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Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.

“EL mal uso del lenguaje induce el mal en el alma”. Sócrates.__

Desde el Medioevo, por decisión Papal, la institución universitaria está blindada de cualquier intervención policiva, tanto por la fuerza para reprimir protestas como por injerencia del poder político en su discurrir. Amparo histórico para lograr que la vida universitaria se desarrollé con la mayor libertad posible. Para que las ciencias, las bellas artes, las técnicas y la pedagogía alcancen auto-nomia. O sea, se gobiernen por sus propias leyes y autoridades.

En Colombia, la del siglo XXI, la Autonomía Universitaria fue elevada y consagrada a nivel de una garantía constitucional. Así lo expresa, con suma claridad, el artículo 69, que dice:
“Las universidades podrán darse sus directivas y regirse por sus propios estatutos, de acuerdo con la ley”. la ley que regula ésta garantía y principio constitucional es la No.30 de 1992, en su artículo 28.

La autonomía universitaria como principio y garantía contiene una serie de derechos, uno de ellos: darse sus propias autoridades. Por eso significa, de acuerdo a diversos fallos de la Jurisprudencia constitucional nacional y algunos Estatutos de Universidades estatales, que ninguno de los poderes públicos -Ejecutivo, Legislativo o Judicial- deben intervenir en el ejercicio del gobierno universitario, el cual está integrado por un cuerpo plural llamado, por la Ley, Consejo Superior Universitario.

En el Consejo Superior participan, con voz y voto, representantes del Gobierno Nacional (Delegados del Presidente de la República y del Ministerio de Educación Nacional), del gobierno territorial (Departamentos, Distritos o Municipios), de la Academia (Decanos, Directores de Investigación y otros), Docentes de Carrera, Estudiantes matriculados, Egresados y Ex-rectores. También representante de los gremios de la producción económica.
Ante el Consejo Superior de la Universidad Nacional actúa un Delegado del Consejo Nacional de Educación Superior, Cesu, y sus sesiones las preside la Ministra(o) de Educación Nacional. Es decir, es un gobierno de democracia participativa y deliberativa.

Desde el pasado mes de marzo, en las instalaciones de la Universidad Nacional, sede Bogotá, se vive una crisis generada por la escogencia de un nuevo rector. Previa a la cual se realizó una amplia y publicitada consulta entre la comunidad universitaria para “elegir” candidatos a rector. Pero la ley establece que los resultados de dicha consulta no son vinculantes, es decir, no obligan a designar, como rector, al “ganador” de la misma.

En los tiempos previos a las sesiones del Consejo Superior de “La Nacho”, para designar rector, el Presidente de la República trinó, como lo hace habitualmente, afirmando:
“Que debía escogerse al ganador de la consulta, porque la democracia es la de mayorías”.
Esta declaración presidencial radicalizó las posturas internas, generando la toma del claustro universitario y repudiando al rector designado por el Consejo Superior, a quien la Ministra se negó a posesionar, aunque existe un acto administrativo, de carácter particular y concreto, que se presume legal. El escogido se posesionó ante notario. Otro motivo de la toma de “encapuchados” del campus.

Para mí, la violación de la garantía y principio constitucional de la autonomía universitaria, en la vida de la Nacional, está en ese trino del señor presidente de la república que, desconociendo el pensar y sentir de sus Delegados ante el Consejo Superior, Opinó para direccionar desde el poder político y del ejecutivo nacional sobre los futuros destino de la principal universidad estatal del país, sumida hoy en una grave crisis de gobierno.

Pero, más allá del arbitrario trino, el Presidente sustentó su pretensión ideológica en la expresión: “la democracia es mayoría”.
Vieja y superada concepción de la democracia que, en Colombia, es “participativa y pluralista”(art 1ro c.p.). Lo que significa que las minorías también deben ser reconocidas en sus derechos de representación. Máxime si esta moderna concepción de la democracia liberal, constitucional, se debate y aplica en una Universidad del Estado. la cultura política moderna es inclusiva, no exclusiva, Sr. Presidente.

La autonomía universitaria en países como el nuestro, pre-moderno, es consuetudinariamente ignorada, por ejemplo, en universidades regionales oficiales que, aún, conservan la estructura jurídica de establecimientos públicos, ya que los gobernadores manejan los hilos internos de la vida universitaria, con el silencio cómplice de rectores y directivos. Ello es, afirmó, porque la educación que imparten es premoderna: ausencia de pensar por si mismo: sin la tutela de otros. Rezagos del Medioevo.

Es evidente que la institución constitucional de autonomía universitaria se viola con un trino del poder ejecutivo, como también por las incursiones de “encapuchados” en los predios del Alma Mater para lanzar “molotov”. Y que su defensa exige que la propia comunidad, no solo introdujan el respeto del estado de derecho, sino que se eduque sobre los principios de la misma. en cada universidad debería existir una catedra optativa de autonomía universitaria, cuyo objetivo sería: aprender a pensar por sí mismo: ¡la ilustración!

Pero la situación actual de la Universidad Nacional de Colombia, su parálisis, es una muestra fehaciente de la terquedad del Gobierno Nacional de pretender imponer lo que cree el Sr. Presidente. Tanto que la Ministra TItular dijo en el Congreso que la rectoría de “La Nacho” estaba vacante, mientras el Rector del conflicto ganaba, en primera instancia, una Acción de Tutela al Ministerio de Educación Nacional que, con Ministro Ad Hoc, quiso designar un encargado. Y el Consejo de Estado admitió una Acción de nulidad promovida por el “ganador” de la consulta. Es decir, por qué el poder ejecutivo no respeta la autonomía de la primera universidad del estado? Por terco y no saber comprender que el mejor gobierno es de las leyes, no el de los hombres.

La próxima: ¿Control cognitivo para la sociedad colombiana?

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