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Por: Norman Alarcón Rodas

Los caminos que ha recorrido la empresa Triple A para llegar, hoy en día, a ser una empresa con más del 96 por ciento de las acciones de carácter público, han sido muy complicados y sinuosos. Han atravesado despojos de más de trescientos mil millones de pesos, lo que indica el cuidado que se debe tener con esta entidad, considerada como la “joya de la corona” de los barranquilleros y catorce municipios de Atlántico donde presta los servicios de agua, aseo y alcantarillado a más de un millón y medio de ciudadanos.

Nuevamente he leído y analizado el voluminoso informe de Gestión y Sostenibilidad de Triple A correspondiente al año 2022 publicado en su página internet, y paso a hacer un resumen del mismo, como en ocasiones anteriores. Se encuentra un bajón en la inversión en potabilización de agua al pasar de $14.088 millones de pesos en 2021 a $13.970 millones de pesos en el 2022 y se recuerda la coloración del agua en varios sectores que causó variadas críticas, hasta de la Sociedad de Ingenieros Químicos de Atlántico. No se dan cifras de una variable clave como es la de Agua No Contabilizada (ANC) que ha estado en los últimos años por encima del 50%, una de las pérdidas de agua más altas del país. Pero se trae el Índice de Pérdidas por Usuario Facturado (IPUF), que se mantiene relativamente alta, por encima del 18%. Es delicado que no se muestre avances en Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) y siempre se traiga a colación la planta del barrio El Pueblo, construida hace años con recursos públicos, y que descarga aguas poco tratadas al arroyo León que desemboca en la ciénaga de Mallorquín, precisamente donde se construye el Ecoparque y que debió de ser objeto prioritario para que dicho arroyo no continúe contaminando ese cuerpo de agua, lo mismo que el alcantarillado del corregimiento La Playa, sobre el cual sí parece haber avances en el sector de La Cangrejera.

Sobre el balance financiero, es importante anotar que por primera vez el total de activos de la Triple A sobrepasa el billón de pesos, al llegar a la cifra de 1,038 billones de pesos. Las utilidades disminuyeron un poco, pero llegaron a una cifra importante de $119.097 millones de pesos, cuando en el 2021 habían sobrepasado los $125.000 millones de pesos. De una facturación de $814.299 millones, el recaudo alcanzó $674.872 millones, cerca de un 84%. Aumentaron las quejas y reclamaciones en más de 20.000 en relación con el año pasado, al pasar de 110.094 en 2021 a 130.664 en 2022, lo cual se relaciona en el informe oficial con problemas de la calidad del agua potable y las altas tarifas, de las mayores del país: el metro cúbico de agua pasó de $3.437,8 en 2021 a $3.990,54 en 2022, un 16% de incremento. Algo similar ocurrió con el alcantarillado, que subió el 14%, ambos por encima de la inflación. Esto de las tarifas guarda relación con el tratamiento aprobado por la Comisión de Regulación de Agua (CRA) a la Triple A como mercado regional, que permite mayores tarifas en desmedro de los usuarios.

Avanza una nueva obra, como es la Planta de Tratamiento de Agua Potable para Soledad que captará 910 litros por segundo del río Magdalena, el cual era un compromiso birlado por la empresa y exigido con toda justicia por los soledeños. Asimismo, se conoce la aprobación del Proyecto de Acueducto Regional a construir en el norte de Barranquilla, el cual captará 900 litros por segundo. Una pequeña glosa que le hemos hecho a este nuevo acueducto hace un tiempo tiene que ver con la incidencia de la llamada cuña salina, que tiene en ascuas la planta de tratamiento de agua del barrio Las Flores, con destino a Puerto Colombia, y cuál será la incidencia que tenga en este nuevo proyecto, ya que se sabe que dicha cuña salina (agua del mar que sube por el lecho del río Magdalena) se ha llegado a captar hasta en el Puente Pumarejo, 22 kilómetros arriba de Bocas de Ceniza, desembocadura del río Magdalena al mar Caribe.

Finalmente, dos inquietudes que no son menores. En este informe de Gestión de Triple A 2022, desde el principio, en el saludo de la Junta Directiva se habla de que esta empresa debe “competir con sectores diferentes al de servicios públicos”. También se dice que debe ir más allá de la huella geográfica (fuera del Atlántico) y señala los posibles nuevos negocios estratégicos, a saber: Financiación no bancaria de usuarios (suena a Brilla de Gases del Caribe), seguros y asistencia, negocios urbanos circulares, grandes procesos productivos, energía renovable y urbes sostenibles, concesiones y desarrollo inmobiliario. Sobre estos nuevos negocios, se debería tener en cuenta primero las falencias que se tienen como empresa que atiende el servicio de agua, aseo y alcantarillado, la necesidad de mejorar la cobertura, que es grave en saneamiento básico, en pérdida de agua, en falta de tratamiento de las aguas servidas que van al río Magdalena y al mar Caribe muy contaminadas, en tarifas altísimas. Esta es la especialización que necesitan más de dos millones y medio de habitantes del Atlántico. Es lo prioritario, antes de buscar nuevas proyecciones de negocios.

Es un hecho plausible el empeño del alcalde distrital de Barranquilla, Jaime Pumarejo, por recuperar la mayoría accionaria de la Triple A para el sector público, lo cual sacó adelante en las transacciones con la Sociedad de Activos Especiales (SAE), entidad que ya le entregó el 82,16% de las acciones que eran de los españoles de Inassa y Canal Isabel II de Madrid y que estaban embargadas con fines de extinción de dominio por corrupción. Si le agregamos el 14,5% de las acciones que ha tenido el distrito de Barranquilla, se llega casi al 97% de las acciones. Solo falta que la porción que tiene un potentado del interior del país, como el 21%, que hace parte del 97%, sea adquirida por una o varias entidades públicas, cual fue al acuerdo con la SAE. Desde hace tiempos la Liga Nacional de Usuarios ha propuesto que dichas acciones deben ser para que sean negociadas con los municipios donde atiende la Triple A y/o con la Gobernación del Atlántico, es decir, que debemos pugnar por una Triple A pujante, rentable y de propiedad de los atlanticenses, antes que de otros actores, así sea EPM de Medellín, que no le han cumplido a municipios como Malambo, donde llevan más de cinco años sin resolver la cobertura y calidad del servicio de agua potable y saneamiento básico. El hecho que Triple A sea de los atlanticenses implica que las utilidades se quedarían en este departamento y no se irían a otras regiones del país ni del mundo.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor. Norman Alarcón Rodas