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Por: Luís Carlos Lópmar
La Reforma Tributaria fue una especie de segundo el florero de Llorente para un pueblo agobiado por la pandemia y que desde antes estaba inmerso en el descontento y pobreza.
Hoy, aunque con el corazón arrugado, por todo lo que vive mi país y con la incertidumbre que puede tener cualquier otro ciudadano al no saber con claridad que final va a tener esta turbulenta actualidad, quiero llamar la atención los errores del mal manejo político de la reforma de Iván Duque.
Sin vacilar, tenemos que tener claro que los errores de este gobierno no son solo las absurdas pretensiones del cuestionado ‘experto económico’, hoy exministro Alberto Carrasquilla Barrera, su principal error es sesgo informativo en el que vive, el no saber escuchar, que al final se traduce en el no saber comunicar.
Si Duque Márquez tiene la mínima intención de terminar su periodo de manera aceptable lo que primero debe hacer es cambiar su estrategia de comunicación y cortar la cabeza, de quien en medio de la histeria hormonal pero muy asertivamente, la polémica ‘periodista’ Vicky De Gnecco calificó de inepto y lagarto, si el mismo que llevo a la quiebra a la emisora La FM, Hassan Nassar, y de quien desde el día de su nombramiento se sabía que el cargo de Consejero Presidencial para las Comunicaciones le que quedaba muy grande.
Que su mayor estrategia para enfrentar la crisis del COVID 19 haya sido convertir al primer mandatario de Colombia en un intento de presentador de televisión, y que el discurso oficial de la Casa de Nariño sea siempre desconocer la realidad del país ya nos muestra que clase de pelmazo es el que hace quedar en ridículo a los miles de profesionales de comunicación política del mundo entero. Y a estas alturas, el extermino de Nassar no constituye una eventual salvación o absolución de los pecados de Iván.
No hay pecado más grande que el abuso infame de la fuerza pública que está imperando en Colombia. El hecho de que las Naciones Unidas, Estados Unidos de América y la Unión Europea estén llamando la atención frente a la situación en Colombia que ha dejado por lo menos 24 muertos, 86 desaparecidos y 846 heridos es indignante.
Más indignante aún es que el Ministerio de Defensa se esté escudando bajo la premisa que “nadie ha dado la orden de disparar”. Señor presidente, aduéñese de la situación, pida disculpas y dé la orden inmediata de suspender el uso de fuerza letal en las manifestaciones.
Por otro lado, la reforma tenía grandes méritos técnicos de una urgente reestructuración fiscal en Colombia y de una ambiciosa agenda social. Esto nunca se comunicó adecuadamente.
Es curioso que un presidente que tiene una franja televisiva diaria tenga tan mala comunicación de algo tan fundamental. La reforma era necesaria para que el país no quedara reportado en el Datacrédito internacional como acertadamente ilustró el humorista, La Liendra. Tal vez, el presidente podría contratarlo como Asesor de Comunicaciones, seguramente haría un mejor trabajo que cualquier asesor actual.
La carencia de claridad fue el caldo de cultivo perfecto para la desinformación y mentiras que pulularon en las redes sociales y al ser un texto que no tocaba los grandes capitales, sino a la clase media y campesinos, la nube del descontento se volvió huracán.
En este punto el pueblo le está cobrando al gobierno su carencia de empatía. Esto puede ser visto en el rechazo generado cuando el ex-Ministro Carrasquilla demostró no tener claridad del valor de una docena de huevos. Existe la sensación de que el gobierno legisla desde El Olimpo.
El gobierno debió haber demostrado que se iba a “apretar el cinturón”. Esto se hubiera podido lograr con recortes a gastos de representación del Ejecutivo y congelación de salarios. Es claro que esto puede no representar una diferencia significativa en el hueco fiscal, pero por lo menos le demuestra al pueblo que los gobernantes también se “meten la mano al bolsillo”. Demuestra que todos estamos afectados por la situación y que solo saldremos de la crisis juntos.
Después del retiro del proyecto el gobierno desperdició la oportunidad de generar consenso nacional y de oír a la población. La decisión del presidente de excluir de la mesa a los partidos de la oposición y a los líderes del paro demuestra de nuevo la desconexión que existe entre el pueblo y el gobierno. Esto repite el error del proyecto de ley original porque sigue pareciendo que la Reforma Tributaria se hace a puerta cerrada excluyendo voces.
La potencial salvación de Duque está en el rumbo impuesto por el nuevo Ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, quien en sus primeros días ha hecho declaraciones que demuestran su voluntad de reunirse con los manifestantes y de suspender compras innecesarias como aviones de guerra.
Ojalá que Restrepo haya entendido la necesidad de bajar del Olimpo y gobernar oyendo al pueblo. Ojalá que este nuevo rumbo nos lleve a reconciliarnos, a detener que la barbarie y la violencia no son el camino. Colombia lo necesita.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, @luiscalopmar