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Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.

-LA NACIÓN DEBE RESPONDERLE A BARRANQUILLA POR LO INVERTIDO.

EL que no respeta, pierde respetabilidad”. Juan Pabón Arrieta. _____

Estoy convencido que el hoy Presidente de la República está creído que los Barranquilleros, incluidos sus “fieles” seguidores, somos “una caterva de vencejos” como llamó, metafóricamente, “EL Tuerto” López a sus vecinos de la amurallada Cartagena vecina. El egregio poeta, o profeta, escribió estos versos en el poema a mi ciudad nativa:

   “Fuiste heroica en tus años coloniales

    Cuando tus hijos, águilas caudales,

    no eran una caterva de vencejos“.

Los versos los recuerdo, los pienso y expreso luego de recibir y procesar, sin ninguna sorpresa y asombro durante los movidos días del pasado enero, todos los entre-telones del triste sainete escenificados por autoridades nacionales, departamentales, locales, deportivas, congresistas y comentaristas de toda clase de medios de comunicación sobre la anunciada cruzada para evitar la pérdida de la sede de los Juegos Panamericanos 2027 para Barranquilla.

Aseguró recientemente nuestro flamante Jefe de Estado, que la entidad Panam Sport, a la que había confundido con “Panamá sport“, organizadora de tales juegos, “se había burlado de Colombia y de Barranquilla“, cuando días atrás, desde el Palacio de Nariño, en rueda de prensa, había reconocido que el incumplimiento en las cuotas contractuales se debió a “ignorancia….“. Ignorancia de sus ministras, de él mismo y de su círculo virtuoso.

El otorgamiento del importante evento deportivo fue un logro indiscutido de Barranquilla que cuenta con el gran antecedente de los exitosos Juegos Centro-americanos y del Caribe, de reciente data; amen de la infraestructura y las posibilidades de desarrollar, en el tiempo proyectado, mayores y mejores obras públicas. Así mismo cumplió con la cuota de dinero pactada en el contrato suscrito, tanto por la Nación y el Distrito, con Panam Sport.

Ahora, del incumplimiento contractual no puede señalarse responsabilidad alguna al Distrito Especial de Barranquilla que, hasta en agosto pasado logró en Chile confirmar la sede, confió en que la Nación avalaba el compromiso asumido solemne y públicamente. Entonces, si de buscar responsabilidad se trata, ésta atañe exclusivamente a los representantes de la Nación en cabeza del Señor Presidente de la República que ahora, cual Cantifla, sale señalando culpables también en otras administraciones.

El Alcalde Distrital, después de conocer la posición, tanto de Panam Sport como del Sr. Presidente de la República, ha manifestado en redes sociales que la suma multimillonaria cancelada por Barranquilla “no se puede perder“. Además, que asesores jurídicos al servicio del Distrito intervendrán para intentar revertir el dinero con plusvalía, a fin de invertirlo en el beneficio de la juventud killera. ¿esa posición del alcalde es un propósito posible?

Es un propósito cuyo cumplimiento satisfactorio no radica, únicamente, en plantearlo públicamente, como hasta ahora se ha hecho, sino en definir con suma precisión quién incumplió el contrato. Y como el mismo fue suscrito, entre otras entidades, por la Nación por agentes que la representan, como el Ministerio del Deportes. Es, entonces, la Nación, como entidad jurídicamente existente, la que debe responderle a Barranquilla por el dinero cancelado de ¿buena fe?.

Precisado que el vínculo jurídico que unía el sueño de Barranquilla –y a Colombia como nación y/o estado- a los Juegos Panamericanos 2027, era un contrato solemnemente celebrado, es menester anotar que nuestro Derecho Contractual, público como privado, está cimentado en un principio ético conocido en la frase latina: “pacta sunt servanda” que significa los pactos deben cumplirse, pues los contratos son la ley entre las partes, como lo establece nuestro Código Civil, que origen romano.

Inicialmente el gobierno nacional aceptó cumplir el contrato con Panam Sport. Una ministra vino a la ciudad a montar un comité, al que relacionó a los amigos del Presidente en su financiación electoral. Pero cuando estalló el affaire del hijo “no criado por el padre”, éste comenzó a cambiar sus afectos hacia tales Juegos y a Barranquilla. Y entonces, es mi teoría, el inquilino del Palacio de Nariño cambió de parecer y ordenó a sus Ministras torpedear la obligación contractual, tanto que aceptó que incumplió por ignorancia. Para sostener esta opinión solo hay que revisar la prensa local y nacional.

El Presidente de la República, continuando el sainete, ha expresado que también su gobierno es responsable del incumplimiento. Y siendo una manifestación libre y voluntaria, amén de aceptar una omisión, para mí, dolosa, de la misma deriva una responsabilidad de la entidad (Nación) que él, como autoridad estatal, representa. Es decir, contractualmente la Nación está obligada a indemnizar a Barranquilla. Acá no vale la retórica, sino la acción judicial.

Así las cosas, Barranquilla, sus autoridades y sus ciudadanos no podemos ser una caterva de vencejos, por lo que debemos rodear al Distrito para que se pueda recuperar el dinero pagado bajo la consciencia que teníamos un Presidente “amigo” de su sueño. Hay que acudir a la literalidad del contrato incumplido y a las enseñanzas constitucionales sobre la responsabilidad estatal. el derecho es una lucha. Dénosla!!.

La próxima: El Carnaval de Barranquilla no abandona su esencia bordillera y social.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.