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Por: Adlai Stevenson Samper
Desde hace una semana las cifras en letalidad vienen en baja en Barranquilla, retornando a sus niveles históricos diarios. La Alcaldía de Barranquilla ha emprendido una cruzada mediática en donde sostiene que esa reducción se debe primordialmente a la eficacia de las políticas implementadas desde esa oficina lo que a primera vista podría parecer una rotunda media verdad, pero en el fondo es una verdadera mentira.
Vamos a contar la historia desde otra singular perspectiva. Estaba previsto que la epidemia del covid-19 atacaría con fiereza singular a las personas de mayor edad (de allí las medidas preventivas en decretos presidenciales) y las que tuvieran problemas de morbilidad tales como enfermedades del aparato cardiovascular cardiopatía isquémica, hipertensión arterial; las cerebrovasculares; tumores malignos en tráquea, bronquios, pulmón, colon, mama, próstata; enfermedades respiratorias como asma bronquial, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, bronquiectasia; enfermedades digestivas como gastritis crónica, úlcera péptica, litiasis vesicular, entre otras. Si una persona con estas morbilidades resultaba contagiada con covid-19 la probabilidad de deceso era alta.
Varios modelos matemáticos desarrollados en el mundo muestran la realidad contable de los posibles fallecidos. Uno de los más populares considera a los fallecidos como “recuperados”. Se preguntarán ustedes el evidente contrasentido que tiene sólidas bases en los simuladores usados por la John Hopkins University, institución académica que es una de las máximas referentes en crisis sanitaria en el mundo. Este modelo tiene casi 100 años pues fue creado en 1927 por el bioquímico William Ogilvy Kermack y el médico epidemiólogo Anderson Gray McKendrick, ambos escoceses, desarrollando el llamado modelo SIR, donde la población se divide en “S” de susceptibles, “I” de infectados y “R” por recuperados. En la ‘S’ de susceptibles están todas las personas que pueden enfermar. La ‘I’ de infectados, cuya curva hay que intentar que no suba por encima de la capacidad sanitaria del país, porque son los que pueden requerir de atención hospitalaria. La’R’ de recuperados, que son aquellos que ni infectan ni se pueden infectar, donde siempre se contabiliza a los muertos. La suma de “S” más “I” más “R” es el número total de la población. Algunos investigadores llaman a la “R” como “removidos” para evitar el contrasentido de llamar “recuperados” a los fallecidos.
Pero hay modelos mucho más complejos que el SIR. Un artículo reciente de la revista Nature indica que “todos tienen la misma posibilidad de contraer el virus de parte de una persona infectada porque la población está perfectamente mezclada y que las personas con la enfermedad son igualmente infecciosas hasta que mueren o se recuperan. Los modelos más avanzados subdividen a las personas en grupos más pequeños (por edad, sexo, estado de salud, empleo, número de contactos, etc.) para establecer quién se encuentra con quién, cuándo y en qué lugares”.
La John Hopkins desarrolló una variación para el virus covid 19 denominada SEIR. La ‘E’ representa a las personas expuestas, que son aquellas portadoras del coronavirus que están infectadas y pueden infectar, pero son asintomáticas. Son los que producen datos erróneos pues nadie sabe dónde están. Otro modelo es el modelo SIRS, donde la última “S” vuelve a ser la palabra “susceptible”, que a diferencia del modelo SIR, la persona recuperada no obtiene inmunidad total y que con el paso del tiempo es susceptible de infectarse nuevamente.
Aterricemos en Barranquilla. Los que eran susceptibles de enfermarse, les sucedió. Los que tenían propensión a la morbilidad por enfermedades, los internaron en las famosas UCI. Salieron de allí como recuperados: con vida o fallecidos, según el modelo. Fue en el periodo de mayo y junio cuando obligaron a los hornos crematorios a funcionar 24 horas por la alta letalidad. Ese tipo de población vulnerable se “agotó”, por así decirlo, con una tasa diaria de 40 a 50 muertos y en consecuencia sucedieron dos hechos relevantes.
