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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez  

Ante todo, quiero decir, que soy Barranquillero, orgullosamente de mis raíces caribes, de nuestro sabor a mar y río, de nuestra identidad musical y gastronómica, de esa forma tan nuestra de ver el mundo, de caminar acompañado del radiante sol y la fuerte brisa, de entender que el sudor y la sonrisa hace parte de nuestro diario vivir y para que no quede duda, soy nacido, criado y motivado por la estirpe de la barriada popular, de nuestras esquinas y las conversaciones controversiales. Amante furibundo de la salsa y los ritmos afro-antillanos, de encontrarme con amigos y disfrutar de lo inesperado.

Pero sin duda, los Costeños del Caribe colombiano, confundimos la alegría y los colores, con la falta de respeto, con la violación a los derechos humanos, con la irresponsabilidad, con el famoso término “me-importa-un-culismo”, es inaudito que prendamos un equipo de sonido, un pick-ut a todo timbal y no pensemos en el vecino, simplemente lo prendo y punto. Ni hablar de la basura, mi casa limpia y el resto que se joda, saco la basura cualquier día, se la dejo al vecino en su puerta o en la esquina. Otra cosa bastante fuerte, es que parece que no existiera autoridad en esta ciudad, cualquiera monta una venta de cerveza, ron, drogas y recicladora en cualquier lugar, de repente al lado de tu casa existe una caleta y solo te la tienes que aguantar, ya que no hay autoridad. Ni hablar de las mascotas, tienen en las casas perros y gatos y se “cagan y mean” por cualquier parte, hasta en la puerta de tu casa. Los hijos hoy son de nadie, los echan a la calle para que hagan maldades, atraquen, maten, roben, “jodan” en la casa ajena y no pasa nada. Con la vaina que todo el año estamos en carnaval, se termina de reventar la cuerda de la coherencia. Y cuando hay partido de fútbol, salen los demonios y la ciudad se vuelve una verdadera “mierda”.

Pero no os preocupéis, estamos en el mejor vividero del mundo debemos aceptar a cuanto desadaptado este suelto y decir que todo hace parte de la cultura.

¿Quién le pondrá solución a tantas incoherencias?  

“Joda, que vaina linda, que viva el vacilón de la malparidez”

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.