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Por: Percy Bustes
Ya no nos preguntamos Por qué ocurre esta pandemia, si no, Para qué: Para el Despertar y Evolución de la Conciencia.
Sí, estamos asistiendo a un cambio de era, a un cambio de paradigma. Mucho de lo que era normal hace dos años ya no lo es pero, … en concreto, … ¿Qué tengo que hacer para empezar a vivir ese cambio? ¿Cómo puedo empezar a vivir plenamente mi vida? El primer paso es sanar mis heridas, soltarlas, dejarlas ir y desde ahí empezar a vivir en el aquí y en el ahora.
La ensayista canadiense Lise Bourbeau define magistralmente cinco heridas en el alma que necesitamos sanar. Todos las hemos sufrido, en mayor o menor grado; se han guardado en nuestro subconsciente y pueden aparecer a lo largo de nuestra vida adulta como represiones o resentimientos, impidiéndonos disfrutar de la vida y sin quererlo, hacerle daño precisamente a las personas que más amamos.
Todo empieza en la niñez, nuestros padres nos criaron de la mejor manera que pudieron, hicieron su mejor esfuerzo, nos dieron lo mejor de sí pero solo repitieron la forma como los criaron a ellos. Tenían heridas similares a las nuestras y nos las causaron pues nadie da lo que no tiene.
Ahora de adultos, aprender a sanar las heridas de la infancia, requiere respeto y amor propio. Como es afuera, es adentro. Si sanas interiormente, podrás mejorar el mundo que te rodea, pero primero lo primero.
¿Cuáles son esas heridas que debo aceptar, reconocer y de una vez curar?
*La primera herida es el Rechazo; la provoca tu progenitor descalificándote en todo. Ojo que un bebé puede saber desde el vientre de su madre que no es deseado o que no lo esperaban. Para continuar con su vida, el niño desarrolla una máscara: La de la huída; se evade de su realidad, no sabe disfrutar de la vida porque siente que no se merece nada. Él mismo se sabotea, se aísla para no sentir miedo y evitar el dolor; son callados, solitarios, fantasean, siempre están ausentes. Trata de llenar ese vacío comiendo en exceso o gastando en compras o viajes innecesarios, obteniendo solo un fugaz bienestar. Está resentido con el padre o madre que lo rechazó y a la vez se siente culpable por ese sentimiento. ¿Y cómo sanar esta herida del rechazo? -Dándote amor, mucho amor a ti mismo. Amar y ser amado es la forma de curar esta herida; eres digno de recibir amor. Ya no es necesario que vayas por la vida buscando el reconocimiento que no te dieron tus padres. Eres responsable de todo lo que te sucede y ya no puedes seguir creyendo que era culpa de los demás.
*La segunda herida es el Abandono; no se refiere unicamente cuando el padre o la madre abandona el hogar y se va. Un niño puede sentirse abandonado con la llegada del hermanito o cuando la mamá lo deja encargado para irse a trabajar. Este niño siente que sólo no podrá hacer nada (no vale nada) y para salir a la vida, desarrollará la máscara de la dependencia, alguien en quien “confiar”; el dependiente dramatiza mucho, actúa como víctima para atraer la atención de los otros, es indeciso, pide para todo la opinión de los demás, no puede estar sin pareja, tiene mucho miedo a la soledad, si alguien le niega algo se enoja, chantajea, manipula; primero niega que tiene problemas y luego se le escuchará hablando y sobredimensionando sus problemas. Es muy co-dependiente del progenitor del sexo opuesto, le intranquilizan los cambios de cualquier tipo, siente angustia, opresión en el pecho; le preocupa tener hijos y cuando los tiene se vuelve sobre protector. Aguantan situaciones de lo peor, abandonan proyectos. Necesita aprender a volver la mirada a su interior para iniciar con amor propio a sanarse. La mejor manera es aprendiendo a estar solo (mejor solo que mal acompañado). La soledad resulta básica para la creatividad, la innovación y el buen liderazgo. Los espacios de soledad representan la única posibilidad de contactar otra vez con uno mismo.