Uno de ellos; ya lo señalamos, que terminó en un rango especifico de población con vulnerabilidad ante el virus; y dos, que al fallecer, van desocupando las unidades de cuidados intensivos. Ello produce en estadísticas lo siguiente: reducción de tasa de letalidad pues los “pacientes” no fallecen y reducción en la ocupación de las UCI.
No hay pues, ninguna relación con políticas administrativas públicas en estas reducciones sino lo que indican los modelos matemáticos de comportamiento del virus con respecto al segmento de población de alta vulnerabilidad. Los que tenían que morir, fallecieron. Cruda, terrible y efectiva realidad de muertes que bien pudieron evitarse con debida planeación y recursos. Sucedió, en síntesis, un fenómeno natural vegetativo de la biología molecular y del crecimiento exponencial de un virus que llega a su pico, mantiene o desciende su crecimiento natural sin que la administración distrital tenga incumbencia, ni más faltaba, en estos procesos.
Todos estos datos de baja en la cifra de letalidad van aliados, alineados, de la mano, de otra variable importante: el auto cuidado de la población al comprobar que ni el sistema de salud pública ni privada los podría resguardar de las consecuencias del virus. El problema; ya se ha comentado profusamente, empezó cuando la Alcaldía creyó que podía manejar el proceso de salud pública con la publicidad oficial engañosa desdeñando las cifras de informalidad laboral del 60% a los que debía subsidiar para los efectos de la confinación con alimentación. Lo hizo a medias, con la consecuencia que esta masa salió al rebusque diario en las calles provocando la alta cifra de contagios que convirtió a Barranquilla en noticia nacional e internacional.
Sin hospitales de alta complejidad, con un equipo asesor, pero de desastres, la alcaldía logró que por proporción de habitantes por infectados y fallecidos, Barranquilla se colocará en un el primer lugar nacional con la comparación de convertirse en la Guayaquil criolla. Los costos de vidas humanas, daños sociales y económicos por esta cadena de errores son inconmensurables. Todavía no ha terminado la pesadilla y ya algunos ilusos –los mismos del desastre- cantan victoria prematura en medio de auto elogios y la prensa lisonjera.
En la hora de balances precarios no se conocen los resultados de un curioso contrato suscrito entre la Alcaldía y las universidades de Los Andes y Tolima para asesorarla en la epidemia. Las predicciones del gerente del covid-19 en Barranquilla, a su vez Secretario de Planeación Distrital Juan Manuel Alvarado sobre su plan de acción (El Tiempo, 7 de abril 2020), un recetario de meros deseos: “El plan de acción ‘Barranquilla no baja la guardia’ apunta a conseguir cuatro grandes objetivos: Reducir la posibilidad de contagio, disminuir la letalidad del virus si una persona lo llegara a contraer, disminuir el impacto en la economía y sentar las bases a largo plazo para una gran estrategia de ciudad”. En todos, incluso en el abstracto cuarto punto, falló estruendosamente.
Cuando es evidente que el sistema de salud de Barranquilla no puede asumir –por múltiples razones- las consecuencias de la epidemia, cuando se solicitan pruebas que no se practican, cuando se practican y llegan con retraso de 20 y 30 días –ya para qué-, cuando la salud privada sigue jugando a la receta de postergar, de eludir la prestación de sus servicios mediante artimañas y que ante el aumento progresivo geométrico de contagios, la alcaldía, para salirse por la tangente, plantea que todo se debe a una supuesta “indisciplina social” y señala el nuevo reto que deben asumir los ciudadanos respecto a su función política en palabras del Alcalde Pumarejo: “Estamos haciendo la tarea, pero ahora depende de ti”. (El Universal, 20 de mayo 2020).
