Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano
Por: Jairo Eduardo Soto Molina
“Sólo el hombre culto es libre” EPICTETO DE FRIAGA
En Colombia, la pugna entre la cultura de derecha y la de izquierda ha moldeado profundamente el panorama político y social del país. Esta “guerra de las culturas” no es solo un enfrentamiento ideológico, sino también una lucha por la hegemonía política y la interpretación de la realidad colombiana.
Tres acepciones de “cultura”
Derecha política:
La derecha política se caracteriza por afirmar que ciertos órdenes sociales y jerarquías son inevitables, naturales o deseables. Este segmento del espectro político a menudo defiende valores tradicionales y la propiedad privada, y favorece un mercado libre con mínima intervención estatal. Históricamente, la derecha ha apoyado el conservatismo y la preservación de las instituciones establecidas decimonónicas (Bobbio, & Cameron, 1996).
Centro político:
El centro político se ubica entre la izquierda y la derecha y se caracteriza por la moderación en sus políticas e ideologías. Busca equilibrar la intervención estatal con las libertades individuales y económicas, y suele promover el pragmatismo y el compromiso entre las posiciones extremas. Los partidos de centro pueden tomar elementos de ambos lados del espectro político para formular sus políticas (Osorio, 2015).
Izquierda política:
La izquierda política se centra en la igualdad social y económica, y a menudo promueve políticas que buscan redistribuir la riqueza y el poder para reducir las desigualdades. Los movimientos de izquierda apoyan el progreso social, el cambio radical en las estructuras de poder y la intervención estatal en la economía para garantizar el bienestar social. Tradicionalmente, la izquierda ha estado asociada con el comunismo y el socialismo. El actual gobierno colombiano ha querido mantener distancia más con el primero que con el segundo. (Chomsky, & Peregrín-Otero, 2004)
En Colombia, la polarización política es notable, con una marcada división entre la derecha y la izquierda. Este fenómeno se debe a varios factores históricos y sociales que han moldeado la percepción y preferencia política de los colombianos.
1. Historia de Conflicto y Violencia: Colombia ha tenido una historia prolongada de conflicto armado y violencia, que ha llevado a una polarización extrema. Los movimientos de derecha e izquierda han representado posturas radicales frente a la violencia y las soluciones propuestas para la paz y la justicia social (Richani, 2013).
2. Desconfianza en el Centro Político: En muchos casos, los partidos y políticos de centro son vistos como indecisos o “tibios”, incapaces de tomar posturas firmes frente a problemas críticos del país. Esta percepción lleva a que los votantes se inclinen más hacia opciones que consideran más decididas, ya sea de derecha o de izquierda (Idler, 2020).
3. Distribución Electoral: Datos y encuestas recientes muestran que la población está dividida casi equitativamente entre las preferencias por candidatos de derecha y de izquierda, con el centro político recibiendo menos apoyo significativo. Esta polarización se refleja en los resultados electorales 52% 48% y en la representación en el Congreso 43% 67%. Actualmente, el gobierno cuenta con un respaldo real de un 64%[i] de la población. Lo que significa que hay un respaldo popular.
4. Cultura Política y Desigualdad: La cultura política en Colombia está fuertemente influenciada por desigualdades económicas y sociales. La derecha suele estar asociada con políticas neoliberales y de mercado, e incluso con el narcotráfico; mientras que la izquierda aboga por una mayor intervención estatal y redistribución de recursos. La profunda desigualdad en el país exacerba estas divisiones, haciendo que las posiciones centristas parezcan insuficientes para abordar los problemas estructurales[ii].
Esta división refleja un panorama político complejo donde los extremos ganan terreno ante la percepción de que ofrecen soluciones más contundentes frente a los desafíos del país. Por tanto, he aquí una mirada con mayores detalles a los polos políticos.
La Cultura de Derecha: Ultra-Conservatismo y Hegemonía
La cultura política de derecha en Colombia se caracteriza por un marcado ultraconservador y una defensa férrea del statu quo. Este sector aboga por políticas que favorecen el libre mercado, la propiedad privada y la seguridad nacional, aunque a menudo con un enfoque militarista. Este enfoque ha llevado a un endurecimiento de las políticas de seguridad y a la implementación de estrategias bélicas, justificadas bajo la premisa de combatir el narcotráfico y las guerrillas.
