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Por: Jorge Guebely
Afirma Tagore, poeta hindú: “La poesía es eco de la melodía del Universo en el corazón de los humanos”. Gota del ritmo universal en cada persona. Cada individuo es una nota de la eterna sinfonía que armoniza las estrellas.
Rllke, poeta alemán, recuerda que “El canto es ser”. La música sostiene la esencia de cada individuo, viento divino sobre la materia pensante. “Dios formó al hombre tomando polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente”, afirma La Biblia que también es poesía.
Iconoclasta, Aldo Pellegrini, poeta argentino, devela la poesía como palabra divina. Tan íntima con los inocentes y tan distante con los imbéciles. Reside en el interior de las personas que nunca perdieron su niñez, las que aún sienten la música del universo en su consciencia. Enemiga de los alienados, de los distorsionados por sueños prefabricados. De los imbéciles, según él: “La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles”, concluye.
Poesía hostil con quienes reducen la existencia al sueño del poder. Unas veces, económico; otras veces, político; casi siempre, político-económico. Verdaderos cíclopes, monstruos mitológicos de un solo ojo sólo para percibir lo intrascendental e ignorar lo trascendental. Para idolatrar lo banal y desechar lo esencial. Hombres de paja, según Elito; idólatras, según La Biblia. Con ojos que no ven lo invisible, con oídos que no oyen la música universal, ni escuchan la poesía en sus venas.
Poesía hostil con los políticos, poderosos imbéciles que “imbecilizan” al súbdito inmediato y al pueblo mediato. “Un imbécil, que no tiene más que una idea en la cabeza, es más fuerte que un hombre de talento que tiene millares”, afirma Balzac.
Imbécil y anodino como Ernesto Macías del Centro Democrático, inteligente sólo para urdir triquiñuelas. Imbécil e impúdica como Esperanza Andrade del partido conservador, tan ausente en el Congreso y tan presente en las elecciones.
Imbécil y cínico como César Lorduy de Cambio Radical y clan Char, tan hábil para infectar la ley. Imbécil y poderoso como el ex-presidente cuyo poder no desciende de Dios, ni asciende del pueblo; emana de la mezquindad terrateniente y empresarial, banquera y narcotraficante, burocrática y corrupta. Pavorosa gama de cíclopes criollos en los gobiernos colombianos. Peor destino parecería imposible.
Petrificados en la carne, ya no oyen la música que vivifica las estrellas, ni sienten el sonido original de las esferas. Ninguna poesía transita por sus consciencias, ningún poema neutraliza sus toxinas. Ningún infierno es peor que el infierno de los imbéciles.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. Jorge Guebely