Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano

Por: Jorge Guebely

Año incierto, de posible prosperidad o posible ruina. De feria electoral: elección de congresistas y presidente.

Año del mercado negro para el voto y de votantes en el mercado oficial; de narcotraficantes lavando cosechas y empresarios comprando candidatos; de burócratas regalando votos para conservar la burocracia y el registrador contaminando softwares para triunfar en la Registraduría. Toda una podredumbre llamada democracia imperfecta.

Proliferación de discursos electoreros. Arengas de bajo nivel con ínfulas de redentores. Chatarras verbales en parques públicos promoviendo recetas; en tv, vendiendo productos electorales; en la radio, publicitando inservibles mercancías humanas. Peroratas huecas, simples sofismas. Ningún interés por la paz, la guerra produce más votos. Ninguna batalla contra la corrupción, la podredumbre conquista votantes. Ninguna preocupación por las hambrunas, los hambrientos cambian votos por un plato de lenteja. Ningún interés por la justicia, la injusticia podrida indulta a los altos delincuentes del Estado. Ninguna ofensiva por la igualdad, la desigualdad eterniza el poder mezquino. Un cuerpo fermentado satisface al gusano, una herida abierta alegra a la bacteria, una democracia imperfecta alimenta al demócrata corrompido.

Sofismas, enfermedad milenaria. La ondeaban los sofistas en la Grecia antigua; los encargados, inicialmente, de transmitir sabiduría y terminaron transmitiendo argumentos falaces. Los esgrimían los falsos profetas en la época de Cristo. Época de tantas sectas religiosas como sectas políticas hoy, de tantos redentores religiosos como redentores políticos hoy, de tantos peligrosos farsantes como hoy. Transitan los siglos, pero permanece la estupidez. Todo cambia, menos el ser humano.

Para defenderse de los artificios lingüísticos, Cristo recomendaba: “Guardaos de los falsos profetas, vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”.

Toca seguir a Cristo en el año 2022. Protegernos de los políticos y sus falsos discursos. Superar la consciencia de borregos, apaleados por el estómago o por cualquier ideología o por cualquier delirio de importancia personal. Oír menos; ver más al ser humano, al enfermo mental detrás de su arenga saludable. Conocer el pasado del político, sus ejecuciones, su moral. Verle rostro, no sus máscaras, para elegir al menos podrido, al más sano, y convertir el 2022 en prosperidad.

Toca recordar que ninguna perorata, por bello que sea su lenguaje, sanará la podredumbre de un inmoral.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor.