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Por: Rodney Castro
Había dicho que no escribiría más columnas este año. Ya quiero que termine. Mantengo la ilusión, muy parecida a cuando nos mudamos, de renuevo y esperanza por el año venidero. Sé que el 2021 será de promesas cumplidas, de metas realizadas, un año de vida, y vida en abundancia para todos.
El ciclo que inicia es premonitorio de cosas buenas, pues tendremos la vacuna del virus, pero también, porque el período que dejamos, nos enseñó a valorar el tiempo y lo que tenemos.
Pero no podía despedir este año sin expresar mi admiración, respeto y reconocimiento a los trabajadores de la salud. Si para nosotros la pandemia ha sido difícil, para ellos no ha dejado de ser una experiencia terrorífica que pareciera no tener fin.
En la guerra hay soldados en la primera línea de la batalla, esos que orgullosos lo arriesgan todo por el bien superior de la patria, y cuyo sacrificio, se eterniza en el álbum de los superhombres. Del mismo modo, en medio de la epidemia, salió un ejercito de valientes hombres y mujeres, ataviados con sus impecables atuendos de defensores de la vida, a instalarse por nosotros, en el frente de lucha contra este virus, que día a día, sigue amenazando nuestra supervivencia. Su labor la desarrollan, incluso con un mayor grado de complejidad, a la guerra se va con las armas idóneas para enfrentar de tú a tú al enemigo; en el caso de nuestro personal sanitario, les ha correspondido asumir esta gesta, en medio de las evidentes carencias de un fallido Sistema de Salud, que ni elementos de protección personal puede garantizarles.
Según cifras de la Organización Panamericana de la Salud, 570 mil trabajadores de este sector se han contagiado y registra Amnistía Internacional que al menos 7.000, han muerto en el mundo.
No sabemos cuanto tiempo más permanecerá el virus con nosotros, en todo caso es fundamental brindar a los trabajadores de la salud, el apoyo y los recursos necesarios para cumplir con su tarea. No les sumemos más estrés laboral, ni discriminación por miedo a contagios.
Recuérdalo, mientras nos atrincheramos en la comodidad de nuestros hogares para derrotar al virus, ellos están en hospitales y clínicas, expuestos, sin dormir bien, con sus ojos hundidos, ojerosos, con sus pómulos marcadas por las asfixiantes mascarillas, librando la dura contienda, para que un día, toda esta pesadilla pase. El sacrificio ha sido enorme, del mismo tamaño debe ser nuestra gratitud, por eso de pie, les decimos “Gracias” y los aplaudimos héroes de la patria.
¡Feliz y venturoso 2021 para todos!. Fuerte abrazo.
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