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Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.
“yo no creo que haya órgano sexual más activo que la imaginación“. Fernando Savater__
Conozco a Fernando Savater. Me he atrevido a pedirle autógrafo sobre la página de uno de sus libros. Lo he leído con renovado interés académico y citado en ensayos sobre pedagogía y amor. Así mismo, he viajado a distintos lugares para escuchar sus disertaciones filosóficas sobre educación. Además, algunas de sus obras han alimentado mis naufragadas bibliotecas. En fin, es un autor con el que me identifico.
Para leer a Savater, con regularidad, y a Mario Vargas Llosa, me hice suscriptor de El País de España. Por lo que sentí malestar cuando le clausuraron, meses atrás, su habitual columna en dicho periódico global, iniciada después que el diario se fundó, al regresar la democracia. Ahora pública sus opiniones en otros medios ibéricos, pero de circulación menor, lo que obliga a “pescar” bajo la luna sus artículos puntuales.
En los días de la “expulsión”, conocí de la publicación de “carne gobernada: De política, amor y deseo”(ariel), en cuyas páginas estarían los móviles de tan drástica y draconiana decisión contra la libertad de expresión. Y contra una de las figuras intelectuales más relevantes de la España democrática. Así que fue un nuevo motivo para buscar el libro, que apenas aterrizó en Barranquilla hace unos días.
Esta reseña es para homenajear “el día del idioma“(23 de abril), leyendo y comentando esta nueva obra de Savater; que en la página 92 dice:
“Los medios informativos como el país o la ser, que pudieron llamarse un día herederos de la ilustración, pero hoy son sencillamente gubernamentales…”.
Tal afirmación, muy seguramente, provocó que al antiguo columnista le “echaran” del diario al que había calificado, páginas más adelante, de:
“…El primer gran periódico de la democracia: El país“(pág. 117).
El libro tiene 173 páginas, consta de 5 capítulos donde Savater, como si se abriera las venas, cuenta aspecto de su vida pública y privada, hablando de política, amor y deseo. Y toma el título, “carne gobernada”, como un símil, de un plato “de la gastronomía asturiana en la que la carne de vaca es cocinada muy lentamente“. Como Él, sibarita, ha venido digiriendo en el carna-val su vida, digo. Es un libro de lectura y digestión fácil.
Cada capítulo aborda un aspecto de su vida, ya llegó a, casi, 80 años de edad y leyó la esquela de su falsa muerte. Pero no de manera lineal y anecdótica, sino que los mezcla sin confundirle, relatando situaciones de infancia con las de la vejez gozosa que disfruta. Así mismo con las pinceladas de recuerdos intelectuales, citando a los autores preferidos y contando su afición de la hípica, es decir a los caballos de carrera.
Savater enviudó hace ocho años, luego de vivir una historia de amor romántico con Sara, una intelectual rebelde, a quien llamaba “Pelo Cohete”, que falleció víctima de una penosa enfermedad. Historia que relató en el libro la peor parte. Y creyó que, en los albores de la Pandemia del covid-19, había perdido “el apetito de vivir”. Pero se equivocó ya que a los 75 años redescubrió arrolladoramente la carne confesando: “Cedí, porque lo único más irresistible que una mujer que nos folla es una mujer que cuida”(pág. 107).
¡En las páginas de carne gobernada hay una franca y contundente crítica al feminismo, desde la perspectiva de reivindicación del amor romántico, aquel que nos permite, gracias a la vida!, “vivir para alguien”. La contundencia lleva a Savater a expresar:
” Ahora lo que prevalece bajo el apodo de feminismo es el exotismo más anticuado y reaccionario que pueda imaginarse, inventado por mujeres que consideran a todos los hombres que las desean como violadores a los que hay que domesticar“(pág. 69).
En “Carne Gobernada”, Savater también habla de política. De su ideario político que me resulta recomendable que conozcan algunos de los militantes, acá, del Histórico Pacto. En la página 119 se lee:
“Pero hay un requisito en cuya defensa soy bastante intransigente: la unidad legal y social del país. La principal función del Estado es favorecer a los pobres y protegerlos de la desventura. En eso discrepo del liberalismo radical: no creo que cada cual solo deba valerse por sí mismo”.
Por ser, entonces, este libro una especie de auto-biografía o confesatorio, Savater que se declara amante de la vida y de las féminas que follan y cuidan, también confiesa que tiene un vicio, el del licor. Dice:
“Para dar una charla no necesito demasiada bibliográfica, pero sí un par de whiskies”.
Definitivamente la política, el amor, el sexo y unos whiskys producen apetito por la vida. Es recomendable volver a Savater:íntimo, con un café y un trago de escocés, la vida tiene olor de mujer.
La próxima: ¿Es kantiana la Constitución del 91?
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