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Por. César Gamero De Aguas
El mundo de las letras está de duelo, un triste sentir se vive en medio de este cielo gris que cubre gran parte de la región Caribe. No es para menos, pues el pasado 19 de mayo, falleció en la ciudad de Montería, el ilustre escritor Antonio Mora Vélez, nacido en Barranquilla (1942), con un destacado legado literario de proporciones notables. Se desempeñó como; docente, gestor cultural, un personaje sobresaliente en la vanguardia literaria del momento. Gran parte de su producción narrativa se resumen entre poemas, novelas, artículos, cuentos, guiones y otros aspectos relevantes del arte de las letras. Con una literatura fantástica y una imaginación fuera de límites que divagaba por la descripción de mundos creacionales propios de su inspiración y su majestuosa creatividad. Pocas veces el Caribe colombiano y nuestro país ha contado con escritores poseedores de este talante que fascina, donde se configuran elementos fantásticos e irreales que solo han sabido ofrecernos los grandes maestros de la narrativa caribeña tales como: Manuel Zapata Olivella, David Sánchez Julia, Juan Gosain, Raúl Gómez Jattin, con los cuales este escritor también logro codearse.
El escritor con reconocidos pergaminos culturales como lo hemos afirmado anteriormente, es uno de los creadores de CECAR-Corporación Universitaria del Caribe, claustro universitario con en prestigio merecido que le ha dado grandes aportes al auge y desarrollo intelectual de la capital cordobesa. Un gestor de naturaleza innata cuyas dimensiones humanas parecieran no tener límites en una vida también afectada por quebrantos de salud. Ha partido un gran escritor, un gran ser humano, un padre de cualidades excelsas que hoy se merecen ser reconocidas. Se ha ido hacia otra dimensión o quizás a uno de esos mundos imaginarios creados a través de su ficción, donde no solamente perduran los iluminados, sino quien o mejor quienes continúan siendo inmortales, y nos han dejado sembrado una nueva manera de darle sentido a la vida, a la esencia constitutiva de existir, de perdurar y también de ser evocados a cada minuto y a cada momento a través del enigmático mundo del arte de las letras.
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