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Por: Fabio Monroy Martínez.
Ante los sorpresivos resultados de la segunda vuelta presidencial en Colombia, los que arrojaron como ganador indiscutible al candidato del Pacto Histórico, el izquierdista Gustavo Petro Urrego, con la mayor votación obtenida por presidente alguno en el país, de once millones doscientos ochenta y un mil trece votos (11.281.013), para un cincuenta coma cuarenta y cuatro por ciento (50.44%) son muchas las inquietudes que han surgido en el ámbito nacional e internacional, en especial entre quienes deseaban el triunfo del ingeniero Rodolfo Hernández, de la derechista Liga Anticorrupción; ambos candidatos antisistema, que se lanzaron a la primera magistratura del país contando con coaliciones fuera de los partidos tradicionales.
Antes de seguir adelante, es de valía considerar un par de aspectos trascendentales: 1º.- La alta participación ciudadana, siendo de la más alta en los últimos veinte años, reduciendo la abstención. y, 2º.- El voto en blanco, que, si bien había alcanzado cifras de dos dígitos en las encuestas, al final no lo fue tanto.
1º.- ALTA PARTICIPACIÓN CONTRA LA ABSTENCIÓN. –
Es de considerar la alta participación ciudadana, que ascendió a la nada despreciable cifra del cincuenta y ocho coma cero nueve por ciento (58,09%), de la más alta en los últimos veinte años en Colombia.
Así las cosas, la abstención bajó a su más mínima expresión en las últimas dos décadas, alcanzando el cuarenta y uno coma noventa y uno por ciento (41.91%).
Algo está cambiando en el panorama electoral colombiano, lo que nos debe llenar de orgullo, para bien de la democracia más antigua de América.
De considerar la participación de las mujeres y de la juventud en esta segunda y definitiva vuelta de las elecciones para la presidencia de Colombia, lo que resulta por demás esperanzador para el futuro de la democracia colombiana.
2.- DEL VOTO EN BLANCO. –
Ante la amenaza de muchos políticos que se decían de centro, algunos de los que en las pasadas elecciones presidenciales, del 2018, optaron por dicha opción, en la presente contienda del 2022 para llegar a ocupar el solio de Bolívar, al quedarse sin candidato propio puesto que el suyo no pasó en la primera vuelta, se decidieron por votar en blanco nuevamente, creyendo sentar un precedente considerable, lo que les criticaron fuertemente en el ambiente político, al estimarse que dicha opción, del voto en blanco, no tiene objeto en la segunda vuelta presidencial, sucedió lo contrario. Si bien, a una semana de la segunda vuelta presidencial el voto en blanco alcanzó el trece por ciento (13%) en las encuestas patrocinadas por medios comerciales, al final solo llegó al dos coma veinticuatro por ciento (2.24 %), constituyendo la cifra más baja en los últimos cuatro quinquenios.
ANTE EL PRIMER MANDATO DE LA IZQUIERDA EN COLOMBIA EL PANORAMA ES DE MUCHA EXPECTATIVA.
Aún es la hora que quienes ansiaban el triunfo del derechista Rodolfo Hernández no salen de su sorpresa, el triunfalismo los tenía embriagados de poder. Hay quienes le endilgan la perdida de la presidencia, aun estando muy cerca de llegar a ella, según algunos medios de comunicación cercanos a su cámpala, a su desparpajo al responder las preguntas de la prensa, otros hacen referencia a su resistencia a asistir a los debates públicos con el otro candidato, otras personas mencionan el irrespeto a la Virgen y a las mujeres, algunos indican el poco conocimiento que tiene del país que quería gobernar.
Así que, en el concierto político colombiano reina la incertidumbre por lo que pudiera venirle al país con el gobierno del izquierdista Gustavo Petro Urrego, más por parte de los seguidores del candidato que resultó segundo en la votación, quien tiene la opción de asumir como Senador de la República, en la Cámara alta y asumiría como Representante en la Cámara baja su vicepresidenta; convirtiéndose en oposición al presidente electo.
Las inquietudes son varias, entre otras: la suerte de la estatal Ecopetrol y el fracking, siendo la empresa considerada la joya de la corona, la caja mayor del país, a lo que el presidente electo hace claridad en cuanto a la transición a energías más limpias en el transcurso del tiempo, lo que no se va a llevar a cabo precipitadamente, conforme al Acuerdo de Escazú, que debe ratificar el Congreso de la República; así mismo, los de la extrema derecha siguen con el estribillo de campañas anteriores sobre el “castrochavismo y el comunismo” que implementará en el país el nuevo presidente, quien sorprendió a todos con su afirmación de afianzar el capitalismo en Colombia con tal de superar el feudalismo que impera en el país.
Finalmente, es de tener en cuenta el llamado que hace el presidente electo para el período 2022-2026, Gustavo Petro a todos los partidos, en especial opositores al gran acuerdo nacional, en el que caben todas las propuestas en bien de Colombia entera, por lo tanto, el margen de espera y de confianza debe dársele al menos en el primer semestre de su mandato, sin prejuicios, a la larga es el presidente de toda la población, electo con más del cincuenta por ciento de la votación, esperando que así lo asuma en su fuero interno y lo asimilen sus más cercanos colaboradores.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, Fabio Monroy Martínez.Consejero Global de ACPX EMPRESARIAL, miembro de La Agencia Mundial de Prensa. Coordinador en Colombia del Servicio Paz y Justicia en América Latina, SERPAJ.AL.