*La herida de la Humillación: Surge por ejemplo cuando el niño escucha como sus padres se quejan de su conducta ante otros parientes, él siente vergüenza, vejación como por ejemplo cuando se orina en la cama y es humillado por sus padres, o durante el entrenamiento de esfínter o la condena sin educación sexual u otros casos vergonzosos. La máscara que desarrolla el afectado es el Masoquismo; termina buscando castigarse. Van por la vida buscando problemas y metiéndose en conflictos. Trabajan hasta agotarse. El masoquista generalmente hace todo por su madre, aùn de casados siguen estando a su sombra. Les es muy difícil expresar sus necesidades. Se sienten culpables hasta de lo que no es su asunto. No sabe ponerse límites. Gasta de más. Hace de más. Suele andar malhumorado. No se permite ser felíz, evita sentir. Evitan las fotos porque creen que se ven “horribles”. Suelen tener un concepto sucio del tema sexual o lo rechazan de plano. Temen el “qué dirán”. Se disgustan cuando les hacen bromas pero no se dan cuenta cuando ellos lastiman con sus palabras a otros.
* Cuarta herida: La Traición. Surge de los 2 a 6 años de edad con el progenitor del sexo opuesto. Es lo que Freud llamó “Complejo de Edipo / Electra” Esto pasa en la etapa del desarrollo psicosexual mas no en la etapa genital del niño. La traición vendrá del progenitor del sexo opuesto por quien siente una gran atracción. Son bebés muy demandantes que sienten la traición cuando no les cumplen lo que les prometieron. No confía en los demás; teme que lo que diga se utilice en su contra. La máscara que desarrollan es la del controlador; son rígidos en mente y cuerpo. Este complejo se supera al identificarse con el progenitor del mismo sexo. Aprendiendo a ser fiel a sí mismo, a ser congruentes entre lo que dicen, lo que piensan y lo que hacen, a ser su prioridad, a decir NO. Debe trabajar tolerancia y paciencia, sobretodo cuando monta en cólera.
Quinta herida: La injusticia. El niño sufre la frialdad emocional de uno de sus progenitores cuando empieza a desarrollar su individualidad y no puede ser espontáneo; se frena. Es muy sensible al autoritarismo, severidad, intolerancia, dureza de su progenitor. Incluso el favoritismo hacia sus otros hermanos. La máscara que desarrolla para defenderse y compensar es la rigidez pero por dentro se siente muy solo. Tienden a cruzarse de brazos para cerrar el plexo y bloquearse para protegerse. Es perfeccionista en extremo con el fin de ser justo pero no ve que los demás lo perciben injusto. Cuando pasa por problemas se engaña a sí mismo o minimiza para evitar sufrimiento. Suele solucionar sólo sus problemas. No sabe pedir ni aceptar ayuda. No se toma el tiempo para sentir por su rigidez; suelen ser dinámicos y nerviosos; duda de sí mismo.
Todos hemos sufrido, de una u otra manera, alguna o todas estas heridas. Para sanarlas, debemos identificar cuál o cuáles son las que más nos representan y a partir de eso, volver a analizar la situación o el hecho ocurrido pero esta vez desde nuestra perspectiva adulta; cuando niños pudimos haber pensado que todo esta sufrimiento era normal. Hoy, desde el amor y la comprensión, debemos dar las gracias a nuestros padres y nuestros mayores por que lo hicieron de la mejor manera que podían, nunca o casi nunca hubo mala intención - podemos perdonarlos; luego debemos perdonarnos a nosotros mismos por el resentimiento u odio que albergamos durante años y desde ahí seguir adelante con nuestras vidas. Si es posible, contar nuestra experiencia, qué fue lo que sufrimos y cómo lo superamos para así ayudar a otros y ahorrarles años de padecimiento. Recuerda: “El Dolor es inevitable, el Sufrimiento es opcional”
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor.