Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano

Por: Jorge Guebely

¡Qué peligro el oído! Las palabras nos pueden aprisionar en cualquier mundo ilusorio. Nos pueden condenar a pagar muy caro tanta dulzura verbal; muchas veces: dulzura catastrófica, trágica. Nos pierden por creerle más al oído y menos al ojo.

Prisioneros de peroratas, de sermones, de noticias, nos catapultan los periódicos, los programas televisivos, las revistas, los pasquines… Nos hurtan el derecho natural a ver y pensar por uno mismo, nos bloquean el delicioso placer de estrenar cerebro.

Periodismo, arma peligrosa de los poderosos. De William Hearst, magnate estadounidense, quien lo utilizó contra Cuba. Le inventó varias crisis en 1898: luchas encarnizadas, campos de concentración, gente muriendo de hambre, para invadirla después y convertirla en burdel norteamericano durante 60 años.

Sufrimos el periodismo clasista. Nos manipula, nos crea realidades insólitas, nos oculta verdades evidentes. Nos sumerge semanalmente en escándalos periodísticos para silenciar la desigualdad social. Sufrimos el dolor de Shakira por su separación conyugal, pero olvidamos el sufrimiento maternal de los falsos positivos. Por los oídos nos inocula nuestras miserias.

Por tanta vociferación de paz periodística, desconocemos los orígenes de la guerra: la miseria agraria, la voracidad terrateniente, el vandalismo paramilitar, la podredumbre guerrillera… De tanta publicidad democrática, no vemos la gran miseria nacional… De tantos periodistas mercantilistas, nos hemos vuelto ciegos utilizables, verdaderos “ñoñistas” nacionales.

Nos degradan los medios, sus poderosísimos y mezquinos dueños: Sarmiento Angulo: El Tiempo y 25 medios más; Ardila Lulle: R.C.N, (Televisión, radio) y cinco medios más; Grupo Santo Domingo: Caracol Tv, El Espectador, Blue Radio, Cromos; Familia Gómez & Hernández: La República y 16 medios más; Familia Galvis: Vanguardia Liberal y cuatro medios regionales… Nos convierten las mentiras en nuestros únicos referentes reales.

Dudosa la independencia de sus periodistas domesticados. Los domésticos de hoy, los esclavos de ayer; los salarios de hoy, las cadenas de ayer. Como los de ayer, los de hoy, carentes de dignidad, ferian su trabajo por un mendrugo y enciman porciones de su consciencia.

Difícil escapar a las leyes inexorables del capitalismo. El empleado llega hasta donde lo permita el empleador. Un acto de independencia provoca el fenómeno Daniel Coronel en Semana; uno de sumisión, el de Viky Dávila. Deplorable destino, ser voz menor para crear ficciones mayores; con sus excepciones, por supuesto.

“El periodismo es el tejido de mentiras más complejo que jamás se haya creado”, afirmaba Kurt Tucholsky, periodista alemán. Y por tantas mentiras periodísticas deambulamos de ficción en ficción creyendo transitar la realidad. Como ciegos, tanteamos sobre territorios poblados de discursos, donde triunfan los más atroces delincuentes.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.