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Por: Jorge Guebely

“Como flores hermosas -con color, pero sin aroma-, son las dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas”, afirmaba Buda. Palabras azucaradas del delincuente para acrecentar su delincuencia. Promesas de colores que supuran la pus del promesero. Discurso melcochoso, residencia de uno de los peores inventos del ser humano: el fraude. Instrumento letal y eficaz con el que el delincuente miente, tritura y destruye.

Poderosa herramienta del político tradicional colombiano. Allí se camufla; se convierte en enemigo de los ciudadanos corrientes, en sirviente de los poderosos, en cómplice de los facinerosos, sin que se note su artificio.

Sólo son verdades, sus acciones; sólo son transparentes, sus hechos. Aquí, la mentira carece de asidero y el artificio se destruye. Aquí se diluye el encanto. Dime lo que haces y te diré quién eres. Poco importa su lenguaje de seda, delincuente se queda. “Por sus obras los conoceréis” prevenía Cristo, no por sus palabras que son ilusiones envenenadas.

Conviene recordar los hechos de los senadores delincuentes, los que votaron para modificar la ley de garantía, para delinquir con el presupuesto público. Los violadores de la Constitución con argumentos edulcorados. Descubrir el rostro de los “Ali Babá”, los jefes visibles e invisibles. Vigilar a gobernadores y acaldes, los calanchines encargados de distribuir el botín. Visualizar las cuevas de “Ali Babá”, las toldas políticas donde se guarecen los ladrones. Esa tenebrosa cofradía de partidos tradicionales: 14 senadores del Conservatismo, 21 de Cambio Radical, 20 del Centro Democrático, 21 del Liberalismo, 19 del de la “U”, 2 de Opción Ciudadana. Astutos prevaricadores que destruyen el país.

Políticos que, por ser adictos a la podredumbre, actúan contra los honestos. Por servir a las elites, son enemigos de los pobres, de la clase media y de todo aquel que no haga parte de la aristocracia económica y de la podredumbre nacional. Como delincuentes, se codean con paramilitares, narcotraficantes y exprimidores del presupuesto público.

Urge visualizarlos para negarles el voto. Poco importan sus palabras que, como colmillos de vampiros, chupan la vida de los colombianos. Urge recordar las palabras de Einstein: “Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Una Colombia distinta podría ser posible si no votas por los mismos. Una existencia más humana sería posible si no votas por los partidos tradicionales.

Urge recordar una realidad que está viva, que palpita: la ruina nacional no procede de los políticos corruptos, sino de los oídos sordos que aún no oyen el clamor de la podredumbre nacional

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. jguebelyo@gmail.com