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Por: Jorge Guebely
“Cínico, según Oscar Wilde, la persona que sabe el precio de todo y el valor de nada”. La que miente pública e impúdicamente sin vergüenza alguna. Personaje apto para triturar al ser humano que ha sucumbido en el precio, para destrozarlo con elegantes y pavorosas argucias.
Cinismo abundante en Colombia. Abunda en el uribismo que no soporta la propuesta de comprar “El Ubérrimo”, la enorme hacienda del jefe visible y las de la elite terrateniente nacional. Se escandaliza con la tierra democratizada, convertida en instrumento de desarrollo social y humano, en solución a las guerras locales. Las defiende concentradas, en enormes extensiones de recreo, escasamente explotadas, en manos de la elite latifundista. En el 13% de hacendados que poseen el 87% de las mejores tierras colombianas. 0.91 según GINI, infame indicador. Nada salva al uribismo de su pre-histórico y denigrante elitismo, de su conservadurismo militar y aristocrático tercermundista.
Cinismo de manada, todos en defensa del al jefe visible: “Es una cobarde incitación a la violencia”, dijo Uribe. “Una expropiación” complementó Santiago Valencia. “Hoy habla de “comprar”, pero sueña gritando:
¡“EXPRÓPIESE”, señaló Ernesto Macías! “Expropiar es robar”, indicó María Fernanda Cabal. Todos en gavilla, fundidos en una sola bandera, la de los terratenientes, el otro origen de la podredumbre nacional.
Cinismo en el silencio cómplice. Ninguna palabra ante las amenazas permanentes a campesinos medios y pobres. Sordina ante las masacres perpetradas por paramilitares y militares. Nada ante la connivencia de los funcionarios públicos, calanchines oficiales en el pillaje de tierra. Silencio ante los 7 millones de campesinos desplazados; los que, amenazados, venden sus propiedades por precios irrisorios, las que compran los “terceros de buena fe”. Mecanismo tenebroso del bandidaje terrateniente.
Enorme silencio cínico ante el asesinato de reclamantes de tierra, los que persisten en sus derechos constitucionales. Asesinaron a Karen Garay, a Johnn Cagua, a los hermanos Cortés Uribe, en el Meta. Y muchos más. Vergonzosa lista interminable de líderes asesinados. Asesinatos que cubren el territorio nacional, hieren el alma de muchos colombianos y cuenta con el silencio cínico del uribismo.
Escándalos y silencios cínicos de la elite terrateniente, de sus partidos tradicionales: liberales y conservadores, Centro Democrático y Cambio Radical… De sus políticos que corrompen el Estado y originan la desigual. Crean miserias espirituales, alimentan las perpetuas guerras nacionales y fomentan la pobreza material para ganar elecciones. Aniquilan niños: unos por hambre; otros, por bombardeos.
Elite anquilosada en el precio de la tierra, en la ausencia del valor humano en el campesino. Antigua deshumanización que sigue causando estragos sociales.
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