Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano

Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.

“Dos deberes tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente, como la cercanía del mar“. J. L. Borges.

En marzo de cada año se celebra EL DÍA INTERNACIONAL DE LA POESÍA. Para el pasado enviaron estos versos de Bécquer:

             “Qué es poesía? dices

              mentiras clavas

               en mis pupilas tu pupila azul

               ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo

              preguntas?

               Poesía… eres tú”.

Casualmente en esa celebración vi y escuché, nuevamente, un video en que Gabriel García Márquez entrevistaba a Pablo Neruda, para felicitarlo por su nobel. Neruda manifestó que él hubiese deseado ser novelista, narrador; mientras Gabo expresó su admiración por la poesía. Ambos terminaron riéndose por las travesuras de un tigre de felpa, el juguete que entretenía al entonces Embajador chileno. Es decir, se comportaron como un par de niños crecidos, pero bautizados por la poesía. O sea, eran poetas.

Edgar Morin, el centenario sabio francés, en el libro “cambiemos de vía. Lecciones de la pandemia”, en una de sus enseñanzas afirmó que había que poetizar la vida. Lo cual significa, a mi comprensión de solitario, que necesitamos erotizar la existencia finita, que no es cosa distinta que desnudar el amor que nos despiertan las cosas sencillas, las que nos merecemos por estar vivo. Poetizar es amar la vida con sus sombras y alumbramientos diarios. Es persignarse ante el sol cada mañana: astro rey.

He allí la razón de la poesía. Sólo que, al volverse palabras, por ejemplo, en poemas, ese amor se transforma en adivinación. Es decir, en magia de sonidos y del hondo significado de aquellas palabras invocadas por el poeta. Y deviene la incomprensión. Incomprensión que genera la desvalorización de los momentos en que se descubre la poesía, los instantes, ya sea en la propia sangre en las luces de otros ojos o en ese brillo escondido que tienen las cosas que nos gustan. La que alegran la vida. Es decir, la poesía como alegría: si es con coco y anís es un poema al mediodía.

Dicen los poetas, los que recitan versos, que no hay definición para la poesía. Aunque afirman convencidos que ésta, la poesía, se siente venir como una ráfaga. Como un fuego. Que es presencia que enciende la piel. O la memoria. Y entonces se escriben versos. Se viste en ese instante de palabras que antes no existían. Palabras que abrazan y abrigan a quienes necesitan abrigo y muchos abrazos. Es que la poesía, como la literatura, es fuego.

En Granada, durante uno de los Festivales Internacionales de Poesía que se celebran allí, en memoria del poeta Federico García Lorca, hijo de esa tierra ibérica, el novelista Mario Vargas Llosa expresó que casi todos los escritores “quieren ser poeta, aunque no se sabe para qué sirve la poesía”. Y explicó que la poesía transforma la lengua. La hace excelsa. Por ello, leerla en la embriaguez de los versos de los poetas grandes es el gran inicio para un escritor, con vocación. La poesía como escuela literaria.

Lo que sí está definido por la historia es que la ficción nació de la poesía, sea realista o fantástica. Al respecto “Borges rendirá también homenaje al Poeta, arquetipo real o imaginario que puede contar los hechos más terribles, la dignidad de los hombres y también una maravillosa historia de amor: Homero“. Es Homero el iniciador de la ficción que salva vidas. Desde él y a él hay que rendir culto, así sea silencioso, a la poesía.

Ocurre que en determinados hogares o casas familiares nace un poeta, un ser tocado por el instante poético. Y al descubrirse comienza a sufrir, pues se tiene la falsa creencia que nadie vive de la poesía. Ella como toda auténtica coqueta lo persigue. Lo atrapa. Y en su inutilidad le enseña los caminos de la felicidad. Varios premios nobel de literatura han sido otorgados a poetas desahuciados. La vida da sorpresas.

Uno de esos premios se le otorgó al mexicano Octavio Paz, intelectual a carta cabal a quien se le recuerda en….Paz expresó, igual que el suscrito, que la poesía es un instante. Instante en que la realidad se convierte, sin arruga, en ficción por aquel hálito de la imaginación. De ahí que no se pueda detener aquello que los románticos llamaron: inspiración. Dama que, como el búho de Minerva, despierta en el alba. destapa el poeta que vive en ti. Siempre existen musas trasnochadas. Ebrias de trementina.

¿Ahora, cual es el otro deber de la poesía? Borges nos exhibió dos: ser preciso y acercarnos a las olas marinas. Para mí ese tercer deber es lo universal. Un verso para encantar debe contener un signo de lenguaje universal. Es decir, que desborde la precisión que lo causó y sea armónico con cualquier lector. Si ello se logra el poeta es un cantor. Un ser con alas planetarias. No hay musa personal. Toda inspiración está llamada a perdurar. En quien valora la poesía. ese instante inmortal.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.