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Por. JORGE GUEBELY
Hieren la dignidad de los colombianos las incoherencias de las derechas nacionales: piensan bien, pero actúan mal; hablan mejor, pero destruyen peor; proclaman paz, pero alimentan guerras.
Ningún diálogo les satisface: ni el de La Habana, ni el de La Comisión de la Verdad, ni el de La Paz Total. Sólo la guerra los excita, el de la Seguridad Democrática. Estrategia fracasada: no neutralizó las guerrillas ni las bandas de narcotraficantes, pudrió el ejército nacional, creó paramilitares, asesinó multitudes de inocentes… ¡Vaya enfermedad mental!
Insensibles, no les importa el dolor de madres afrodescendientes llorando sus hijos asesinados en combate, ni el de padres indígenas sufriendo por reclutamiento de hijos menores, ni el de madres pobres sufriendo por los falsos positivos. Nada de eso los conmueve porque son pobres, indígenas, negros; porque no pertenecen a las elites.
Incoherencia de sociedad clasista, inhumanamente dividida entre élite y populacho. Donde negros, pobres e indígenas, son seres populares, creados únicamente para morir por las elites. Vergonzosa esclavitud liberal.
Mayúscula su hipocresía. Si quieren guerra, deberían ir al frente, enviar a sus descendientes. Vivir el dolor frente al cadáver de un hijo bombardeado por el Estado; invertir una vida buscándolo entre decenas de fosas comunes; recoger sus despojos después del enfrentamiento; armar sus pedazos después del descuartizamiento. Vivir la guerra en la batalla, no detrás del televisor.
Enorme coherencia si expresidentes, gobernadores, senadores, enviaran sus hijos al frente porque quieren guerra en vez de diálogo. Plausible si empresarios, terratenientes, banqueros, ciudadanos distraídos, enviaran sus hijos al frente porque les seduce la confrontación. Conocerían la guerra por el sabor, no por la información. Sabrían entonces si de verdad les gusta.
Laudable ejemplo si los hijos de los álvarosuribes estuviesen en el frente, no en negocios espurios con el Estado; si los de maríasfernandascabales enfrentasen las guerrillas en vez de promover guerras desde medios de comunicación; si los de césaresgavirias disparasen fusiles contra narcoterroristas en vez de husmear cargos burocráticos. Tendrían grandezas patrióticas.
No serían tan canallas como la de promover guerras en Colombia y los hijos en Europa, en universidades norteamericanas. No serían tan inmorales como proclamar paz y construir guerras esquilmando al Estado, practicando corrupción, perpetrando falsos proselitismos, fomentando desigualdades, aceptando o usufructuando políticas norteamericanas sobre guerras inútiles contra las drogas.
Serían coherentes si vivieran como piensan públicamente, si actuaran como discursean abiertamente. Pero “Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive”, afirmaba Gabriel Marcel, el filósofo. Eso lo sabe Colombia entera: la hipocresía como el llanto es inocultable a los ojos vivos de los demás.
Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.