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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez.

Lo que este señor está haciendo, llevarle alimento a la gente que no tiene prácticamente nada que comer, es algo digno de reconocer.

En Colombia, podríamos estar llegando a una informalidad ‘rebusque’ del 80% de la población, muchas personas que hoy viven en el estrato 3 y 4, no se comen tres comidas, deben hasta el alma y lo peor es que no logran ver la luz en el túnel. ¿Imagínese la gente que está en lo más bajo de cadena?, los ubicados en el estrato 1 y menos 1, donde la miseria y el abandono estatal es el pan de cada día.

La gente está pasando hambre, la situación es fuerte;  conozco esas realidades, como periodista voy a las comunidades y lo que se percibe es la propia supervivencia, luchan con muchas situaciones entre ellas, las psicosociales, carencias materiales, de saneamiento básico y problemas emocionales.

No conozco el pasado del ‘turco’, si debe, si es un tramposo, y mucho menos si tiene enemigos o muchos amigos, lo único que logro ver, es su presente, y lo deja bien parado frente a la sociedad oprimida, maltratada y vulnerada. Este tipo, con su generosidad logra llevar un poco de esperanza a donde nadie llega. Es secreto a voces, que las ayudas estatales son bien paupérrimas, que no alcanzan para todos, pero que también los tentáculos corruptos permean el aparato ayudador, que a la final no es ninguna ayuda, es una obligación constitucional del estado, resolver, canalizar y satisfacer todas las necesidades de su pueblo.

La verdad, no sé si el ‘turco Hassam’, ha tenido contrato con el estado, o si recibe ayudas de grupos de personas, pero lo que está dando es un ejemplo, a todos, en especial a aquellos, que mediante sus empresas y fundaciones, se han beneficiado del erario, con todo tipo de contrataciones, algunas legales y otras chimbas, para que se unan y hagan una cruzada por ayudar a las comunidades no solo con comida, también con estructuras que ayuden al desarrollo de las potencialidades de las comunidades; como lo ha hecho el padre Cirilo en el barrio la Paz, ese si es el verdadero filántropo, que ayuda de corazón y sin esperar nada a cambio.

Por último, debo aclarar, que esta nota la hago, porque me da la reverenda gana, no he recibido billete de nadie, y no soy amigo ni del ‘turco Hassam’ ni del padre Cirilo. Simplemente practico uno de los recursos periodísticos, la observación y no estoy aplaudiendo, estoy reconociendo la acción.  

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