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Por. César Gamero De Aguas.

El viacrucis inicia al momento mismo de recibir la cita médica, en ese lapsus indeterminado de tiempo donde un médico cualquiera empieza a teclear y cliquear en su computador que se convierte en una herramienta esencial dejando ya a un lado el tradicional estetoscopio colgado en su cuello, ahí en esa redacción agitada de los medicamentos inicia la ya tradicional maratón de San Silvestre, con la consabida diferencia que esta no la hacen experimentados atletas sino señores de la tercera edad, adultos, jóvenes y hasta mensajeros que ya cobran y ofrecen este servicio desgastante y agotador. Toda una carrera de resistencia más no de velocidad. La entrega de la fórmula es un paso neutro de hileras que corren de prisa y luego un viacrucis eterno de un paso hacia adelante y tres más hacia atrás. El tema de Joseito Mateo, ¨Pa’ lante y pa’ atrás”, donde la mujer camina pa’ adelante y luego pa´ tras quedó en pañales, ¡si señor! Hasta robo de puestos hay en ese viacrucis de tragedia.

Los usuarios sin dolientes se ven abocados a una pérdida deliberada de tiempo en la entrega oportuna de sus medicamentos.

Allí en medio de las diferentes hileras y la discusión de rigor de temas casi siempre referentes al mal servicio que se ofrece en esta materia, discurren más preguntas y problemas que otra cosa. Los docentes agotados de las excusas de sus alumnos, reciben ahora un mar de quejas y exculpaciones, una especie de grabación que se repite cada día: ¡No está el medicamento!, ¡Queda pendiente este medicamento!, ¡No ha llegado aún el medicamento!, ¡No hay este medicamento, pero hay este otro!, ¡Escriban al wasap!, ¡Nosotros lo llamamos!, ¡vaya y busque la firma del médico!, ¡dígale por favor al médico que le cambie el medicamento por este!, todo un carnaval incesante de calamidades que transcurren entre la vida y la muerte. Es realmente inconcebible que pacientes se desmayen buscando sus medicamentos, como sucedió hace un mes debido a que la paciente diabética, por cierto, había ido sola a reclamar sus medicinas en total ayunas.

El desfile descomunal de usuarios es irrazonable. Personas de la tercera edad se agotan en la lentitud de la atención y unos funcionarios que poco o nada tiene que ver con esta penosa problemática.

Es bien sabido que este juego siniestro pareciera no tener solución, las esquelas que narran solo una parte de esta situación, van y vienen en una desgastante y trillada encrucijada que indigna a quienes viven activamente este antruejo de negligencias, que al mismo tiempo se da en un deterioro lamentable de la salud de muchos pacientes. ¿Hasta cuándo?, imploran los olvidados usuarios formadores de la Región Caribe e Insular. Quizás hasta que las ilusiones de mejora sigan siendo ya cosa del pasado, perdidas lastimosamente en el ocaso del tiempo y un grupo de pacientes iracundos sucumbidos en el abandono decidan no creer más en la institucionalidad, ni siquiera en el padecimiento de su enfermedad que a la postre terminará ganando la batalla, mientras esta triste situación espera calmada la llegada de más usuarios a este viacrucis penoso de adversidades. 

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