UN HECHO POLICIVO DESTAPÓ UNA LLAGA.

Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano

Por: Gaspar Hernández Caamaño

La policía de la ciudad de Medellín, el pasado jueves santo, retuvo y no judicializó a un gringo después de verificar que, en una habitación de lujoso hotel, pernoctó en compañía de dos niñas, lo que hizo presumir, de buena fé, que practicó sexo con “menores de edad”. Se dijo que la no judicialización del gringo se debió a que no fue hallado “in fragantí delito“. Libre, el gringo voló. 

Al difundirse la noticia, el Alcalde de la montañosa ciudad ordenó, administrativamente, el cierre temporal del sitio publicitado como “vivienda turística“; así como decidió restricciones a la zona urbana donde, desde mucho tiempo atrás, se comercializa con sexo, con la presencia visible de extranjeros y nacionales que apuntan, como “oscuro objeto del deseo”, a escoger niñas y niños para comprar su voluntad, ante la mirada de las autoridades. Unos días después el “hotel” cerró.

Luego de conocerse del escándalo, que desnuda una llaga abierta en nuestra vida socio-económica y familiar, todas LAS I.A.S. (Procuraduría, Fiscalía, Bienestar Familiar y más) decidieron abrir una rigurosa investigación. Y el Sr. Presidente de la República, que nunca desea “quedarse atrás”, trinó afirmando que pedirá la extradición del gringo, contra quien se ha expedido orden de captura internacional.

Hasta aquí podemos decir, sin equívocos, que están dados los presupuestos fácticos para dramatizar una tragedia. Personajes principales y complementarios, además de un contexto suficientemente triste y cómico para escribir y escenificar una auténtica obra teatral, del mejor teatro del absurdo: unos policías pidiendo flagrancia en un delito de abuso y acceso sexual con niñas y un Presidente ridículo “trinando” por extradición del gringo fugitivo.

Pero no podemos perder el foco de la escena: el uso, abuso y maltrato de niñas en tal comercio sexual que se brinda ante la mirada, no solo de las autoridades políticas y policivas de Medellín, sino de la misma ciudadanía. Miradas omisivas y permisivas que han contribuidos a consolidar “una pestilente industria turística” entre las ferias de las Flores y las montañas.

Entonces, surge la dolorosa e inevitable pregunta: ¿Quíen protege a niñas y niños contra tales conductas delictivas? ¿La familia, la sociedad y el Estado? ¿Quien? El hecho del escándalo demuestra, sin hesitación alguna, que ninguna de tales instituciones y sus representantes, legítimamente constituidos, están cumpliendo con dicha protección constitucional. Y por tanto son “cómplices” del fugado gringo. Veamos.

La prostitución, según la historia de Occidente y de la misma humanidad, es el “negocio más viejo del mundo”, al igual que el de la sal. Pero ello no puede ser un justificante para permitir que, disfrazado de turismo, se victimice a la niñez y a la adolescencia, como lo indica el hecho registrado y repetido en Medellín, ciudad que ha alimentado una concurrida “zona de tolerancia”, donde se abusa de niñas y niños sin la vigilancia de la policía de infancia.

De ahí que crea necesario recordar, una vez más, lo que está consagrado en nuestra Constitución Política vigente, en relación a la garantía y protección de la población infantil y adolescente. En el artículo 13 constitucional se ordena: 

“El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición…física o mental, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta y sancionará los abusos y maltratos que contra ellas se cometan”.

Concordante el artículo 44 constitucional, para mí el más transcendental de la Carta Política, consagratorio de los derechos fundamentales de los niños, precisa que éstos: 

“Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos”.

A manera de conclusión debo manifestar que me niego, rotundamente, a creer que miembros de la policía nacional sean ignorantes de las órdenes constitucionales recordadas, las cuales establecen, de manera prevalente, la obligación moral y política de proteger a niñas y niños de cualquier abuso. la violencia que nos carcome desde tantos años de soledad nace del maltrato infantil y del irrespeto de su libertad sexual.

La próxima. Muerte y Resurrección de Gabo.

Nota: el contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.