experiencia han aprendido a ser prudentes y discretas en la conducción de una intriga, con el fin de evitar sospechas. Por tanto, la interacción con ellas es más segura para su reputación. Y respecto a la de ellas, el affaire llegase a conocerse, las gentes consideradas podrían mostrarse más dispuestas a excusar a una mujer mayor que amablemente se encarga de un hombre joven, lo forma con sus sabios consejos, y evita que arruine su salud y su fortuna frecuentando a prostitutas mercenarias”.
2.”Porque en todo animal erecto la deficiencia de los líquidos que llenan los músculos aparece primero en la parte más alta. La cara es la primera en aflojarse y arrugarse, luego el cuello, luego el pecho y los brazos mientras que las partes inferiores siguen tan rellenitas como siempre. De manera que si se cubre la parte superior con un canasto y se fija la mirada sólo en lo que está más abajo de la faja, es imposible diferenciar a una mujer vieja de una joven. Y puesto que de noche todos los gatos son pardos, el placer del goce corporal con una mujer mayor es igual y a veces superior, ya que todo truco es susceptible de mejora mediante la práctica”. (Negritas mías. ver pág. 33 del libro envejezca con desvergüenza, el resto de su vida es lo mejor de su vida de David Brown).
La próxima: De silencios y de soledades.
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