Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano.

Por: Jairo Eduardo Soto Molina

Profesor investigador titular 1279 (80)

Doctor en ciencias Humanas

“Estoy arrepentido del 99% de todo lo que hice en mi vida, pero el 1% que es el fútbol salva el resto” Maradona

James Rodríguez, el talentoso mediocampista colombiano, ha tenido una carrera llena de altibajos. Su impacto en la selección Colombia es innegable, siendo una pieza clave en varios torneos importantes. Desde su debut, ha acumulado impresionantes estadísticas, destacándose como uno de los mejores asistentes de Sudamérica, comparado con grandes figuras como Toni Kroos y David Beckham.

En clubes, James ha tenido un recorrido notable: inició en el Envigado de Colombia, luego pasó por Banfield en Argentina, Porto en Portugal, Mónaco en Francia, Real Madrid en España, Bayern Múnich en Alemania, Everton en Inglaterra, Al-Rayyan en Catar y Olympiacos en Grecia. Sin embargo, desde su deslumbrante actuación en el Mundial de 2014, su carrera ha visto un declive físico, afectando su rendimiento y estabilidad en los equipos.

Este declive puede atribuirse a la rigidez táctica en el fútbol moderno. La estrategia actual divide el campo en hasta 18 zonas, cada una con roles específicos, lo que limita la creatividad e improvisación de jugadores talentosos como James. Este enfoque cartesiano del fútbol quita espacio para la espontaneidad, una característica que define a jugadores de la talla de Rodríguez. Lo peor es que aquí en Colombia le queman incienso a “analistas del fútbol, como el desagradable, para mi “Doctor” Antonio Vélez, que yo no sé y ojalá me digan le llaman “Doctor”, deslegitimando la mayor área de formación en el conocimiento. Afirmo esto, porque los post Doctorados no se han reconocido aún en la mayoría de los países. No a cualquier especulador o charlatán se le debería decir “Doctor.” Si supieran como se defiende una tesis de doctorado, no caerían en esta herejía.

Pero hablemos de James Rodríguez, que es nuestro héroe nacional hoy. De quien quiero indicar que cuando se enfunda la camiseta número 10 de Colombia, parece adquirir superpoderes, similar a cómo el personaje Capitán Tsubasa lo hace en la famosa serie de dibujos animados “Supercampeones” de Japón. Esta popular serie de anime, centrada en el fútbol, se emitió por primera vez en 1983 y se ha vuelto icónica por su interpretación de Tsubasa Ozora (conocido como Oliver Atom en algunos doblajes) y las aventuras futbolísticas de sus amigos. Esta serie ha tenido múltiples adaptaciones y spin-offs, incluido “Road to Dream,” una nueva versión del original. “Supercampeones” ha sido elogiada por su influencia en la popularización del fútbol entre los jóvenes espectadores de todo el mundo.

De manera similar, James Rodríguez inspira y fascina a los fanáticos del fútbol con su creatividad y talento en el campo. Al igual que Capitán Tsubasa, quien motiva a sus compañeros y espectadores con su habilidad y pasión por el juego, James Rodríguez ha dejado una marca indeleble en el fútbol, especialmente cuando juega para la selección colombiana. Esta comparación resalta el impacto de James tanto en el terreno de juego como en la cultura futbolística, evocando recuerdos de las figuras más queridas y admiradas del deporte.

Finalmente, es crucial reconocer que muchos jugadores talentosos, como los que disfruté jugando o viéndolos jugar en los barrios de Rébolo y San Roque en Barranquilla, nunca llegaron a ser profesionales. Las exigencias y la estructura del fútbol moderno a menudo impiden que el talento natural y la creatividad florezcan como deberían.

Cita al cierre:

“El fútbol siempre debe ser un espectáculo” Joan Cruyff

Tomémonos un tinto, sigamos siendo amigos. Sigan siendo felices, Jairo les dice.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del autor: Jairo Eduardo Soto Molina, Profesor investigador titular 1279 (80), Doctor en ciencias Humanas.