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Por: William Ahumada Maury

Falta de estímulos, carencia de un escenario adecuado para las presentaciones de los artistas, la exclusión de los grupos salientes y la sobre explotación comercial del evento, termina matando al Festival de Orquestas     

Este año -dos días antes de la muerte de Joselito – los barranquilleros comenzaron a sufrir un dolor profundo por la lenta e inexorable desaparición de una de las expresiones culturales más valiosas de nuestra fiesta de carnaval: El Festival de Orquestas.

Y no es que la organización privada que maneja el carnaval de Barranquilla haya eliminado el Festival de Orquestas -con 52 años de sentida tradición musical- de la programación oficial del 2022. 

No. Los músicos, periodistas, dirigentes sindicales del campo artístico, educadores, empresarios, el barranquillero del común y directores de estaciones radiales – dolientes todos del Festival de Orquestas – creen que el diagnostico mas cercano a esta dolorosa amenaza contra la cultura barranquillera tiene como seguro culpable el manejo empresarial, lejano del aprecio que merece el artista musical, que se le está dando al evento.

-Un manejo que no cultiva y promueve al artista como hacedor y alma del festival. Mientras haya empresas privadas empecinadas en convertir esto en una mina de plata, el festival seguirá agonizando, hasta desaparecer. Lo de este año fue la primera voz de alarma – opinó el joven empresario y director de radio Cristhian Zúñiga Cardona.

Otro gremio, el de los arquitectos, cree que el Festival de Orquestas, comenzó a padecer del “síndrome del desarraigo”, cuando la alcaldía de Barranquilla cerró -por justas razones de seguridad- el coliseo cubierto Humberto Perea y lanzó a la organización del Festival de Orquestas, a deambular como paria por diferentes escenarios poco apropiados para este evento, sin ocuparse en construir una concha acústica adecuada para salvaguardar esta expresión carnavalera.

Pero ¿Qué tenía el coliseo cubierto Humberto Perea que dio vida fervorosa y vivencias que marcaron la historia dentro de una celebración que identificó a los barranquilleros con su cultura musical?  

En el año 1967 el coliseo cubierto Humberto Perea – siendo una construcción levantada como escenario deportivo, con ocasión de unos juegos Bolivarianos- abrió sus puertas al primer festival de orquestas y acordeones en la historia del carnaval de Barranquilla.

Desde su Genesis, el Festival de Orquestas se concibió como un organismo para apoyar una obra benéfica -el Club de Leones Monarca en ese entonces – y propuso, como norma principal, que los artistas que se presentaran en los eventos generales e interpretaran una canción del folklore colombiano -para homenajear nuestra cultura- brindando a los barranquilleros una presentación especial, sin cobrar a la junta permanente del carnaval por esa presentación.  

Para premiar a esos artistas, se instituyó el “Congo de Oro del Carnaval de Barranquilla”, un galardón que nació con un valor artístico incalculable para los artistas que nos visitaban desde entonces. Los precios de las entradas se acordaron para que -desde el obrero hasta el ejecutivo- tuviesen la misma oportunidad de disfrutar del espectáculo: cinco pesos, -desde lo más alto de las gradas, diez pesos -del anillo medio- y veinte pesos, lo que hoy llaman vip. El salario mínimo -entonces- era de 519 pesos.

Las primeras orquestas que se presentaron en el primer Festival de Orquestas fueron: Billos Caracas Boys, Los Melódicos, Los Blanco, Orquesta La Playa, Nelson Henríquez (Venezuela) Los Chavales (España), la orquesta de Pacho Galán -que siempre se presentó como orquesta internacional- la Sonora Sensación, La Sonora del Caribe de Cesar Pompeyo, los Hermanos Martelo, Pello Torres y los Demonios del Ritmo y los Cinco de Oro, (Colombia).  

Ese año, el primer fuelle en expandir los matices sonoros del vallenato fue la de Miguel, director del conjunto de Los Hermanos López. La imponente voz del “Ruiseñor del Cesar” Jorge Oñate rebotó poderosa, altanera pero melódica, entre las paredes del coliseo cubierto Humberto Perea. A la postre, Oñate se llevó el primer Congo de oro, en la categoría vallenato. 

La entrega de las primeras estatuillas se difundió como gran evento en el mundo. El Congo de Oro, comenzó a ser noticia en los periódicos y noticieros de la farándula más influyentes, y el Festival de Orquestas, se convirtió en punto de llegada anhelado por los más grandes artistas del globo. Los más premiados -hasta hoy- han sido Andy Montañez, Richy Rey & Bobby Cruz, El Gran Combo de Puerto Rico, Los Adolescentes, Eddie Herrera, Oscar De León, Wilfrido Vargas, Kinito Méndez, RiKarena, Los Vecinos, Bonny Cepeda, Sergio Vargas, Cuco Valoy y Pacho Galán, quien siempre se presentó en la categoría artista internacional.

Con el surgimiento de artistas monstruosos como Joe Arroyo, la organización tuvo a bien instituir el Super Congo, para proteger a los más valiosos artistas nacionales.