La derecha en Colombia también ha sido acusada repetidamente de corrupción y abuso de poder. La hegemonía que mantiene se ha sostenido, en parte, a través de prácticas clientelistas y el uso indebido de recursos públicos. Además, el legado colonialista sigue presente en su visión del país, perpetuando desigualdades y favoreciendo a las élites tradicionales.
La Cultura de Izquierda: Progresismo y Contradicciones
Por otro lado, la cultura de izquierda en Colombia se presenta como un movimiento progresista que busca reivindicaciones sociales y una mayor justicia económica. La izquierda promueve políticas de inclusión, derechos humanos y redistribución de la riqueza. No obstante, esta visión no está exenta de contradicciones y desafíos.
A pesar de su discurso de cambio y justicia, sectores de la izquierda también han sido permeados por prácticas corruptas y comportamientos cuestionables. Casos recientes, como el escándalo de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y los problemas legales del hijo y el hermano del presidente, han puesto en entredicho la integridad del movimiento. Estas situaciones sugieren que, a veces, el cambio prometido puede ser solo un cambio de actores y no de prácticas, perpetuando así un sistema de corrupción ahora administrado por nuevas manos (“las izquierdas”).
Una Encrucijada para Colombia
Colombia se encuentra en una encrucijada crítica. La promesa de un cambio verdadero se enfrenta a la realidad de una corrupción sistémica que parece resistirse a desaparecer, independientemente del espectro político del que provenga. La duda sobre si el cambio es genuino o simplemente una nueva forma de apropiarse de los recursos públicos es una cuestión central para los ciudadanos.
La esperanza de un verdadero cambio radica en la capacidad de las nuevas generaciones y movimientos emergentes de romper con estas prácticas arraigadas. Sin embargo, esto requiere no solo un compromiso ético, sino también una reforma estructural que permita una mayor transparencia y rendición de cuentas en todas las esferas del gobierno, pero sobre todo un cambio en la educación.
La Cultura como Proyecto Descolonizador: Una Solución Intelectual Inspirada en la Metafísica de las Costumbres de Kant
La cultura desempeña un papel crucial en la formación del pensamiento, los sentimientos y las acciones de los ciudadanos. En el contexto de una sociedad poscolonial como Colombia, la idea de la cultura como un proyecto descolonizador ofrece una vía poderosa para redefinir y transformar las estructuras de poder, identidad y conocimiento. Esta perspectiva, cuando se enriquece con un amplio campo semántico, puede ser una solución efectiva para los intelectuales que buscan inspirarse en los principios filosóficos deontológicos kantianos, especialmente en la “Metafísica de las Costumbres”. Cualquier observador internacional se dará cuenta que en Colombia aún prevalece una sociedad colonial, o al menos postcolonial.
Descolonización del Pensamiento: Rompiendo con la Hegemonía Colonial
La descolonización del pensamiento implica una revaluación crítica de las ideas y valores impuestos durante la época colonial. En Colombia, esto significa cuestionar y desmantelar las narrativas dominantes que perpetúan la desigualdad y el racismo. Los intelectuales tienen un papel vital en este proceso, fomentando un pensamiento crítico que desafíe las estructuras coloniales y promueva una comprensión más inclusiva y pluralista de la realidad, ojalá a través de un nuevo modelo educativo.
Immanuel Kant, en su “Metafísica de las Costumbres”, destaca la importancia de la autonomía y la moralidad en el desarrollo del individuo. Aplicar estos principios a la descolonización del pensamiento significa fomentar la capacidad de los ciudadanos para pensar de manera independiente y ética, libres de las constricciones impuestas por una historia colonial opresiva.
Descolonización de los Sentimientos: Hacia una Nueva Sensibilidad
La cultura descolonizadora también aborda la transformación de los sentimientos y las emociones de los ciudadanos. La colonización no solo impuso estructuras políticas y económicas, sino que también moldeó las emociones y percepciones de las personas, creando jerarquías de valor y desdén.
