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Por: Arnulfo Valdivia Machuca
@arnulfovaldivia
Debajo del Puente Burrard en Vancouver, Trevor olía otra vez eso a lo que huele la pobreza: un tufo que, para quienes lo desconocen, es algo similar al de basura, pero ahumado. La pestilencia no era lo peor. A 10 grados bajo cero, dos ratas peleaban por comida y por abrigo, debajo de las cobijas raídas que lo cubrían. Esa noche Trevor cumplía 48 años y cumplía también un año sin hogar.
Su regalo y un milagro llegaron al día siguiente: había sido elegido para participar en el Proyecto “Nueva Hoja”. 7 mil 500 dólares le dieron, junto con un permiso y una condición: gastarlos en lo que quisiera, pero permitir que todos sus movimientos fueran observados. Aceptó.
Trevor dejó de comprar cigarrillos, se hizo de dos mudas de ropa y buscó un apartamento. Compró una pequeña cama y sábanas frescas. Aquella noche era la primera vez que cenaba carne en 12 meses. Durmió durante 3 días seguidos. Al cuarto día se levantó, se bañó, se afeitó y salió a buscar empleo. Al noveno día era ya cajero en un pequeño supermercado y decidió estudiar por las noches. Con lágrimas en los ojos, los creadores del programa aparecieron en televisión declarando que Trevor era un ejemplo de lo “bellamente sorprendente” que era su programa.
Ese mismo día, en el minúsculo pueblo de Moray, Escocia, Michael Carroll, ebrio, compraba un boleto por una libra esterlina. Al otro día, en medio de su resaca, como Trevor, también recibió un milagro: había ganado 9.7 millones de libras en la lotería. Su vida también cambió. Durante 8 años declaró haberse acostado con 4 mil sexoservidoras, se volvió alcohólico y compró y perdió dos apartamentos en las playas de Marbella. En el año 9 estaba quebrado y debió aceptar un empleo como minero en su pueblo natal.
¿Es entonces el dinero lo que salvó a Trevor? Porque de ser así, hubiera entonces salvado y no arruinado a Michael. Los creadores de “Nueva Hoja” afirmarán, seguramente con lágrimas en los ojos, que sí fue el dinero, porque ellos piden donaciones. Michael, también con lágrimas en los ojos, nos dirá que no es el dinero, porque él ya sabe que 75% de las personas que ganan la lotería en el mundo pierden el dinero y acaban más endeudadas que antes de tenerlo.
La respuesta no está en las finanzas sino en la física cuántica. En particular, en el Efecto Observador. Un efecto que comprueba que una partícula no se manifiesta hasta que no es observada. En el caso de Trevor, su conducta fue correcta porque fue observado, mientras que la de Michael no. La diferencia es por tanto el seguimiento y no el dinero. Lo mismo sucede con las organizaciones.
Cualquier acción sin evaluación es perdición. Evalúa por revisión o evalúa por resultados, pero evalúa. Evalúa para ajustar el rumbo y para que tu organización sea Trevor y no Michael. Es hoy el consejo de basural de tu Sala de Consejo semanal.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor.