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Por: Jairo Eduardo Soto Molina

 “La unidad es la variedad, y la variedad en la Unidad es la ley suprema del universo” Isaac Newton

Nunca, después del gaitanismo, había sido tan evidente en Colombia la emergencia de un sujeto colectivo que hubiera marcado la vida nacional como lo hicieron las llamadas ciudadanías libres durante los últimos 3 años. Han protagonizado un proceso acumulativo de movilizaciones, primero reivindicativas y luego electorales, que abarcaron casi toda la geografía nacional, y se han mostrado dispuestas a mantenerse a lo largo del tiempo. No es extraño por lo anterior, que la dirigencia tradicional, siempre tan “higiénica” y “sofisticada”, se muestre desorientada y haya estado prefiriendo regresar a las modalidades criollas del fascismo que practicó Álvaro Uribe y que muchos creíamos ya superadas.

Después de siete décadas, nunca un torrente de descontento como el de las ciudadanías libres había causado la desazón que hoy expresan las huestes del orden establecido. El miedo los invadió en la década de los ochenta y ordenaron el aniquilamiento de la izquierda legal. Pero hoy no saben cómo proceder con ella, y lo que se observa es un desconcierto que en el corto plazo puede lo más probable, la consolidación de una derecha civilista que le apueste a la democracia y al estado de derecho. Esto por los diálogos que se ejercen con el nuevo gobierno y la dinámica de lo social. Ya se observan efectos como la aceptación al dialogo del expresidente Uribe, ya eso es algo positivo. Este concepto de ciudadanías libres es una evolución del término “foucaultiano” de ciudadanía biológica.

La región latinoamericana y caribeña constituye un espacio intercultural y pluriétnico ideal para estudiar las relaciones implícitas de la confrontación que sugiere el significado de ciudadanía biológica, a la luz de la aplicación histórica en los últimos tiempos por los sistemas gubernamentales propios de la región y de la política instrumentada desde la base que le confiere el poder. De aquí parte el estudio conceptual del ciudadano biológico desde la postura expuesta en la obra del Profesor y Filósofo Michel Foucault y expresada en las clases magistrales en el College de France, en la década de 1970. La cual confronta la visión de este autor acerca de la ciudadanía biológica, a las formas de convivencia, organización de vida y hábitos de la corporalidad al frondoso, universal y diverso espacio intercultural latinoamericano, donde cohabitan ciudadanos originarios, afrodescendientes, de origen europeo, entre otros.          

El termino ciudanías libres surge de la base de interpretación hermenéutica por las acciones que hacen posible la derivación del significado de ciudadano biológico, como la biopolítica, las relaciones de biopoder y la gobernanza, que constituyen instrumentos y mecanismos de control y disciplina para la aplicación diferencial al individuo, específicamente en Latinoamérica pluricultural. Mecanismos que históricamente han formado parte del dominio de descendientes europeos sobre los pobladores originarios de América, de allí que se hizo necesario reflexionar sobre algunos casos icónicos ocurridos en la región sobre la dominación social de la vida, impuesta desde el estado opresor y colonizante, e incluso desde los sectores laborales públicos y privados a través de la biopolítica por medio del ejercicio del biopoder para conducir las conductas corporales de los pobladores, para gestionar formas de trabajo y la vida, incluso hasta deshacerse de esta última.

Se trata, entonces, de realizar un análisis valorativo cosmogónico de la entrada en vigencia en la región latinoamericana del control ciudadano a través de las definiciones e implicaciones sociopolíticas de la visión “foucaultiana”, para poder entender el fenómeno de estas ciudadanías libres.

Son todas esas minorías (indígenas, (LGTBIQ, negritudes, madres solteras, desplazados, víctimas de la violencia, campesinos, obreros, etc.) que se han organizado en unas inmensas mayorías que le dan sentido y pertinencia a un cambio político justo y necesario para la salvación nacional a través del dialogo y la concertación y el consenso. defensores derechos humanos ambientalistas animalistas que representa la izquierda progresista liderada por el presidente electo Gustavo Petro Urrego. Quien ha comprendido perfectamente que los grandes cambios se deben concertar y consensual entre todos y no desde una minoría elitista como se venía haciendo, pero que esa minoría elitista también debe participar porque también es país y este será un gobierno de inclusión y no de exclusión, de amor y no de odio, de participación y no de marginación de sectores que necesitan ser protagonistas de su propio cambio y destino.

La interculturalidad, de la cual la decolonización hace parte en un mundo complejo y lleno de tradiciones emergencias y complejidades, está definida por la diversidad y el conflicto que supone el encuentro y choque de múltiples perspectivas cosmogónicas y culturales en un mismo territorio. El gobierno de Gustavo Petro tiene que descubrir nuevas rutas epistémicas y metodológicas que conduzcan hacia la conciliación de estas culturas en el marco de sus dimensiones ético/políticas en un gran acuerdo de conciliación nacional.

Posterior a esta explicación del fenómeno Petrista nos adentraremos en las grandes propuestas o promesas de campaña que indudablemente cambiaran la historia de Colombia desde la perspectiva decolonial.

Citas al cierre:

“La uniformidad es la muerte; la diversidad es la vida” Mijail A. Bakunin

 “Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas” John F. Kennedy

Tomémonos un tinto seamos amigos. Sigan siendo felices Jairo les dice.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. Jairo Eduardo Soto Molina, Profesor de tiempo completo titular, investigador 1279 (80), Doctor en ciencias Humanas, Par académico MiniCiencias-MEN