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Por: Arnulfo Valdivia Machuca
@arnulfovaldivia
Como Lenin en la Plaza Roja, su cuerpo se exhibe embalsamado en el teatro principal de su pueblo. Fue el alcalde más famoso de Lajitas, Texas. Clay Henry se llamaba y era conocido como un bebedor empedernido. De hecho, su popularidad se fraguó a lo largo de los años por ser capaz de tomarse una botella de cerveza entera cada vez que alguien se la daba y le daban entre 30 y 40 por día. Era gracioso y por todos querido.
Parricidio fue la causa de su muerte. Efectivamente fue su hijo, Clay Henry Jr., quien lo asesinó durante una pelea de borrachos por una hembra. Como su padre, el hijo se bebía toda la cerveza que le dieran y un mal día, ahogado en alcohol, decidió que dos machos eran demasiados para un solo amor.
Durante su elección en 1992, Henry ganó por 58 de 59 votos emitidos. Todo un caballero, no votó por sí mismo. Todo esto sería por sí solo impresionante, pero falta agregar un detalle insólito: Clay Henry era una cabra. Sí, una cabra.
Más allá de jocosa, la reflexión es interesante: ¿las organizaciones necesitan que alguien las dirija?
En 2017, la empresa sueca Crisp decidió que no. Después de una votación, sus 40 empleados acordaron despedir a su presidente. Acto seguido, hicieron una lista de las actividades del despedido y se las dividieron entre todos. Hoy presumen tener un modelo 100% descentralizado en donde “cada quien hace la parte que le toca hacer por la organización”. Ante este particular experimento, la empresa de calzado estadounidense Zappos decidió hacer lo mismo: cada quien podía hacer lo que quisiera, siempre y cuando cumplieran con las metas comunes.
¿Qué pasó con estas empresas? Varias cosas. Primero, más de una tercera parte de sus empleados se fueron. Por otro lado, Crisp pasó a ser un espacio tan descentralizado que nadie va más a la oficina y Zappos aumentó sus ventas, pero disminuyó sus utilidades. Crisp no existe como organización, sino como una colección de consultores, y a Zappos lo compró Amazon.
Al igual que los resultados, las conclusiones son varias. La primera es que probablemente la descentralización total no es para todos, pues mucha gente requiere guía para avanzar. En segundo lugar, la democracia no tiene una visión unificada ni una misión única y una empresa debe tenerlas. Finalmente, el liderazgo formal es distinto del liderazgo motivacional ¿Qué hubiera sido de Apple sin Steve Jobs o de SpaceX sin Elon Musk?
Pero volviendo al caprino alcalde Henry, debemos aceptar que el resultado tampoco fue bueno. Ante la bancarrota en que quedó Lajitas después de su mandato, se decidió vender el pueblo entero por 4 millones de dólares en una subasta. Quizá entonces la respuesta no sea deshacerse de los jefes, sino en vez de jefes tener líderes. Es el consejo motivacional de tu Sala de Consejo semanal.
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