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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez
La mal llamada pandemia del Covid -19, llegó para demostrar que la vida no vale nada, un ‘carajo’. Quedo en evidencia, que la salud, consagrada en el artículo 49 de la Constitución Política de Colombia, deja mucho que desear. La forma como se trata al personal médico, es muy paupérrima, deficiente y sin muchas garantías para prestar con excelencia el servicio de salud. Deja al descubierto, que el paciente, ha dejado desde hace muchos años de ser importante y que se debería mirar bajo el criterio vocacional y tratado con el mayor grado de la ética médica. Hoy es visto como cliente, por lo cual, hace parte de un jugoso negocio.
¡El ser humano no vale un ‘carajo’!
Vemos con preocupación, como no solo la ‘pandemia’ está matando a la gente (policías, personal de la salud, niños, adultos mayores y adultos), también las balas están acabando con las vidas de líderes sociales, indígenas, campesinos, afrodescendientes, representantes de víctimas, reclamantes de tierras, defensores de derechos humanos, hombres y mujeres de distintas comunidades; “Los asesinos están saliendo sin permisos en cuarentena” MinInterior; con esta frase que queda para la historia, nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Quién ordena la ejecución de distintos segmentos de la población?
Entretanto, hoy en pleno confinamiento y/o aislamiento, que para algunos es intolerante y desgastante, por todo lo que representa, en las cantidades de hogares disfuncionales existentes; es doloroso ver como en un barrio de este caribe macondiano, una mujer, posiblemente cansada y víctima del tortuoso maltrato intrafamiliar le propina dos puñaladas a su compañero sentimental, demostrando de esta manera que los problemas psicosociales son de fondo y de los cuales los representantes del gobierno y miembros de la política, se han hecho los de la vista ciega, ya que, lo que llevan a las comunidades siempre son pañitos de agua tibia para calmar por un momento las distintas situaciones. ¿Qué hacen con las grandes sumas de dineros, de las distintas secretarias, hechas para tal fin?
Por otro lado, mucho se ha hablado y porqué no, especulado, de los famosos carteles de las salud, del covid-19, de los cadáveres; pero es que en otrora nos han enseñado y ha quedado registrado en distintos medios de comunicación, las diversas investigaciones a los mercaderes de la salud, que se han vuelto millonarios y por qué no decir multimillonarios, a costilla del enfermo. Es lógico que la gente que no cuenta con una información adecuada y correcta de la forma como es tratado su paciente, estalle en ansiedad, tristeza, estrés y violencia; sí por ende somos un país violento.
La pandemia llego para enseñarnos, que existe un virus más grande y fuerte, la corrupción, que no respeta pinta y viola cuanta norma existente, con el fin de conseguir sus objetivos.
¡El pobre se enfrenta con el pobre!
Este tiempo de pandemia, deja al descubierto, una triste verdad, que el pobre se enfrenta y elimina al pobre; el soldado se mata con el guerrillero; el policía con el ladrón se agreden; en el campo el campesino es asesinado por miembros de grupos armados; el paciente o familiar del paciente se enfrenta con el médico; el que tiene un pensamiento de izquierda se da golpes con el que tiene pensamiento de derecha; el periodista lambón y arrodillado se enfrenta con el que tiene pensamiento libertario; Pero todos tienen algo en común: ¡SON POBRES!, víctimas de un sistema que se confabula y alinea las fichas del juego, para salir ganador y llevarse la mejor parte del pastel. ¡Somos tan pendejos que le seguimos el baile a unos cuantos!
¡La culpa es de la gente, no joda!
‘En esta capital de vida’, ‘la Barranquilla imparable’, ‘el mejor vividero del mundo’, en estos últimos días, hemos escuchado apreciaciones muy marcadas como la citada al inicio de este párrafo. Se responsabiliza del aumento de casos por covid -19 en esta parte de Colombia a la propia gente, al no tener un verdadero autocuidado, por no respetar las normas y acatar los mandatos gubernamentales. Es posible que esa sea una de las razones del Imparable aumento de los contagios del virus en Barranquilla y el departamento del Atlántico. Cabe recordar, que estamos viviendo en una zona del país, donde por años los mal llamados políticos, han hecho lo que han querido con la gente, le enseñaron a vivir en un mundo de fantasías y en una especie de cosmovisión de banalidades estériles (‘me importa un culismo y el valevergismo’), donde se logra escuchar que sale desde lo más profundo del ser: ‘Este es el mejor vividero del mundo’, ‘cógela suave’, ‘donde come uno comen dos’, ‘aquí no pasa nada’, ‘eche loco relájate’, ‘hoy es viernes y el cuerpo lo sabe’, ‘jopo de calor vamos pa’ la esnaqui por una fría’, ‘que viva el carnaval’, ‘el que lo vive es quien lo goza’, ‘hoy es jueves de J 2’, ‘primero la plata del ron’, ‘pilas que hoy juega tu papá’, ‘que viva Colombia hoy ganamos’; y podemos ver que en los barrios la gente víctima del calor y el hacinamiento disfrutan de sus largas tertulias jugando domino, parques, dama, y muchos otros juegos de mesa. Todo lo anterior ha servido, para que los explotadores de conciencia logren manipular a la gente a sus anchas con un sistema malévolo, nefasto y sin límites, avalado por el estamento, que ha conseguido confinar estructural y mentalmente a la población, con el fin que no haya sublevación y adormecer al pueblo en la crisis en la cual esta.
El que conoce las entrañas de los barrios en esta parte del país, sabe que la gran parte de la población, sale a rebuscarse todos los días en lo que sea, de 10 a 20 mil pesos, que le sirven para resolver el problema de comida y algunas cositas más. Cabe las preguntas:
- ¿Será que la gente respeta normas de un día para otro y se someten a un confinamiento?
- ¿Será que las políticas sociales, psicosociales y económicas, elaboradas, preparadas y llevadas a las comunidades son las correctas?
- ¿Será que los entes gubernamentales si conocen con exactitud las comunidades y tienen un verdadero registro?