-Entonces el Festival de Orquestas, conjuntos y Acordeones se hizo tan grande como nuestro carnaval mismo. Solo acudían los artistas que estaban “pegados” en la radio local y nacional e internacional de habla hispana. Y se hicieron celebres las rivalidades entre conjuntos y orquestas por llevarse el Congo. Era una delicia ver las rivalidades entre orquestas famosas como la de Joe Arroyo vs Juan Piña, Gabriel Romero, los Hermanos Martelo, Adolfo Echeverria y El Nene y sus Traviesos. En vallenato El Binomio de Oro, Diomedes Diaz, Jorge Oñate y los Hermanos Zuleta. La gente, que eran los únicos ganadores -por la naturaleza del evento- hacia colas de dos días para poder entrar a presenciar este espectáculo – dijo el talentoso programador musical Walberto Padilla Rincón.

El escritor, educador y locutor -poliglota- Tito “Sensación” Mejía, es otro pesimista por el oscuro presente del Festival de Orquestas:

-El Festival murió -asegura Tito con tono severo- Fui trece años presentador oficial del Festival de Orquestas. Y sentí sobre esa tarima el calor del pueblo clamando por su cultura, es algo sobrecogedor. Tengo grabado en mi corazón el festival de 1988. La reina de ese carnaval fue Laura Char y el Binomio de Oro llegó con el tema “Que Sera de Mi”, que era una locura. Con el objetivo de ganar su segundo Congo, Rafael Orozco canto su tema en el tiempo reglamentario…pero 18 mil personas dentro del coliseo y veinte mil afuera, sacaron pañuelos blancos y siguieron entonando esa bella canción -en un monumental coro que congelo el alma- durante once minutos: /Y que será de mi vida sin ti / que será que no puedo vivir/ que será de tu vida sin mí/…que seraaaa/. El jurado calificador la tenía difícil, pero el Binomio de Oro, gano ese Congo –

-Yo creo que el foco de la magia estaba en dos cosas -dice con determinación el locutor y periodista Ralphy Polo– Una, la arquitectura del coliseo Cubierto Humberto Perea. Cuando la gente se apiñaba dentro se convertía en un solo pueblo. No había distingos ni estratos. Éramos un solo pueblo. Por la forma del escenario el espectáculo se veía ahí, al frente. La gente gritaba y el jurado escuchaba claro. Las orquestas se brindaban de corazón porque sentían el pueblo ahí, al frente. Era un escenario pequeño, pero oxigenado y cómodo y el publico ordenaba. El artista era ovacionado si lo merecía y ellos dictaban la orden a los jurados. Las rivalidades entre Juan Piña y Joe Arroyo, era una cosa sublime. ¡Para mí el Festival murió! –

Pedro Tapia Reales, “Drippe”, musico, compositor, director de Cumbia Caribe, ex Rey Momo, es otro de los que cree que el Festival de Orquestas definitivamente, desapareció:

-Esto que se vio aquí el domingo de carnaval es una vergüenza. La falta de peso de la nómina de artistas que acudió da pena. Antes, yo como musico inquieto, iba allá a aprender de los grandes percusionistas del mundo. Ahora, llega un artista desconocido y contrata a una orquesta y ya…se llevó un Congo de Oro. Falta rigor, exigencia. Recuerdo ese mano a mano entre la Niña Emilia e Irene Martínez, eso daba gusto ir. Ahora no. Desde que esto se privatizo se convirtió en plataforma de gente desconocida-  

Consultamos otros músicos que solicitaron anonimato. Uno de ellos, director de una de las orquestas mas importantes de Colombia dijo:

-Vea hermano, eso ya murió. Hace once años no voy al Festival de Orquestas por varias cosas. Una de ellas es la falta de apoyo al musico barranquillero. La empresa privada, que maneja ese “negocio”, gana miles de millones de pesos y el musico es marginado, maltratado. Y todavía nos marginan mas frente al artista extranjero. Ganamos varios Congos, pero, frente este manejo asqueroso de las cosas, hablamos con mis muchachos y decidimos no ir más- dijo.

Otro director de orquestas costeño que solicitó omitir su identidad dijo: 

-Mire la nómina. Hay orquestas, conjuntos vallenatos, grupos de folklore caribe, nuevos y de edad promedio, que ahora son furor en el mundo, que nunca han ido al Festival de Orquestas porque no les interesa presentarse gratis para que otros ganen. Y que esa ganancia no se refleje en bienestar para los músicos criollos-  

Henry Cervantes Quiroz, acucioso investigador musical, periodista de radio y televisión, cree -definitivamente que el Festival de Orquestas murió:

-Hay una gestión local, nacional e internacional, que la organización privada que maneja el carnaval no está haciendo -teniendo en cuenta que los tiempos de ahora son distintos- Se trata de atraer, de estimular, de llamar a las grandes agrupaciones para exponer la importancia del Festival de Orquestas. Es evidente que el Festival perdió importancia. La mayoría de los grupos nacionales no llegan a presentarse porque no están siendo estimulados. No les interesa: el Festival de Orquestas murió- dice con tono pesimista.

-Si los artistas locales, incluyendo los mas “pegados” no acuden al llamado del pueblo, el Festival de Orquestas perdió su naturaleza y terminara siendo una reunión de desconocidos alrededor de una fogata. Da pena que la gente pague costosas entradas para ver a un grupo de músicos anónimos enviados por una emisora para promocionarlos- concluyó Walberto “El Violento” Padilla…. 

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