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Por: Madia Muskus

La noción de un planeta viviente, también conocida como Gaia, tiene sus cimientos hace más de doscientos años con James Hutton, padre de la geología, quien lo describe como un super organismo viviente. Sin embargo, la ciencia ha experimentado un marcado aislamiento entre las disciplinas biológicas y geológicas, dificultando la integración de un modelo holístico de la vida en la Tierra.

James Lovelock, Químico británico, propuso la Hipótesis de Gaia en los años sesenta, apoyado por Lynn Margulis, Microbióloga estadounidense. Esta hipótesis postula que la Tierra, con sus seres vivos, océanos, atmósfera y suelo, funciona como un sistema autorregulado. Aunque Gaia fue inicialmente criticada como una idea mística, Lovelock aclara que no implica necesariamente una consciencia planetaria.

La idea de la Tierra como Madre Tierra destaca su papel como provisora de vida y sostén para todas las formas de vida. Gaia encarna la interconexión y la interdependencia entre todos los elementos del planeta, recordándonos nuestra responsabilidad de cuidar y proteger nuestro hogar común. Aunque algunas interpretaciones pueden considerar a Gaia como una entidad con consciencia, Lovelock aclara que la referencia a Gaia no implica necesariamente una entidad consciente, sino más bien una representación de la unidad y la interdependencia de la vida en la Tierra.

Es interesante considerar la postura de muchas tradiciones indígenas y aborígenes que manejan dentro de su cosmogonía; la Madre Tierra es un concepto que se encuentra en varias culturas y tradiciones alrededor del mundo, donde la Tierra es vista como una entidad divina o primordial que dio origen al universo y a todas las formas de vida. Esta concepción se manifiesta a través de mitos, leyendas y rituales que explican el origen y la naturaleza del mundo.

En muchas cosmogonías, la Madre Tierra es considerada como la creadora y sustentadora de la vida, responsable de proveer recursos y nutrir a todos los seres vivos. Se le atribuye un papel materno, protector y generador de fertilidad. Además, se la asocia con la fertilidad, la renovación y el ciclo de la vida y la muerte.

Nuestro enfoque antropocéntrico actual sesga la balanza hacia los lucros a corto plazo y el crecimiento económico en lugar de valorar las gabelas de la naturaleza a nuestra calidad de vida. Esta concepción centrada en el ser humano lleva a una explotación descomedida de los recursos naturales, la degradación del medio ambiente y una progresiva crisis climática. Sin embargo, es crucial reconocer que dependemos de la “Madre Tierra”, para nuestra supervivencia y bienestar. Los servicios ecosistémicos proporcionados por la naturaleza, como la purificación del agua, la polinización de cultivos y la regulación del clima, son fundamentales para nuestra salud y bienestar. Es hora de cambiar nuestro paradigma económico y adoptar un enfoque más holístico y equilibrado que priorice la sostenibilidad ambiental y el bienestar humano a largo plazo.

El Día de la Tierra se estableció en 2009 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, tiene sus raíces en las Cumbres de la Tierra, iniciadas en 1972 en Estocolmo, Suecia. Estas cumbres han generado acuerdos internacionales para la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible, destacándose la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, que adoptó la Agenda 21 y otras declaraciones importantes que buscan promover la protección ambiental y el desarrollo sostenible. Este día llama a la acción ante la triple crisis planetaria: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación. Reconoce la importancia de abordar estas crisis para preservar la vida en la Tierra. Las soluciones deben construirse considerando las interconexiones entre la explotación de la naturaleza y sus consecuencias, evitando un enfoque sesgado por intereses particulares.

En el 2024 el lema es “Planeta vs Plásticos” con un claro fin, reducir la producción de plástico en un 60% para 2040, como subraya el lema “60×40.  Por tal razón en marzo de 2022, durante la reanudación del quinto período de sesiones de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-5.2), se aprobó una resolución histórica (5/14) para desarrollar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación plástica, incluyendo el medio marino. La resolución solicitó al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) convocar un Comité Intergubernamental de Negociación (INC) para este propósito. El INC inició su labor en el segundo semestre de 2022 y planea finalizar las negociaciones para fines de 2024. Hasta la fecha, se han realizado tres sesiones del INC, con la cuarta sesión programada para abril de 2024 en Ottawa, Canadá, y la quinta sesión para noviembre de 2024 en Busan, República de Corea.

Para esto se hace necesario contar con las directrices para desarrollar localmente estrategias que nos permitan reducir el consumo de plástico en un 60%, además de iniciar procesos de descontaminación de los cuerpos de aguas que son los más afectados.

Nota: el contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.