Para superar esto, es esencial cultivar una nueva sensibilidad que valore y celebre la diversidad cultural y las experiencias de todos los grupos sociales. Kant enfatiza en su obra la importancia del respeto y la dignidad humana, principios que son fundamentales para desarrollar una cultura de empatía y reconocimiento mutuo. Esto implica educar a los ciudadanos en una ética del cuidado y la solidaridad, donde los sentimientos sean orientados hacia la construcción de una comunidad más justa y equitativa.
La premisa presentada sugiere que los valores y sentimientos de una sociedad deben orientarse hacia la construcción de una comunidad más justa y equitativa, en lugar de centrarse en la acumulación de poder y riqueza. Esta orientación ética y moral podría prevenir la aparición de escándalos y triangulaciones amorosas que desvirtúan la acción política, como los casos mencionados de Aida Merlano, Alex Char, Julio Gerlein, Daysulys Vásquez, Nicolas Petro y Laura Acuña.
Argumentación de la premisa:
- Importancia de los valores éticos en la política: Aristóteles ya destacaba en su teoría de la justicia que los líderes y jueces deben ser personas equitativas y justas, capaces de apartarse de estrictas interpretaciones legales para favorecer el bien común (Serrano, 2005). Esto se traduce en una necesidad contemporánea de políticos que prioricen el ser y el saber sobre el tener y el poder.
- Consecuencias de la corrupción y los escándalos personales: La historia política reciente en Colombia muestra cómo los escándalos amorosos y de corrupción afectan la confianza pública en las instituciones y desvían la atención de los problemas reales que enfrentan los ciudadanos. Estos escándalos revelan un enfoque en intereses personales y de poder en lugar de una verdadera vocación de servicio público, convirtiéndose más en un show mediático que en una denuncia. Arteta Ripoll, (2016) un filósofo local, ha escrito sobre Aristóteles, la barbarie y civilización colonialista en América Latina. En particular, en su obra sobre ética, Arteta explora cómo Aristóteles busca que entendamos la justicia y la equidad.
- Construcción de una sociedad más inclusiva y justa: La educación y la socialización en valores democráticos y equitativos desde la escuela pueden contribuir significativamente a formar ciudadanos y líderes más comprometidos con el bienestar colectivo (Ponce Díaz, & Riveros Diegues, 2021); (Carreño, & García, 2020). Estos valores deben estar integrados en la cultura política de un país para evitar que las relaciones personales y las luchas de poder socaven la integridad de la gobernanza.
- Ejemplos concretos de corrupción y sus impactos: Los casos específicos mencionados, como el de Aida Merlano, evidencian cómo las dinámicas de poder y las relaciones personales pueden influir negativamente en la política. Estos ejemplos son ilustrativos de una “putrefacta acción política” que prioriza intereses individuales sobre el bien común.
Orientar los sentimientos y valores hacia la justicia y la equidad implica un cambio profundo en la cultura política y social, lo cual es esencial para prevenir los abusos de poder y fomentar una gobernanza más ética y responsable.
Descolonización de las Acciones: De la Teoría a la Práctica
La descolonización de las acciones se refiere a la implementación de prácticas que reflejen y promuevan los valores descolonizadores. Esto puede incluir políticas públicas inclusivas, programas educativos que reflejen la diversidad cultural del país y movimientos sociales que aboguen por la justicia y la igualdad.
En la “Metafísica de las Costumbres”, Kant sostiene que las acciones deben ser guiadas por principios morales universales, no por intereses egoístas o normas impuestas. Aplicar esto en un contexto descolonizador significa actuar de acuerdo con principios que promuevan la libertad, la igualdad y la justicia para todos, desafiando las estructuras coloniales que aún persisten. (Kant, Orts, & Sancho, 2005)
Un Amplio Campo Semántico: Re imaginando la Identidad Nacional
Un proyecto cultural descolonizador debe operar dentro de un amplio campo semántico que reimagina y redefine la identidad nacional. Esto implica incluir diversas voces y perspectivas, especialmente aquellas que han sido históricamente marginadas. Es un proceso dinámico que reconoce y valora la pluralidad de experiencias y conocimientos dentro de la sociedad colombiana.