Todos entendieron el desistimiento político, situándolo en cabeza de los ciudadanos, sin dar gran cosa a cambio. Recordemos que en ese momento, un paciente que llegaba con una simple gripe, era inmediatamente internado en un centro médico, sin comunicaciones con sus familiares que se quejaban públicamente de estos procedimientos. Tan fuerte fueron estos hechos que el mismo alcalde le tocó dar explicaciones medio produciendo un seudo protocolo de relaciones entre paciente, familia y personal de salud. Así estaban de graves los acontecimientos.
Total, ante estas disyuntivas de quedar “encerrado” como posible paciente, aislado y sometido quizás a la muerte –como les sucedió a muchos-, la ciudadanía optó por no acudir a estos centros médicos. Ni privados ni pretendidamente públicos. Además, algunas directrices prohibían el uso de medicinas y tratamientos que muy pronto empezaron a circular en las redes sociales en forma de consejas y sugerencias, evitando caer en el peligroso sistema de salud en donde los médicos y personal sanitario tratan de hacer lo que pueden en medio de difíciles condiciones.
La auto receta, los tratamientos especiales y las medicinas naturales fueron el contrapeso de la indolencia del sistema de salud. Ante el reto de defenderse por sí mismos, los ciudadanos asumieron el compromiso por su bienestar en materia de salubridad. No por instancias requeridas por el Alcalde –que tiene un bajo nivel público de credibilidad- sino por una conciencia perceptiva sobre los estragos que causaba la epidemia y las fórmulas de auto enfrentarla.
Por toda la ciudad; en redes, en wasap, circulan las famosas recetas que comenzaron a aplicarse de forma salvadora. Recomendaciones, sugerencias, incluso del mismo personal médico contagiado que no dejaban lugar a dudas que el peor escenario posible era acudir a las instancias del sistema de salud para el tratamiento de la covid-19 en Barranquilla. No se conocen, además, probables escenarios del desarrollo de la epidemia en Barranquilla de acuerdo a modelos matemáticos tal como se plantearon por especialistas en otras ciudades.
Por este canal de auto receta y tratamientos privados, las cifras de contagiados no aumentaron. Pero dejemos que los ciudadanos opinen sobre estos casos, según impresiones dejadas en la red social Facebook y twitter. La opinión que queda es que en ninguno de estos procesos tuvo relevancia las instancias del estado, llámese presidente, alcalde o gobernador.
Dianis Geraldino Pérez: “Tengo conocimiento de una familia de al menos 10 personas en el barrio Carrizal. Todos tuvieron el virus. A uno solo le hicieron la prueba, lo mandaron para la casa y nunca más se acordaron de él ni le respondieron las llamadas. Todos se enfermaron y se curaron con medicamentos caseros y otros comprados por ellos mismos. Esos, estoy segura no entraron a las estadísticas, y así hay muchos en esta ciudad y el departamento. Las recetas que circulan son eucaliptus en te por las noches, Azitromicina, o antigripales que lo contenían, Noraved garganta, agotado en todas las farmacias, igual que la Aspirina, Acetaminofen e Ibuprofeno. A esos medicamentos que compraron con su propio bolsillo los contagiados es a los cuales se les debe el milagro”.
Gautier Arcon: “Los médicos lo hacían público por todas las redes. Apliquen tal cosa. Rayen la raíz de tal cosa”.
Ricardo León De Las Salas: “Y de hecho, la gente empezó a curarse y por ende a prescindir de las clínicas… conozco a muchos contagiados que se han recuperado en casa esperando aún que les llegue el resultado de la prueba. ¿Si pasan 17 a veinte días y no entregan los resultados? ¿Qué información estamos recibiendo al respecto? Hoy en Caracol Noticias presentaron varios casos donde se evidencia lo mismo en todo el país y el mismo alcalde de Cali, corroboró tal anomalía…rato después sale el ministro de salud a decir que para que tal decreto (uno nuevo que se inventaron para seguir robando) funcione, las pruebas tienen que entregarse a tiempo… Tales patrañas solo la entienden ellos y esta vaina no es más que una tremenda farsa en la que los únicos que ganan son los corruptos y los muertos los colocan quienes no tienen para comprarse las medicinas que todos sabemos cuáles son, pero que hay que esperar a que la OMS de la orden para que empiecen a curar a la gente. Menos mal que el pueblo ya no es tan bobo como parece ser… esto se volvió un mierdero de sálvese quien tenga para comprar la fórmula y automedicarse”.
