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Por: Luis Alberto Grubert Ibarra.
El momento histórico, exige la búsqueda de la ruta que conduzca a la dignificación del maestro en tiempos de PANDEMIA; implica la necesidad de generar propuestas que tracen la ruta para construir un proceso de transformación de la educación en tiempos post-pandemia.
Este es un llamado a resignificar el papel de la escuela hoy, estos propósitos no podemos asumirlo como una apuesta aislada, estas propuestas tenemos que entenderlas y analizarlas con múltiples actores pero cargados del saber pedagógico, tiene que concebirse con una mirada del mundo supremamente amplia, pero con profundidad y rigor teórico de la educación y sus relaciones.
El papel del maestro y su herramienta fundamental para resignificar su rol de sensibilizador con una carga de afectos por su prójimo, por el medio ambiente, por la conservación de la naturaleza, por la cultura y tolerante en la construcción de democracia, generador de procesos críticos contextualizado.
Tenemos que hacer énfasis en la promoción de reflexiones y producciones propias del maestro el que se debe expresar a partir de su sentir y su praxis.
El maestro parte de sus propias vivencias y su conocimiento de la educación colombiana y la consecuencia de esa reflexión, lo conducen a unas exigencias al gobierno como responsable del derecho a la educación. Estas exigencias en un trámite democrático, necesariamente conducen a compromisos que como trabajadores de la educación se tienen que asumir por el maestro en el entendido que este es un compromiso con los estudiantes y con la comunidad educativa.
Si bien es cierto que la sociedad y algunos actores de la política le han concedido discutibles significaciones a la labor del maestro, marchitando la imagen de su humano quehacer y hasta la propia dignidad del ser maestro, este marchitamiento desconoce el mérito y se promulga una narrativa condenatoria como “adoctrinadores” o como reproductores de conocimiento estáticos o bancario, se desconoce la dinámica de la practica pedagógica.
En contraposición HOY DIA EL MAESTRO ES EL FACILITADOR DE:
Orientador, amigo, guía, tutor, trabajador de la cultura, facilitador del cumplimiento de las medidas de bioseguridad, el que provee de un paquete de datos a sus estudiantes más humildes, el que regala para la merienda, el mismo que participa de su sindicato en las protestas (mítines, plantones, marchas, paros)
Por todo lo anterior, en estos tiempos de pandemia nos toca reinventarnos la escuela en medio de los agresivos señalamientos, el maestro tiene el compromiso social de levantarse en este mar de dificultades, para ser el faro que ayude a vislumbrar los caminos que las nuevas generaciones tendrán que transitar y eso si es posible al asumir una “educación con sentido en contraposición a una educación bancaria.
Es evidente que las angustias de la crisis de estos tiempos modernos, han dejado al oficio del maestro ad-portas de una catástrofe cada vez más visible e inevitable y, sin embargo, es el mismo maestro quien tendrá que conducir la barca por las aguas del optimismo, para la construcción de utopías y sin duda alguna, la escuela, los maestros y los estudiantes serán los protagonistas de la educación que necesitamos y merecemos para superar la crisis.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, Luis Alberto Grubert, Ibarra Expresidente de FECODE