Los intelectuales, inspirados en Kant, pueden liderar este esfuerzo al promover una cultura del diálogo y el entendimiento mutuo. La educación, la literatura, las artes y los medios de comunicación son herramientas esenciales en este proceso, proporcionando plataformas para que diferentes historias y perspectivas sean escuchadas y valoradas.
Conclusión
La idea de la cultura como proyecto descolonizador del pensamiento, sentimientos y acciones de los ciudadanos ofrece una solución poderosa para abordar las heridas y legados del colonialismo en Colombia. Inspirarse en la “Metafísica de las Costumbres” de Kant proporciona un marco ético y filosófico robusto para este proyecto. Al fomentar la autonomía, el respeto y la moralidad en el pensamiento, los sentimientos y las acciones, los intelectuales pueden guiar a la sociedad hacia un futuro más justo y equitativo, libre de las sombras del pasado colonial.
La guerra de las culturas en Colombia es un reflejo de la complejidad y las contradicciones de su escenario político actual. Mientras que la derecha lucha por mantener una hegemonía basada en un conservatismo riguroso y prácticas cuestionables, la izquierda intenta presentarse como la voz del cambio y la justicia social, aunque no siempre con éxito. Para que Colombia pueda avanzar hacia una verdadera transformación, es crucial que ambas culturas políticas se enfrenten a sus propios fantasmas y trabajen hacia una visión más inclusiva y honesta del poder. Solo así, el país podrá superar la encrucijada en la que se encuentra y caminar hacia un futuro más equitativo y libre de corrupción. La clave está en salir de la colonialidad.
Cita al cierre: “En la eterna pugna entre las culturas políticas de izquierda y derecha, no debemos olvidar que ambas se fundamentan en la búsqueda de una verdad propia, a menudo inalcanzable. La verdadera sabiduría reside en la capacidad de escuchar y aprender del otro, reconociendo que el diálogo, más que la confrontación, es el camino hacia un progreso auténtico y equitativo.” Yoyito Sabater
Tomémonos un tinto, seamos amigos
Sigan siendo felices, Jairo les dice
Bibliografía
Arteta Ripoll, C. (2016). Barbarie y civilización en el pensamiento jusfilosófico latinoamericano. Advocatus, 13(26).
Bobbio, Norberto; Cameron, Allan (1996). Left and Right: The Significance of a Political Distinction. Chicago: University of Chicago Press. pp. 51, 62. ISBN 978-0-226-06246-4.
Carreño, M., & García, H. R. (2020). Estrategias para desarrollar la convivencia y la paz desde la educación. Academia y virtualidad, 13(2), 35-56.
Idler, A. (2020). The logic of illicit flows in armed conflict: Explaining variation in violent nonstate group interactions in Colombia. World Politics, 72(3), 335-376.
Kant, I., Orts, A. C., & Sancho, J. C. (2005). La metafísica de las costumbres.
Noam Chomsky, Carlos Peregrín Otero. (2004) Language and Politics. AK Press,
Osorio, J. (2015). El Estado en el centro de la mundialización: la sociedad civil y el asunto del poder. Fondo de cultura Económica.
Ponce Díaz, N., & Riveros Diegues, N. (2021). Construyendo inclusión a través del lenguaje: el valor de la palabra en los espacios educativos. Revista de estudios y experiencias en educación, 20(43), 345-357.
Richani, N. (2013). Systems of violence: The political economy of war and peace in Colombia. Suny Press.
Serrano, E. (2005). La teoría aristotélica de la justicia. Isonomía, (22), 123-160.
[i] https://bti-project.org/en/reports/country-report/COL/2024
[ii] https://thetricontinental.org/peace-neoliberalism-and-political-shifts-in-colombia/
Nota: el contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor. Jairo Eduardo Soto Molina, Profesor de tiempo completo titular, investigador 1279 (80), Doctor en ciencias Humanas, Par académico MiniCiencias-MEN