Cuchy, fundidor del barrio Rebolo: Hace tres meses me dio fiebre, pero ya estoy bien. No fui a ninguna clínica, hospital o puesto de salud. Me curé en casa, yo mismo con remedios que me recetaron. Si hubiera pisado a un hospital de esos a estas horas quizás fuera cadáver”.
Hugo Castillo Mesino: “En mi casa todos nos automedicamos y el Covid se fue. Jajaja”.
Luciano Pozo Cienfuego: “Lógicamente que las estadísticas han venido bajando por el hecho que LE COGIERON MIEDO A LAS CLINICAS Y HOSPITALES, a donde al que llevaban por cualquier vaina, lo pasaban directo AL HORNO, ante esta situación, la mayoría de las gentes ha preferido automedicarse y curarse en la casa”.
Arturo Villarreal Echeona: “El poder de las redes; los tratamientos alternativos, de gran lógica médica y contundencia terapéutica lograron superar la censura oficial y ganar creciente aceptación. No ha sido un albur, ha sido un pulso entre el fetichismo científico farmacéutico y el conocimiento ancestral combinado con ciencia real. Con neta victoria para este último”.
Eduardo Pájaro: “No tanto que la gente haya hecho algo sino los profesionales que no nos hayamos “amarrados” al sistema de salud colombiano; puesto que la gente estaba siguiendo el “protocolo” de la muerte de las EPS: Acetaminofen y cuando tenga dificultad respiratoria se va para la Clínica”; recuerden además que la misma OMS que como organismo rector le atribuyó la responsabilidad de la alta mortandad y por supuesto los gobiernos y ministros de salud que funcionan arrodillados a estos organismos multilaterales, como ya sabemos ocurre en la economía (FMI), nos tenían “paniqueados ” al punto que ni el ibuprofeno podría utilizarse; en ese escenario muchos médicos como mi persona que además de la medicina alopática tenemos formación en medicina biológico naturista y otros enfoques terapéuticos empezamos casi clandestinamente como así mismo lo hicieron colegas en el ámbito internacional por supuesto, (Dra. Barrientos médica salvadoreña) a formular al final una prescripción de “farmacia de barrio” y de compra libre que tradicionalmente se ha utilizado ante cualquier estado gripal. De esta manera esto se fue difundiendo y por ello hoy nuestras gentes ya hacen eso. Ya hoy cualquiera que tenga tal sintomatología gripal con un anti gripal y antiinflamatorio tipo Ibuprofeno por 7 días seguidos añadido a las bebidas calientes tradicionales que nuestros abuelos utilizaron son la fórmula casera que está evitando que la gente llegue a la etapa de la dificultad respiratoria donde el paciente queda a escasos “metros” de la funeraria”.
Efrén Ospina Guerrero: “Eso me lo dijo una médico este fin de semana, en una conversación que sostuve con ella respecto a ese tema, las bebidas calientes aromáticas y la automedicación (asistida e influenciada por redes sociales) están recuperando a los pacientes”.
Luis Coronado: “No se puede esperar a las eps porque nos morimos todos. Además, la OMS ha sido un fracaso y los médicos se rigen por sus lineamientos. Cuando hay otros médicos que tratan de buscar soluciones y es lo que uno como paciente desea. Solución no conformismo”.
Javier Enrique Manjarrez Zapata: “Orgulloso de ser farmaceuta y de haber ayudado a mucha gente a salir de este virus, aunque hace años, desde mis abuelos, ricos y pobres acuden a las farmacias para que los recomendemos”.
Después de la lectura de este reportaje, los invito a que saquen sus propias conclusiones al respecto del verdadero papel y responsabilidad de la Alcaldía de Barranquilla en el manejo de la epidemia. Los muertos pesan para sus deudos.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor.