Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano.

Por. César Gamero De Aguas.

Que la funcionalidad del comparendo está quedando minúscula frente al accionar de muchos barranquilleros, no me cabe la menor duda. Que la” letra con sangre entra”, esa vaina fue en otros tiempos.

Pareciera que la arbitrariedad de muchos y las necesidades de otros fueran más abnegadas que el mismo valor o costo de la multa. ¡tráeme otro talonario de comparendos ahí! – expresó un gendarme de la ley en un sector de Barranquillita, el mismo día que inició la cuarentena. Su ejercicio de imponer comparendos terminó siendo una rutina extrema, ardua y tediosa, quizás parecida a las planas en desuso de caligrafías, ante una avalancha de personas que salían de un lado para otro en medio de la prohibición social. La pedagogía del comparendo es insustancial frente a una colectividad que en su gran mayoría carece de valores morales, de respeto hacia el otro, y por ende de educación. Es la evidencia máxima de que el desarrollo social, no debe medirse por metros cuadrados de concreto, sino por un lleno enriquecido del conocimiento y de la educación. Muchos barranquilleros han expresado de manera abierta como lo es su propio estilo, y frente a los medios de comunicación, que ellos “prefieren mejor morir de Covid -19 y no de hambre”, y frente a ello las medidas y ayudas de rigor han sido insuficientes para satisfacer las necesidades de casi 2.500.000  habitantes aproximadamente.

En el sector del norte de la ciudad, las calles parecen laberintos inhóspitos propios de la ciudad Gótica que se describe en la serie Batman, en el sur y centro histórico, un contraste expedido de libertades, que van desde la ingesta indiscriminada de licor en cualquier parte, hasta de cuadrillas indeterminadas de mototaxis en el ejercicio de sus labores cotidianas. La pandemia pareciera bailar al son del bullerengue barranquillero, donde hoy día muchas personas no toman, y muy seguramente no seguirán tomando conciencia de la gravedad nefasta del asunto, mientras los agentes del orden culebrean y sortean una realidad inatajable que no se puede ocultar. ¡Que muchos barranquilleros tengan hambre!, podría ser cierto, en un contexto donde la industria y la producción empresarial son cosas del pasado histórico, dando lugar al conocido rebusque y la informalidad, pero también en innegable que muchos parecieran llevar una vida normal llena de excesos y excentricidades en medio del dolor ajeno, como lo demostró la celebración sin control del Día de las madres, el domingo anterior, en pleno foco de ascenso de la pandemia.

El barranquillero sigue en su ley, la ley creada desde su cosmovisión, con un ingrediente más al plato , un papel incipiente al que llaman ´comparendo´, que quizás tendrá algún valor económico, uno más que nutre el vale interminable de sus impuestos, y que tal vez yacerá allí en un lugar recóndito de su raída cartera, muy quizás al lado del comprobante inservible de las últimas votaciones de presidente, donde muy seguramente al cabo de un tiempo no muy determinado, ni se acordará más de una pandemia que pasó lentamente llevándose a muchos indiscriminadamente, pero no la satisfacción plena e imaginaria de su inconfundible vivir.

Leave a comment